domingo, 18 de mayo de 2014

¿No eres feliz con tu vida actual?


Alguien dijo en cierta oportunidad: "La peor tragedia del hombre no es morir, sino vivir sin un propósito". ¿No eres feliz con tu vida actual? Es posible que tampoco lo seas en el futuro y es que la felicidad va a depender de cómo entiendas a la vida, y qué propósitos persigas. Muchas personas no son felices porque sus vidas son guiadas por propósitos errados, absurdos y dañinos. A contnuación presentaré cinco razones por las que probablemente no seas feliz hoy.

Algunas personas no son felices por el sentimiento de la CULPA. La culpa los atormenta todos los días, van por la vida errantes, huyendo sin rumbo y dirección por el peso de algún error cometido. Son como Caín, asesino de su hermano que vivió huyendo por la culpa, por su tormentoso pasado. ¿Qué dice la Biblia? Dios puede transformar nuestras vidas, borrar la culpa y como lo hizo con Moisés, fue también un asesino, huyó al desierto y por 40 años vivió así, pero Dios lo restauró y hoy lo recordamos como un gran líder. Dios puede hacer la diferencia.

Algunas personas no son felices por el RESENTIMIENTO y LA IRA. Las heridas del pasado están tan aferradas a su vida que no pueden superar. No han perdonado, no olvides que lo que te hizo daño en el pasado solo lo seguirá haciendo si lo permites. Debes saber que el resentimiento te daña más a ti que a la persona con quien están resentido. Lo pasado pasado está.

A muchos les impide ser feliz EL TEMOR. Sus temores son el resultado de alguna experiencia traumática, un acontecimiento triste, haber sido criados en un hogar duro y toda su vida es guiada por un temor al futuro, al mañana o las personas a enamorarse a quedarse sin hijos, etc. La Biblia dice que la cura para el temor es el verdadero amor. En el amor no hay temor (1 Jn. 4:18).

A otras personas les impide ser feliz su sed por las cosas MATERIALES. Trabajan las 25 horas del día, se levantan muy temprano y se acuestan muy tarde por el solo hecho de trabajar, para conseguir bienes, propiedades, dinero, y cuando lo consiguen van por más. Otros en cambio, no tienen los mismo resultado, no logran nada, les van mal, no consiguen lo que quisieran, se frustran, lloran y finalmente pueden terminar haciendo un locura. Muchos piensan que la felicidad está en el dinero, no es así, hay muchos que tienen todo, y no son felices, y otros teniendo poco son felices.

Finalmente, algunos no son felices por el querer ser ACEPTADOS. Sus vidas son guiadas por el qué dirán o las espectativas de sus familiares, amigos, hijos, padres, etc. No viven para ellos, sino viven para otros, y la verdera felicidad está en vivir para Dios. ¿No te sientes aceptado, haces todo lo que puedes para agradar a la personas y no lo consigues? No te afanes, es imposible hacer eso, ni Jesús fue aceptado por todos. Vive tu vida para Dios, ahí está la felicidad.

Vimos cinco razones por las que probablemente no eres feliz. No obstante, debes saber que el primer paso para ser feliz y encontrarle razón y sentido a tu vida es saber que eres un ser creado y con un propósito real. La Biblia dice que tú fuiste creado por Dios y para sus propósitos (Colosences 1:16). Todo lo que es creado tiene un autor y un propósito. Y si no entiendes esta premisa de vida, jamás serás feliz, ni hoy, ni mañana, ni nunca.

Tengo un objeto en mi mano, ¿para qué puede servir este objeto? Puede servir para golpear a una persona, para sujetar algún objeto, para trasar líneas rectas, etc... Aunque éste objeto puede servir para muchas cosas, no es para ello que su creador lo hizo. 

Tú puedes ser como éste celular, estás viviendo y cumpliendo roles buenos, malos, no lo sé. Pero déjame decirte que por más buenos que sean, si no es el propósito para el cual fuiste creado simplemente no serás feliz jamás. 

El salmista David dijo: "Jehová cumplirá su propósito en mi" (Sal. 138:8). No dice mi propósito, sino SU PROPÓSITO. Dios tiene un propósito maravilloso y extraordinario, y es uno más grande y hermoso del que puedes tú imaginarte. Isaías dijo: "pensamientos de bien, solo de paz" (Is. 55:9). Dios es tu creador, quiere lo mejor para ti.

