miércoles, 30 de septiembre de 2015

UNA OBRA SANTA,REQUIERE HOMBRES SANTOS - Éxodo 31


“Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá […] Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado" (Ex. 31:2,6).

La obra de Dios no se maneja como una empresa cualquiera. Con el apogeo de estilos de liderazgos seculares y estrategias de marketing para hacer crecer empresas y volverlas exitosas, algunos se ven tentados a traer esos estilos de liderazgo y estrategias de crecimiento a la obra de Dios. Pensamos, que si Apple, Coca Cola, Facebook, y algunas otras fuertes marcas, tuvieron éxito aplicando métodos y estrategias en boga, la iglesia también puede tener mucho más éxito. Sin embargo, olvidamos que la obra de Dios avanza y con más éxito a pesar de ti y de mí (y tú sabes cómo eres, al igual que yo). Cuando leemos la Biblia nos encontramos con Dios llamando a obreros que ningún gurú ni coach los recomendaría para liderar una empresa, ni un área de trabajo. Es cierto, hubieron hombres preparados como Moisés, Daniel, Judas, Pablo... pero la gran mayoría no lo era. ¿Te imaginas a un pastor de ovejas siendo presidente de la república? Y no estudió en Harvard ni en Stanford, ni mucho menos en universidad alguna... pero sí estudió cada día la Palabra de Dios... Y es que Dios no mira lo que el ojo humano ve, sino mira el corazón (1 Sam. 16:7).

La obra de Dios es santa, y requiere hombres santos. No porque no hayan ni van a pecar, sino porque son separados para Dios, y buscan hacer su voluntad cada día de su vida. 

El mensaje de hoy nos habla de dos hombres con nombres. Un nombre, en la antigüedad, representaba el carácter; la historia o naturaleza  del individuo. El nombre estaba estrechamente ligado con la existencia.  Lo que no tenía nombre no existía (Gén. 2:19-20; Ecl.6:10). Bezaleel “en la protección de Dios” y Aholiab “mi carpa/tienda paterna” fueron llamados por Dios para una obra especial. Ambos cristalizarían y ejecutarían lo que se le presentó a Moisés.  Qué impresionante es saber que Dios nos conoce por nuestro nombre. No somos un  número más en la gran lista de criaturas de Dios. Dios nos conoce por nuestro nombre. En la escuela, los profesores y maestros estilan llamarnos por números, y no por nuestro nombre. Dios no es así, nos llama nuestro nombre.

Es interesante notar que si bien es cierto Bezaleel y Aholiab eran varones con talentos y dones, gozaban de experiencia en lo que, de alguna manera u otra, Dios requería; lo que impresiona es que Dios no los deja solo con sus habilidades y destrezas sino que los capacita con sabiduría y los dota del Espíritu Santo para que “hagan todo” lo que había mandado. Y es que cosas espirituales demandan hombres espirituales.

Algún lector puede estar pensando en cómo fue su llamado: Bezaleel y Aholiab gozaban de experiencia y talentos o dones, ¿y qué de mí? ¿Yo no tengo ningún talento? ¿Yo no sé hacer nada bueno en los asuntos del Señor? Déjame decirte que Dios no tiene hijos sin dones. La Biblia enseña que Dios dotó a algunos con cinco talentos, a otros con tres y a otros con uno… pero a todos le dio al menos uno (Mt. 25). Esto quiere decir que todos, de alguna manera u otra, tenemos algún don o talento que Dios nos ha dado. El problema es que probablemente no lo estamos usando.

Pero, hay un detalle mucho más extraordinario. Cuando Dios nos llama,  no nos ve como somos: con defectos, errores, fracasos y temores sino más bien cómo llegaremos a ser con su intervención. Es cierto que algunos llamados sí tienen muchos dones y talentos, a esos los conocemos como talentosos, pero Dios nos ve lo que ven nuestros ojos (1 Sam. 16:7).

Podríamos concluir diciendo que, (1) Dios no nos llama al azar, lo hace porque nos conoce; (2) Dios nos llama y nos capacita con su Espíritu Santo porque su servicio es santo y requiere hombres santos; (3) todos, de alguna manera u otra tenemos algún talento o don; (4) Dios nos llama y considera nuestros talentos y experiencia, pero eso no determina nuestro llamado, Dios desea que sus hijos sean obedientes y se pongan en sus manos.

