miércoles, 24 de marzo de 2010

LA BLANDA RESPUESTA QUITA LA IRA


“La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor” (Prov. 15:1).
El viejo dicho brasileño dice que "Cuando uno no quiere, dos no pelean". Es simple y al mismo tiempo, profundo. Es una manera popular de presentar lo que Salomón dijo hace siglos. No hay corazón que no se conmueva ante una respuesta amable.
La vida es como un espejo. Recibimos de vuelta la imagen que proyectamos. Las palabras duras producen reacciones agresivas. Las palabras suaves producen actitudes gentiles.
El adjetivo duro en hebreo es éseb, que también puede ser traducido como "que provoca dolor". Las palabras son como cuchillos de doble filo, sirven para el bien o para el mal. Apaciguan o enfurecen los ánimos. Conciertan relaciones o las destruyen. Traen alegría o provocan dolor.
Piensa en las veces en que podrías haber usado la palabra de un modo más edificante. No te proyectes a un tiempo lejano, piensa en lo que sucedió ayer u hoy, con tu esposa o con tus hijos.
Cuando las flechas envenenadas del furor traten de alcanzarte, usa como escudo protector la respuesta blanda, suave. No entres en el juego de la provocación. Responder en el mismo tono, dejándote llevar por la pasión del momento, no es evidencia ni de sabiduría ni de valor. Tú puedes vencer a los otros y ser considerado fuerte, pero si te vences a ti mismo serás poderoso. Este tipo de victoria solo se la puede alcanzar con la ayuda del Todopoderoso.
El control de las palabras comienza con el control de las emociones, y eso es obra del Espíritu Santo. Encuentro a menudo personas que me dicen: "Yo sé que mis palabras dichas de manera inapropiada me crean problemas, pero no consigo hacer nada para cambiar esta situación".
Esa es la diferencia entre el humanismo y el cristianismo. Mientras el primero deja toda la responsabilidad sobre sus hombros, colocando su interior como fuente del poder, el cristianismo enseña que el poder no proviene de dentro de uno, sino de arriba. El cambio de temperamento es un acto divino. Dios usa como instrumento la voluntad humana, pero la criatura no pasa de ser un medio. La fuente del poder es Dios.
Inicia las actividades de este día colocando tu voluntad bajo el control divino. Deja que Jesús viva en ti y controle tus palabras, porque "La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor".

Pr. Alejandro Bullón P

martes, 9 de marzo de 2010

NO TE DEJES INTIMIDAR...!


"Y les dirá: "Oye, Israel, vosotros os juntáis hoy en batalla contra vuestros enemigos; no desmaye vuestro corazón, no temáis, ni os azoréis, ni tampoco os desalentéis delante de ellos; porque Jehová vuestro Dios va con vosotros, para pelear" Deuteronomio 20:3,4

Toda guerra abierta va precedida de una fase psicológica en la que los contendientes tratan de intimidarse mutuamente. Todo general sabe que es preferible ganar la guerra sin pelear a sacrificar muchos de sus soldados. Es tal el costo de muchas victorias que apenas quedan ánimos para disfrutar de las mismas. En la batalla que los israelitas estaban por pelear, parecía que el enemigo ya contaba con la baza de la victoria psicológica. Hizo falta un discurso formidable para recordarles que no todo estaba perdido, que Dios estaba de su lado y que, por lo tanto, no tenían por qué temer al enemigo.

En la historia de Gedeón encontramos que él estaba desanimado para emprender tan gran empresa. Vez tras vez supeditó su decisión a prueba para estar absolutamente seguro de que tendría la victoria. Si el propio Gedeón, que había escuchado la voz de Dios y había visto las pruebas de fe contestadas positivamente, tenía dudas, entonces no debemos juzgar demasiado severamente a sus soldados más dubitativos.

Dios conocía los corazones de los pusilánimes, que ya habían perdido la guerra psicológica y podían desanimar a los fieles. Por lo tanto, entró en el proceso de la depuración del ejército. No quería de ninguna manera que Gedeón o sus soldados llegasen a pensar que la victoria era de ellos. Dios usó psicología inversa para ayudarlos a entender que solamente confiando en él se logran las cosas. Los ejércitos tratan de intimidar al oponente con un gran número de hombres, con el despliegue del armamento más sofisticado y con la ventaja de la sorpresa. La actuación de Dios fue exactamente la opuesta a esto. Se valió de pocos hombres. Nunca antes se había ganado una guerra con toques de trompeta y lámparas. Y es que no hay batalla que él no pueda ganar.

Tenemos la seguridad de que él está de nuestro lado, que no hay por qué temer. No hay por qué prepararse a hacerle frente al enemigo como él espera, porque de Jehová es la victoria, y él ya ganó la batalla. Confiemos en nuestro Dios y él hará.

Israel Leito

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