¿No eres feliz? Vas caminando sin rumbo, huyendo por la culpa, resentido y con ira por el pasado, el recuerdo, o corriendo tras cosas, dinero, materiales, quizá movido y con temor al mañana, a la soledad. ¿No te sientes aceptado por los demás a pesar de que haces todo, todo lo que está atu alcance? Tranquilo, ya no corras más, ya no sufras más, eres hijo de Dios, eres creación de Dios y tienes un propósito por el cul vivir y ser feliz. ¿Dónde lo hallarás? Aquí, en la Biblia. Dios te bendiga.

Pr. Heyssen J. Cordero Maraví

martes, 6 de mayo de 2014

“Ven, Señor Jesús”


“Ven, Señor Jesús” fue el último ruego del autor del Apocalipsis (22:20). “Ven, Señor Jesús” es el último suspiro del creyente moribundo, y de millones de creyentes que dejaron este mundo anhelando el venidero. “Ven, Señor Jesús” es la última plegaria que la Biblia registra.
“Sí, ven Señor Jesús” es el ruego que hoy brota de nuestros labios sedientos de justicia. No es la expresión clamorosa de un ser humano débil. Es el anhelo del creyente que quiere un mundo mejor. La segunda venida de Jesús en gloria y majestad pondrá fin al dolor humano e inaugurará el reino eterno de Dios en la tierra.
Desde hace más de un siglo, los adventistas venimos anunciando al mundo que Cristo vuelve pronto. Esta verdad milenaria, que se repite en uno de cada cinco versículos del Nuevo Testamento, hoy parece desacreditarse con el paso del tiempo y el ataque persistente contra la fe cristiana, particularmente contra la divinidad de Cristo y, en consecuencia, contra su poder redentor. Nuestra cultura contemporánea parece decirnos a los gritos que nuestra esperanza es vana; el secularismo está haciendo mella en una cultura que se autodenominó cristiana. Hoy, en Europa, ya se habla del post cristianismo. Las iglesias están vacías y se convirtieron en museos de una era pasada.
Sin embargo, como aún permanece viva la necesidad humana de una respuesta a la tragedia de la muerte, la industria del espectáculo explota con fines comerciales las cuestiones sobrenaturales del cristianismo: Cada semana Hollywood estrena una película que tiene un trasfondo religioso, incluso bíblico, que lleva a las mentes y a los corazones humanos un mensaje aterrador. El miedo, la expectación y la fantasía enfermiza parecen vender más que el sencillo mensaje de la Biblia. Los artículos de las páginas 10, 22 y 28, escritos por el doctor Miguel Valdivia y los licenciados Roger Álvarez y Pablo Partida respectivamente, hablan de la “esperanza bienaventurada” de la segunda venida de Cristo. La Palabra de Dios sigue siendo una fuente inagotable de esperanza viva.
¿Qué hace posible esta esperanza? ¿En qué se basa? La fe en la resurrección de Cristo le da sustento a nuestra esperanza. Porque Cristo ha resucitado, nuestros pecados son perdonados, y por esta misma razón podemos esperar su venida en gloria, cuando nos libere de la muerte.
Así, gracias a la resurrección, que festejamos el pasado en el evento de la Pascua, queda confirmada la deidad del Maestro de Nazaret. Así, la resurrección valida sus enseñanzas y atestigua la consumación de su obra expiatoria por el pecado; confirma su dominio cósmico presente y su próxima reaparición como Juez; nos asegura que es un hecho hoy el perdón y su presencia en nuestras vidas; y por la resurrección cada creyente garantiza su presencia física en el mundo venidero
San Pablo dice que “si Cristo no resucitó… vana es entonces nuestra fe” (1 Corintios 15:14). Y agrega: “Aún estáis en vuestros pecados” (vers. 17). Esto es precisamente lo más grave: “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). La muerte es la cuestión última del ser humano. Todo tiene o pierde sentido a partir de la muerte, más precisamente a partir de la respuesta que el hombre pueda dar a la cuestión de la muerte. Pues bien, sin resurrección no hay esperanza. El sentido de la resurrección, que es el fundamento de la religión de la tumba vacía, está en la palabra rescate. Dios rescató de la muerte a la humanidad por la muerte y la resurrección de su Hijo. Sin resurrección, su muerte hubiera sido vana. Sin resurrección, el plan divino de rescate hubiera sido un fracaso.
¿Qué logró el rescate? La muerte y la resurrección de Cristo ratificaron el derecho de propiedad que Dios tiene sobre la humanidad. San Pablo declaró: “¿O ignoráis… que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio” (1 Corintios 6:19, 20). Por medio de su muerte y su resurrección, Cristo quebrantó el dominio del pecado, terminó con la cautividad espiritual, quitó la condenación y la maldición de muerte que pesaba sobre la humanidad, e hizo que la vida eterna estuviese disponible para todos los pecadores arrepentidos.
Ignorar o negar el principio del rescate sería perder el corazón mismo del evangelio de la gracia. Ignorar o negar la resurrección sería hacer fracasar el rescate divino, y negar el motivo más profundo de nuestra gratitud para con el Cordero de Dios. Este principio de alabanza es central en los cánticos de los redimidos: “Tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra (Apocalipsis 5:9, 10).
Gracias a la resurrección de Cristo, hoy la muerte es un enemigo vencido (ver 1 Corintios 15:54). Unámonos a los redimidos en un canto de alabanza y gratitud porque el mensaje de la tumba vacía llena los cielos de gloria. Y digamos con todos los creyentes: “Sí, ven, Señor Jesús”.
Por
Ricardo Bentancur
Fuente: el Centinela

