viernes, 18 de abril de 2014

¿QUISIERAS CENAR CON JESÚS?

Os aseguro que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquél día cuando he de beberla con vosotros vino nuevo en el reino de Dios” (Mr. 14:25).


      Este es una de las promesas más emocionantes de la Biblia. Un jueves por la noche Jesús promete a sus discípulos que no volverá a beber del jugo de la uva, sino hasta el día que se siente en la cena de la victoria después del gran conflicto. Lo que Jesús nos dijo en otras palabras fue, “los espero en la gran cena” (Ap. 19:9). ¡Sí que será un evento extraordinario!
¿Cuándo se dará ésta cena incomparable? Según la Biblia, cuando vuelva Jesús y nos lleve a las mansiones celestiales (Mt. 22:2; Lc. 14:11 cf. Lc. 22:16). Yo quisiera estar en esa cena maravillosa al lado de Jesús, así como en la última cena y hasta recostar mi cabeza sobre su hombro. ¡Será emocionante! Sin embargo, surge una pregunta que merece ser respondida. ¿Qué debemos hacer para cenar con Jesús?
La Biblia nos responde: Abrir la puerta (de nuestro corazón) a Jesús que está llamándonos (Ap. 3:20). El problema es que no todos están dispuestos dar ese paso o a tomar esa gran decisión. Y es que Cristo siempre quiere cenar con nosotros, pero la decisión es nuestra. La puerta la debemos abrir nosotros, nadie más que nosotros. Jesús no puede obligarte a seguirlo, tú debes seguirle por propia voluntad.
Entonces, el cumplimiento de la promesa que nos hizo Jesús de cenar con nosotros está en pie y depende únicamente de nuestra decisión. Jesús está llamando a la puerta y quiere entrar a tu corazón para Cenar contigo. ¿Lo aceptarás?

Pr. Heyssen J. Cordero Maraví

domingo, 13 de abril de 2014

¿Amigo de Jesús?


Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn.15:13).

      El jueves por la noche, antes de ser entregado por Judas a los sacerdotes y soldados, Jesús pronuncia uno de los sermones más extraordinarios de su ministerio. En la caminata lunar  Jesús declara los capítulos 15 al 17 del libro de Juan, y entre muchas enseñanzas deja registrado qué es la verdadera amistad o en qué consiste.
Jesús, dijo que somos sus amigos pues nos ha revelado cosas que solo los amigos saben (Jn. 15:15), y somos amigos de Jesús si “hacemos lo que él manda” (Jn. 15:14) y esto tiene que ver por supuesto con el amor, pues la amistad es un amor  filial y Jesús también dijo, “si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15).
En la actualidad existen famosos expertos en relaciones personales e interpersonales, terapeutas familiares, y conferencistas, que basan sus lecciones en lo aprendido en libros, cursos, investigaciones, etc. No obstante, cuando Jesús habló de la amistad no solo mostró su maestría al hablar sino al practicarlo. Es por ello que Jesús se entregó en la cruz del calvario por cada uno de nosotros porque nos consideró sus amigos. Ahora, su muerte en la cruz únicamente tendrá significado para aquellos que aceptan esa muerte por fe. Entonces, todo aquél que no acepta a Jesús como su salvador personal, y hace su voluntad (guarda sus mandamientos, todos) sencillamente no es amigo de Jesús. Podemos resumir diciendo, Jesús quiere ser mi amigo, ya dio pruebas de ello (muriendo en la cruz), yo lo acepto si hago su voluntad, lo amo y sigo sus enseñanzas. Yo quiero ser amigo de Jesús, ¿y tú?

Pr. Heyssen J. Cordero Maraví

lunes, 7 de abril de 2014

Evangelista idóneo



Y mi mensaje y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder” (1 Cor. 2:4).

Dios escogió a doce hombres comunes y corrientes para evangelizar al mundo. El más preparado entre todos los discípulos era Judas, y no terminó bien. Sin embargo, los otros once, fueron excelentes evangelistas mostrándonos así que no es la preparación, la ciencia y la tecnología, sino el hombre convertido que puede ser instrumento poderoso en las manos de Dios. Un ejemplo nítido de esta lección lo destaca también Pablo en 1 Corintios 2:1-5:
1. No busques impresionar con excelencia de palabra o de sabiduría (v.1).
2. No habla de otros sino de Jesucristo y su evangelio de salvación (v.2).
3. No es autosuficiente y reconoce sus limitaciones y debilidades (v.3).
4. No persuade con palabras humanas sino con el poder del Espíritu (v.4).
5. No dirige su mensaje a él ni a hombres sino que los lleva a Cristo (v.5).
¿Ya lo notaste? Es el poder del Espíritu Santo quien transforma vidas a través de vidas transformadas. Las palabras humanas y todo el conocimiento habido, no constituyen garantía de éxito en el evangelismo sino el evangelista transformado, convertido a los pies de Cristo todos los días. No olvides que la batalla es de Dios  se gana con el poder del Espíritu Santo (Zac. 4:6).

Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
ASOCIACIÓN PERUANA CENTRAL 

¿Qué es la iglesia?


Hace algunos días alguien me preguntó: “¿para qué formó Dios una iglesia? ¿es necesario una iglesia?”. Su pregunta me llamó la atención en demasía y con paciencia le respondí lo siguiente:
      La palabra iglesia  viene del griego “eκκλησία” (“ekklesía”) que significaba originariamente en la antigua Grecia “asamblea” y luego pasó a significar “congregación de cristianos”.  Ésta palabra contiene el prefijo “eκ-” (“fuera”) y la raíz “κλή-”, como en “κλήσις” (“klêsis”, “llamada”) que proviene del verbo “καλέω” (“kaléo”) que significa “llamar”. Es entonces que la palabra “eκκλησία” significaría originariamente “llamada afuera” con el motivo de reunir a la gente de una comunidad.
Podemos decir que la IGLESIA es el conjunto de personas “llamadas de afuera” para “llamar a los que están afuera”. Es decir, tal como dijo Pedro,  “somos pueblo adquirido por Dios, a fin de que anunciemos (llamemos) las virtudes (evangelio) del que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Ped.2:9). ¡Extraordinario! ¡Impresionante mensaje!
 La sierva del Señor señala: “La iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el Evangelio al mundo. Desde el principio fue el plan de Dios que su iglesia reflejase al mundo su plenitud y suficiencia” (Los Hechos de los Apóstoles, pp. 9).
Fuimos llamados para anunciar el evangelio del que nos llamó un día de las tinieblas a la luz admirable. Dios te llamó, ¿recuerdas de dónde te llamó? ¡Qué privilegio saber que Dios te llamó para llamar a otros! No lo olvides.

Pr. Heyssen J. Cordero Maraví

ASOCIACIÓN PERUANA CENTRAL 
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