Hoy es un nuevo día, hay muchos desafíos que cumplir. No olvides que Dios te llamó para una obra santa, porque tienes algún don o talento y debes ser obediente en hacer "todo lo que él mandó". ¿Eres un líder en la iglesia? ¿Qué responsabilidad tienes? No te desanimes, Dios sí te llamó. Alégrate y ponte en las manos de Dios.

 Buen día!

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¡Dios te bendiga mucho! 

martes, 29 de septiembre de 2015

LA ORACIÓN: EL CAMINO CORRECTO - Éxodo 30


"Cada mañana, cuando Aarón prepare lámparas, quemará incienso aromático sobre el altar, y también al caer la tarde, cuando las encienda. Las futuras generaciones deberán quemar siempre incienso ante el Señor" (Ex. 30:7,8).

Uno de los accesorios dentro del lugar Santo, en el Santuario, era el altar del incienso; que al igual que los otros accesorios debía ser construido de manera cuidadosa y especial. Como todo el santuario, el altar del incienso fue diseñado tal como Moisés lo vio del modelo del santuario celestial. Entender este detalle es de vital importancia, porque nos recuerda que todo el santuario es parte del plan de salvación.

En ese contexto, el altar de incienso simboliza "las oraciones que ascienden desde el altar del corazón hasta Dios (Sal. 141: 2; Luc. 1:10; Apoc. 5: 8; 8: 3, 4)" que deben ser presentados ante Dios cada vez que se preparare lámparas. Las "lámparas" simbolizan: 
(1) La luz individual y como iglesia (Mt. 5:14 y Ap.1:12,20).
(2) Representa el Espíritu Santo para alumbrar a la iglesia (Zc. 4:2-6; Ap. 4:5).
(3) Sin embargo, en el más alto sentido posible, señala a nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Juan 9: 5) quien es la luz del mundo (Juan 1: 4; 8: 12; 12: 46).

Podemos ver que siempre que buscamos, (1) ser luz del mundo, (2) la presencia del Espíritu Santo y (3) la guía de Jesús y Su palabra (Sal. 119:105) debemos hacerlo en oración ferviente. Oraciones que sean un diálogo sincero con Dios, y no un mero rezo de frases que a veces no guardan relación con nosotros.

La oración debía ser hecho en la mañana y en la tarde, dicho de modo más literal: sería de madrugada y antes de acostarse. No podemos estudiar, buscar la presencia del Espíritu Santo y mucho menos pretender ser luz del mundo, si no somos apasionados de la oración sincera.

Una de las razones por las que con frecuencia "cristianos", "lectores de la Biblia" salen con "nueva luz" o "nuevas doctrinas", es porque no van a la fuente de sabiduría y conocimiento por el camino correcto: la oración. No entendiendo que las "las cosas espirituales deben ser entendidas del mismo modo". Antes de ir con presupuestos, opiniones camufladas... vayamos a la Biblia, a la búsqueda de Cristo con oración ferviente, con oración sincera.

En la edición anterior del Himnario Adventista el himno 344 "Dulce oración" entre varias cosas decía: "tan solo el día cuando esté, con Cristo en la celeste Sión, entonces me despediré de ti feliz dulce oración..." Sin duda esas letras son poderosas. El texto de hoy termina diciendo: "Las futuras generaciones deberán quemar siempre incienso ante el Señor". Dios nos tiene en sus planes desde antes de la fundación de este mundo (Ef. 1:4) y como tal nos vio hoy, y nos dice que debemos quemar incienso grato a su nombre.

Hoy es un nuevo día, ve a donde debes ir no sin antes ir por el camino correcto al cielo: La Oración...!

 Buen día!

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viernes, 25 de septiembre de 2015

¿CÓMO QUIERE DIOS QUE HAGAMOS SU OBRA? - Éxodo 26


“Harás el  tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí; y lo harás con querubines de obra primorosa” (Éxodo 26:1).