viernes, 2 de mayo de 2014

¡Es tiempo de la cosecha!


William MacDonald dijo:
      Quizá los discípulos habían hablado de la siega que venía. O quizá era un refrán común entre los Judíos: “Cuatro meses entre la hora de la semilla y la siega”. En todo caso, el Señor Jesús volvió a usar el acto físico de la cosecha para enseñar una lección espiritual. Los discípulos no deben pensar que la cosecha se halla lejos. Ellos [no deben pensar] que la obra de Dios se puede hacer después. Deben darse cuenta de que los campos están blancos para la siega...En el mismo momento que el Señor hablaba estas palabras, Él se hallaba en medio de un campo de siega que contenía las almas de hombres y mujeres Samaritanos. Él decía a los discípulos que tenían una gran labor de recogimiento ante ellos, y que debían entregarse a ella de inmediato y con diligencia.
      Así hoy, el Señor nos dice, “Alzad vuestros ojos y mirad los campos”. [Que] el Señor nos dé un peso por las almas perdidas a nuestro alrededor. Luego de nosotros dependerá ir de parte de Él, buscando traer las gavillas de grano maduro (traducción de William MacDonald,Believer’s Bible Commentary, Thomas Nelson Publishers, 1995, p. 1487; nota sobre Juan 4:35).
Ahora daré tres puntos simples de Juan 4:35 y de Mateo 9:37-38.
I. Primero, el tiempo de juntar la siega es ahora.
Mis dos abuelos eran granjeros. Sembraban semillas en la primavera y cortaban, o recogían la cosecha en el otoño. A traer la cosecha se le llama “la siega”. Los discípulos solo habían estado con Jesús un tiempo corto. Pero de seguro ya sabían de ganar almas, porque Jesús les dijo de inmediato, al principio cuando los llamó, “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19). Mas ahora habían ido a la ciudad a comprar comida. Mientras ellos iban, Jesús trabajaba ganando almas.
“Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. Él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:31-35).
¡No esperes cuatro meses para la cosecha! “Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35).
Algunos quizá piensan: “Esperaré hasta el otoño. Es cuando traemos a los perdidos”. ¡Equivocado! ¡El tiempo de la cosecha es hoy! ¡Por mucha experiencia hemos hallado que el Domingo después de (el Día de la Independencia en los Estados Unidos de América) del 4 de Julio es cuando comenzamos la cosecha! ¡El tiempo de la cosecha es ahora!
“¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35).
¡El tiempo de la cosecha es ahora! El Dr. John R. Rice lo dijo muy bien en una de sus bellas canciones:
¡Seguemos hoy, o perdemos la siega! 
   Dios nos ha dado almas que ganar. 
Salvemos pues amados de la llama, 
   Traigamos hoy un pecador aquí. 
(Traducción libre de “So Little Time” por Dr. John R. Rice, 1895-1980).

