sábado, 11 de diciembre de 2010

UN VERDADERO TESTIGO DE JEHOVÁ


“Vosotros sois mis testigos- dice el Señor-, y mis siervos que yo elegí, para que me conozcáis, creáis en mí, y entendáis que Yo Soy” (43:10).


Probablemente la tentación más grande que un pastor afronta es “descuidar su devoción personal”. No es algo nuevo. Todo pastor joven y de experiencia sabe en realidad lo que esta tentación significa. Son tantas las actividades que generalmente demanda un distrito, que si no hay un dominio propio la tentación de “descuidar la devoción personal” será una triste realidad.
Como pastor distrital muchas tengo que visitar desde las 4:00 am, pues en otra hora es difícil encontrarlos en casa, eso quiere decir que tengo que levantarme una hora antes mínimo para poder cumplir la cita. En una ocasión me levanté 3:45 am, con prontitud me lavé y cambié, cuando me disponía a salir de la casa, vi un afiche que mi esposa hiso donde dice: “¡Alto! ¿Oraste antes de salir?”, fue una estocada a mi corazón. Como pastor animo a mis hermanos a que no descuiden su devoción personal, ¿y yo?
¿Quién es un testigo? Es alguien que puede dar un informe personal de algo, puede hablar respecto a algún suceso porque lo ha observado directamente. Un testigo, es alguien que no habla lo que le han contado, ni lo que ha escuchado, sino que lo ha vivido o ha experimentado.
La gente en la actualidad está cansada de teorías, promesas incumplidas, personajes que dicen algo y hacen otra muy diferente. Como pastores, ¿somos testigos de Jehová? ¿Damos testimonio de las maravillas de Dios, o es que nos limitamos a contar lo que Dios ha hecho en otros? Probablemente predicamos sermones de otros libros, y no de lo que hemos sido testigos a través de la Palabra de Dios cada mañana en nuestra devoción personal.
El texto dice que Dios nos eligió para ser testigos, nos escogió para ello, nos eligió para que lo conozcamos y creamos en Él. Nuestra labor primaria como pastores debe ser testigos de lo que Dios quiere a través de su Palabra en cada amanecer. Visitar, planificar, predicar es el trabajo del pastor, eso está demás decirlo, sin embargo, debemos reconocer que somos humanos y si Cristo dependió de Dios el Padre, ¿cómo no lo haríamos nosotros, los ministros de Dios?
Para ser testigos de Dios, necesitamos conocer a Dios cada día, buscarlo en primer lugar y todas las cosas serán añadidas (Mt. 6:33): bautismos, diezmos, suscripciones, éxito que Dios desea de cada uno de sus obreros. A leer el afiche, ¡Alto! ¿Ya oraste antes de salir? Me arrodillé en un rincón de la casa y le pedí a Dios que jamás permita que esa tentación me venza. Pienso si esa tentación también es real en la vida de otros ministros. Si es así, hagamos un alto y pongámonos a cuenta con Dios.

Heyssen J. Cordero Maraví
Misión del Oriente Peruano-UPS
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