Ayer vimos que el tabernáculo representaba el deseo de Dios para con su pueblo: Morar en medio de ellos (Exo.25:8). La venida de Jesús también representaba ese deseo. Cristo, que vino a este mundo y se hizo “carne” y habitó en medio de  la humanidad caída (Jn.1:14). Jesús es así, el Emmanuel: “Dios con nosotros”. Elena G. de White dice: “Así Cristo levantó su tabernáculo en medio de nuestro campamento. Hincó su tienda al lado de la tienda de los hombres, a fin de morar entre nosotros y familiarizarnos con su vida y carácter divinos […] Desde que Jesús vino a morar con nosotros sabemos que Dios conoce nuestras pruebas y simpatiza con nuestros pesares” (El deseado de todas las gentes, p. 15). Sin duda alguna, el santuario que Dios quería que Moisés construya, tenía ese fin sublime.

Después de presentarle la razón del porqué un santuario: De morar en medio de su pueblo. Dios le dijo a Moisés que, el modelo y los detalles tenían su origen en Él, es decir que Dios le mostraría cómo y con qué debía ser construido: “Conforme a todo lo que yo  te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis” (Exo.25:9 cf. v.40). ¿Por qué? Porque el santuario no sería el original sino la copia, la sombra (Heb.8:5). El santuario terrenal, es entonces, “copia” del Santuario celestial (Heb.8:1, 2).

Habiéndole dicho a Moisés el objetivo del santuario y que el modelo que seguirían sería el celestial; ahora detalla los muebles y utensilios: El arca del testimonio (Exo.25:10-22), la mesa para el pan de la proposición (Exo.25:23-30), el candelero de oro (Exo.25:31-40), y el capítulo para hoy detalla el tabernáculo (Exo.26:1-37). Es interesante cada mueble y utensilio tienen detalles específicos, ¿por qué?, porque nació en la mente de Dios y es para Él. Encuentro algunos principios muy interesantes en todo lo que Dios le pidió:

Planificación. Toda empresa de Dios debe ser planificado. Cuántas cosas nos ahorraríamos si tan solo planificaríamos (Luc.14:26). ¿Eres un líder que planifica?
Estética. La palabra primorosa, del hebreo chashab indican, habilidad, delicadeza, cuidado y bien hecho. Las cosas hechas para Dios deben tener en cuenta este detalle: Debe ser estético. No podemos hacer las cosas sin belleza, un trabajo artístico.
Exactitud. No da aproximaciones, no. El tabernáculo, así como los muebles y utensilios que iban a estar dentro de él, debían ser hechos exactamente. Con precisión.
Obediencia. Todos los puntos anteriores serían realizados así, como consecuencia de un líder obediente como Moisés. La planificación, estética y exactitud en las cosas de Dios tendrán su cumplimiento si somos obedientes a las indicaciones divinas.

Hoy es un nuevo día. ¿Eres consciente que Dios quiere hagamos su obra teniendo en cuenta los detalles? El pastor Marcos Souza, refiere que: “El santuario revela que: (1) A Dios le importan los detalles, (2) Dios es estético, y (2) Dios es consistente”. Concuerdo con estos puntos. Como hijos de Dios debemos entender que si queremos hacer Su obra, debemos ser planificados, estéticos, exactos y obedientes. Recordemos que Dios todo lo hizo bueno en gran manera (Gen.1:31). ¿Amén?


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jueves, 24 de septiembre de 2015

EL MAYOR DESEO DE DIOS - Éxodo 25


“Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” (Éxodo 25:8).

¿Cuál es el mayor deseo de Dios para con sus hijos? ¿Para qué construir un santuario? ¿Qué razones tendría Dios para pedirle a Moisés que construya un santuario en el desierto? La respuesta a esta pregunta, se encuentra en el texto de hoy: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” (Exo.25:8), con estas palabras, Dios expresó su deseo de habitar con nosotros. A leer la Biblia, desde el Génesis al Apocalipsis nos encontraremos con esa constante: Dios siempre quiere estar con nosotros. Y es que tú y yo somos creación suya, somos obra de sus manos (Sal.138:8), ¿qué padre no ama a sus hijos? Fue el enemigo que Dios, quien obró la separación entre Dios y su creación, a través del ingreso del pecado (Isa. 59:2). Ahora, Dios “moraría” en medio de su pueblo, ellos sentirían su presencia cercana, todos los días. ¿Qué te parece? ¿Te gustaría tener la seguridad de la presencia de Dios cada día en tu vida?