¡Seguemos hoy – o perdemos la siega! Vemos que se pone más difícil después del Día de Acción de Gracias. Y casi imposible en la época de Navidad en la cuidad laica de Los Ángeles. Enero y Febrero son fríos y llueve – y muchos jóvenes asisten a las sesiones del invierno en la universidad. Es más difícil entonces. En el invierno y en la primavera hay muchas distracciones. Mucha gente sale cada vez que hay un fin de semana de tres días. Está el día de Martín Luther King. Está el fin de semana de tres días del Día de los Presidentes. Los exámenes semestrales. El Día de la Madre. El Día Memorial. Exámenes finales. El Día del Padre. Todos ellos opacan nuestro evangelismo en esta gran ciudad impía. Pero entonces, después del cuatro de Julio, comienza la cosecha. ¡Ahorita, el 7 de Agosto, estamos en medio de nuestra cosecha del otoño!
“¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35).
“Seguemos hoy”. ¡Cántala!
¡Seguemos hoy, o perdemos la siega! 
   Dios nos ha dado almas que ganar. 
Salvemos pues amados de la llama, 
   Traigamos hoy un pecador aquí.

¡La hora de juntar la cosecha de almas perdidas es hoy!
II. Segundo, hay muchas almas perdidas que segar.
Voltea por favor a Mateo 9:36-37. Lee estos dos versos en voz alta.
“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos” (Mateo 9:36-37).
Jesús vio las multitudes perdidas. Él se compadeció de ellos. Él vio que eran “ovejas sin pastor”. Él dijo: “La mies es mucha”.
¡Eso es cierto hoy también! La mies es mucha. ¡No esperes traer a tus amados para el banquete del Día de Acción de Gracias! ¡Oh, no! ¡Tráelos ahora – el próximo Domingo! Oirán el Evangelio predicado claramente. No serán distraídos por las cosas que comienzan a suceder después del Día de Acción de Gracias. Si los traes a la iglesia a oír el Evangelio predicado hoy, será más probable que los puedas traer de regreso el próximo Domingo también. El Dr. Rice dijo:
¡Trae tus amados, a Jesús tráelos! 
   ¡Trae tus hermanos y hermanas a Él! 
Cuando termine la gran cosecha, 
   ¡Queremos ver los amados con Él! 
(Traducción libre de “Oh, Bring Your Loved Ones” 
     por Dr. John R. Rice, 1895-1980).

No puedes ganar a tus padres, ni hermanos o hermanas con solo la oración. Algunos han orado mucho y sus amados aun están perdidos. Tienes que estar serio. Tienes que “[forzarlos] a entrar” (Lucas 14:23). Cuando Andrés encontró a Jesús, la Biblia dice “Este halló primero a su hermano Simón [Pedro], y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús” (Juan 1:41-42). Andrés no sabía mucho. Pero sabía que Jesús era el Mesías, “y le trajo [a Pedro] a Jesús”. ¡Andrés no solamente oró para que Pedro viniera a Jesús! ¡No! “Le trajo a Jesús”. Algunos de ustedes han orado por un pariente por mucho tiempo, pero nada parece moverlos. Si supieran que tienes el corazón roto porque todavía están perdidos, si sintieran el interés en tu voz, una insistencia en tu tono, quizás vendrían a la iglesia y oirían el Evangelio y serían salvos.
“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?" (Romanos 10:14).
El Dr. Rice dijo:
Hoy es el tiempo del ruego en llanto, 
   Tiempo de estar apreso a la cruz. 
Pues en el Cielo será muy tarde, 
   Para ganar un alma a Jesús. 
¡Trae tus amados, a Jesús tráelos! 
   ¡Trae tus hermanos y hermanas a Él! 
Cuando termine la gran cosecha, 
   ¡Queremos ver los amados con Él! 
(Dr. John R. Rice, ibid.).

Alguien podría decir: “Dr. Hymers, he tratado mucho, pero no me oyen”. Yo sé lo que se siente. ¡Pero no te rindas! “A su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9). Ahora piensas en un familiar o conocido que sabes debes traer el próximo Domingo. Ven e híncate frente al púlpito, y oraremos para que Dios te dé el celo y la fe para ir y “forzarlos a entrar”. (Oración). Canta ese coro de nuevo, al volver a tu asiento.
¡Trae tus amados, a Jesús tráelos! 
   ¡Trae tus hermanos y hermanas a Él! 
Cuando termine la gran cosecha, 
   ¡Queremos ver los amados con Él!

III. Tercero, los obreros son pocos.
“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:36-38).
Hay otro pensamiento aquí. “Y al ver las multitudes”. Vamos a tener multitudes de jóvenes viniendo a nuestra iglesia a través de nuestro evangelismo regular en las próximas semanas. Pero, ¿qué van a encontrar cuando lleguen aquí? ¿Van a encontrar que eres cálido y amable con ellos? ¿Van a encontrar que tienes celo en hacerte amigo de ellos y en hacerlos sentir como en casa? ¿O van a darse cuenta que en realidad no te preocupas por ellos? La gente se da cuenta, ves.
¿Te acordarás de esto el próximo Domingo? ¡Falta mucho para que llegue! El Sábado pasado por la noche di un sermón sobre el celo de Cristo. Uno de los puntos fue: “Debemos cantar con celo”. Este punto fue recibido con mucho entusiasmo el Sábado por la noche. Pero doce horas después, el Domingo por la mañana, tuvimos el peor de los cantos que hemos tenido durante meses. ¿Por qué? Porque en las cosas espirituales el hombre es muy débil y perezoso en el mejor de los casos. Incluso después de ser convertidos todavía somos fuertemente tentados a ser lerdos y perezosos. ¡Tal es el efecto de la caída! Por lo tanto, lo que se predicó el Sábado por la noche fue olvidado por muchas personas en nuestra iglesia el Domingo por la mañana.
Así será con este sermón. Jesús dijo: “La mies es mucha, mas los obreros pocos”. Eso es verdad entre nosotros. Veríamos muchas más adiciones a nuestra iglesia si hubiesen más obreros.
Gracias a Dios tenemos algunos obreros. Pero muchas personas, incluso en nuestra iglesia, no tienen celo de ganar un alma perdida. Nuestros diáconos y líderes traen una multitud, “pero los obreros son pocos”, por lo que la mayoría de ellos se van y no vuelven. ¡Oh, si nuestros jóvenes despertaran, que cosecha sería! Pero muchos no despertarán. Harán de nuevo el próximo Domingo lo que hicieron el Domingo pasado. ¡Gracias a Dios que ahora tenemos algunos obreros! Pero Jesús dijo:
“Los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:37-38).
Debemos orar por más obreros como Soriya, Sheila, Anthony, Jack y Tina – gente como ellos, ¡que pueden recordar trabajar en la cosecha; gente que labore con celo, en vez de retirarse, como con sueño, sin interés en ayudar a las almas perdidas a entrar a nuestra iglesia!
La cosecha no es muy larga, todos los Domingos. Es sólo como una media hora, después de que comemos juntos. Lo que sucede en esa media hora determina si cosechamos o no. Los dormidos se van al baño, o apenas vienen al compañerismo. Ellos no tienen la urgencia, o celo por los que están perdidos. El próximo Domingo serán igual que el Domingo pasado. No despertarán a menos que haya un movimiento soberano de Dios.
“A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”
       (Mateo 9:37-38).
“Cuan Poco Tiempo”. ¡Cántala!
¡Cuán poco tiempo hay para la siega! 
   Con la cosecha vamos hacia Dios, 
A reportarnos ante Jesucristo, 
   Con la esperanza que Él diga “¡Muy bien!” 
¡Seguemos hoy o perdemos la siega! 
   Dios nos ha dado almas que ganar. 
Salvemos pues amados de la llama, 
   Traigamos hoy un pecador aquí. (Dr. Rice, ibid.).

El profeta Jeremías dijo: “Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos” (Jeremías 8:20). Hoy es siete de Agosto. Sólo hay tres Domingos más y el verano ha terminado hasta el próximo año. Has pasado por esta primavera y este verano, y “terminó el verano y [tú no eres salvo]”. Tú sabes que Cristo murió para pagar por tus pecados. Tú sabes que Él resucitó de los muertos – y ahora está en el Cielo, a la diestra del Padre. Tú sabes que Cristo puede limpiar tus pecados con Su Sangre si vienes a Él. Me has escuchado decir estas cosas infinidad de veces y sin embargo “no eres salvo”. Teniendo tantas oportunidades, ¿por qué te detienes? ¿Por qué has rehusado venir a Él? ¡Arrepiéntete y ven a Cristo!
Al resto le digo: “Seguemos hoy” – de pie y canta el coro de la canción de Dr. Rice otra vez.
¡Seguemos hoy o perdemos la siega!
   Dios nos ha dado almas que ganar.
Salvemos pues amados de la llama,
   Traigamos hoy un pecador aquí.

(FIN DEL SERMÓN)
Puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet
en www.realconversion.com. Oprime “Sermones en Español”.


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