El pueblo de Israel construiría un santuario portátil, pues estaban yendo rumbo a Canaán. Sin embargo, todo lo que a Moisés se le mostró, era un reflejo, una vislumbre de un santuario celestial (Exo.25:9 cf. Heb.8:5). El santuario del desierto acompañó al pueblo por cientos de años, hasta que ese santuario movible se instaló definitivamente en el gran templo del rey Salomón. Sin embargo, por la desobediencia y rebeldía del pueblo, los babilonios dejaron del templo y el santuario, solo escombros (2 Cro.36:17-21). A su regreso del exilio, por mandato de Ciro, que Nehemías junto a Zorobabel reconstruyeron una vez más el templo a Dios; no obstante, este templo también sería profanado y destruido por griegos y romanos respectivamente. Finalmente, Herodes “el grande”, derribó lo que quedaba del templo de Zorobabel en el año 20 AC., y reconstruyó el templo de Jerusalén en 46 años (Jn.2:20), esto es en el año 25 D.C aproximadamente. Cuando Jesús leyó el libro de la Isaías en la sinagoga (Luc. 4:16-21), el templo ya había sido construido.

El santuario representaba, entonces, el deseo de Dios de habitar con su pueblo. Dios estaría con su pueblo, lo divino cerca de lo humano. La perfección actuando en medio de la imperfección. El nacimiento de Jesús también persiguió ese deseo de Dios. Mateo dice que  Jesús es el Emmanuel, esto es Dios con nosotros (Mat.1:23 cf. Isa. 7.14). Pero Juan da un detalle más y mejor, cuando dice: “Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros” (Jn. 1:14). La palabra griega se traduce literalmente: “hizo su tabernáculo” entre los hombres (Comentario Bíblico Adventista, p. 1:647), pues su meta máxima es morar con nosotros por siempre (Jn. 14:1-3). Esto es lo más hermoso del carácter de Dios, siempre buscando estar con sus hijos (Apo.3:20).

Hoy es un nuevo día. Recuerda que Dios quiere morar contigo cada día, por siempre, por la eternidad. ¿Quisieras morar tú con Él? ¿Quisieras morar con Dios por la eternidad? Dios está preparando lugar para ti (Jn.14:1-3), todo depende de ti, ¿qué vas a decidir?



 Buen día!

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miércoles, 23 de septiembre de 2015

PROMETEMOS Y FALLAMOS, ¿POR QUÉ? -Éxodo 24


“Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todas las leyes; y todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová a dicho” (Éxodo 24:3).

Después de escuchar un sermón inspirador (de esos que decimos: ¡un sermón poderoso!), solemos decir: “¡Amén!”. Y no mentimos, no. Lo decimos de todo corazón, lo sentimos en ese momento, queremos ser fieles a Dios y a su Palabra… pero, ¿por qué cuando pasan los minutos, las horas, los días, volvemos a lo mismo? El pueblo de Israel y su actitud podrían enseñarnos muchas lecciones, a ellos les pasó lo mismo, y muchas veces. ¿Cuántas veces prometimos fidelidad a Dios y le hemos fallado? Jesús nos diría: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mat.26:41). Y es que somos tan humanos, tan simples, tan débiles, tan imperfectos, tan corruptos… Somos de carne y hueso, y Dios lo sabe.

Cuando Moisés regresó de su diálogo con Dios en el monte de Sinaí, donde Dios le contó el propósito que tenía para su pueblo: Que sea reino de sacerdotes y una nación santa (Ex. 19:5, 6), llama la atención que la Biblia dice: “Y todo el pueblo respondió a una voz, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos” (Éxodo 19:8). El pueblo no mentía. El pueblo de Israel decía la verdad, sentía emoción de ser considerado un pueblo especial, tenían toda la voluntad, pero no conocían su propio corazón. No sabían que el corazón del hombre es engañoso  y que nadie lo conoce (Jer.17:9). ¿Te ha pasado alguna vez? ¿Creías que te conocías bien, pero te diste cuenta que no te conocías e hiciste cosas que jamás hubieras imaginado hacer? Es real, solo Dios conoce tu corazón, tu vida… nadie más.

En el capítulo de hoy, vemos a Moisés de regreso del Monte de Sinaí, con el libro del pacto (todo lo registrado desde Éxodo 20:22 a 23:33, pues el pueblo de Israel  le había dicho a Moisés que vaya solo y converse con Dios por temor a morir), y “contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todas las leyes; y todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová a dicho” (Éxodo 24:3). Y por si esto fuera poco, al día siguiente, Moisés, nuevamente “tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Una vez más, el pueblo promete, y ahora añade: OBEDECEREMOS.

Obediencia. Tan necesaria, y tan difícil de lograrla. Buscamos obediencia y nos encontramos con todo lo contrario, la DESOBEDIENCIA. No importa cuántas veces prometamos, casi siempre vamos a terminar desobedeciendo. Y no es una declaración fatalista y pesimista de la vida cristiana, es una constante. Te ha pasado si eres humano. La pregunta que viene a mi mente es, ¿Dios conoce esa “constante” en el ser humano? La respuesta es, sí. Dios conoce tu corazón, Él sí sabe la naturaleza rebelde de tu corazón a diferencia de ti. Y a pesar de eso, quiere hacer un pacto cada día contigo. Sabe que le fallarás, pero su amor es más grande, que conociendo todo lo malo del ser humano, entregó a Jesús para morir por la caída humanidad.

Y Jesús, que es el camino, la verdad y la vida (Jn.14:6), es el único que puede ayudarnos a cumplir con nuestro compromiso de fidelidad a Dios. El pueblo de Israel, así como nosotros creyó que era posible ser OBEDIENTE  a Dios con fuerzas propias, con voluntad y dominio propio… pero no es así, nunca fue así, y no lo será. Podemos tener la “buena voluntad”, pero eso es insuficiente para vencer, para ser OBEDIENTE, es necesario vivir con Cristo, porque separados de Él, nada podremos hacer (Jn.15:5). No es poesía, es real. En mi experiencia personal, cuando más seguro pensé que estaba, más lejos de Dios llegué, más hondo caí. No es con fuerza, es con el Espíritu de Dios (Zac.4:6).

Buen día!

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martes, 22 de septiembre de 2015

NO ESTÁS SOLO, CRISTO VA DELANTE DE TI - Éxodo 23


“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado” (Éxodo 23:20).

En tu caminata hacia Canaán no estás solo. Puedes estar en medio del desierto, pero si te fijas bien, si reflexiones en tu vida, notarás que “una columna de fuego por las noches te abrigan; y una nube en el día te da sombra. No es fácil, es cierto, pero debes recordar que Cristo dijo: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mat.28:20). No es poesía, es realidad. Solo debes ser capaz de aceptarlo, vivirlo por fe.

Cristo va delante de ti
La palabra Mal’ak, “ángel”, significa “mensajero”. Cristo es el mensajero por excelencia. Vino a éste mundo trayendo un mensaje vivo, Él era el Mensajero del cielo, y era el mismo Mensaje a la vez (Jn.3:16). Pero no es un mensajero pasivo, es un mensajero protector, es Yhwh –nissi “Jehová es mi bandera, estandarte, baluarte” (Ex.17:15), Cristo va delante de tu vida. No estás solo, Cristo va delante de ti. Y si Cristo va contigo, ¿quién podrá hacerte frente? (Rom. 8:31).

Cristo de cuida en el camino
El camino rumbo a Canaán, a la tierra prometida era un camino peligroso. Geográficamente era desértico, accidentado y con muchos pueblos agresivos y celosos. El pueblo de Israel era un pueblo de gente de agricultores, pastores, esclavos, mujeres y niños… No había guerreros, soldados listos para dar batalla. Estaban como “ovejas en medio de lobos” (Mat.10:16). Y es que es la realidad. Estamos en medio de una tierra peligrosa. Vivimos en un mundo lleno de maldad, la inseguridad es terrible. ¿Quién podrá defendernos? Solo Cristo Jesús, el Único que venció el enemigo es capaz de vencer a toooodos los enemigos dela vida. Satanás quiere impedir que llegues a Canaán, pero no estás solo, Cristo va delante de ti.

Cristo te llevará al Hogar preparado
Una vez más te recuerdo. Este mundo no es tu hogar. Hay un lugar que Dios ha preparado. Ya lo dijo el mismo Jesús: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Jn.14:2). Cristo nos llevará a ese hogar que Él mismo ha preparado: La Canaán celestial. Somos peregrinos en este mundo, nuestro destino es el Cielo, es Canaán.

 En la caminata hacia la tierra prometida no estamos solos. Y es que sería imposible humanamente hablando que más de dos millones de personas puedan vivir cuarenta años en el desierto, esto no es lógico ni posible. Lo que hizo posible esto, fue Cristo que iba delante, cuidándolos y finalmente, introduciéndolos en Canaán. No estás solo, Jesús va delante de ti, y cuando Cristo va delante de ti, tus caminos son diferentes.


Buen día!

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viernes, 18 de septiembre de 2015

El propósito de Dios para su pueblo - Éxodo 19


“Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel” (Éxodo 19:5, 6).

Tres meses después de salir de Egipto, llegaron al desierto de Sinaí.  Una parada rumbo a Canaán. Dios vio que era necesario que su pueblo pase por Sinaí antes de ir a la tierra prometida. ¿Con qué propósito los llevó hasta Sinaí? La razón del porqué el pueblo de Israel tenían que pasar por Sinaí antes de ir a Canaán radicaba en que debían conocer el propósito de Dios para ellos. Como ya dijimos antes, no hay nada de lo que Dios haga que no tenga un propósito. Dios tenía un propósito para ellos, y ellos debían saberlo directamente de Dios: (1) reino de sacerdotes y (2) gente santa, y para que esto sea real, el pueblo de Israel debía ser obediente, debía guardar su pacto.

Reino de sacerdotes
El propósito de Dios para los israelitas era extraordinario. Los israelitas serían un linaje tanto real como sacerdotal: reyes y sacerdotes. En mundo infestado por la maldad, debían ser reyes morales y espirituales en el sentido de que prevalecerían sobre el reino del pecado (Apoc.20:6), serían cabeza y no cola (Dt.28:13) ya que tendrían una vida de prosperidad. Y serían sacerdotes porque debían ser los intermediarios entre Dios y los paganos, debían, en oración y alabanzas y sacrificios interceder antes Dios, por aquellos que no pertenecían al gran pueblo de Dios. El propósito que Dios tenía para su pueblo era realmente maravilloso.

Gente santa
El segundo propósito de Dios para los israelitas era especial: Serían una nación santa. El pueblo de Dios debía ser diferente de las otras naciones, serían gente consagrada al  servicio de Dios. El ser santo no indica impecabilidad o perfección, pero indica ser separado de lo mundano para un uso sagrado, para Dios. Y es que un Dios Santo exige un pueblo santo (Mt. 5:48, 1 Ped. 1:16). El pueblo de Israel fue llamado a ser un pueblo santo, separado por Dios para una misión especial, serían los que prepararían el camino para la venida del Mesías, Jesús.

¿Cómo llegarían a ser un reino de sacerdotes y gente santa?
La respuesta  está en la siguiente declaración: “Si diereis oído a mi voz y guardareis mi pacto” (Ex.19:5). Parece obvio, no lo es. Es mucho más serio de lo que parece: El pueblo debía ser obediente. Y al ver la historia dela humanidad podemos notar que es lo que más le costó hacer. La desobediencia era un asunto natural en cada ser humano, fue la causa de la entrada del pecado al huerto de Edén. ¿Es tan difícil ser obediente? Lo es, y tú yo lo sabemos en experiencia propia.

Hoy es un nuevo día. El mismo propósito que Dios tenía para el pueblo de Israel es el que tiene para nosotros hoy, desea que tú y yo seamos sacerdotes y santos. Que trabajemos que personas que no pertenecen al pueblo de Dios, tengan esperanza. Conozcan del maravilloso amor de Dios. Y para que nuestra obra sea efectiva debemos ser santos, separados, diferentes a los demás. La pregunta es, ¿Cómo lo lograremos? Unidos a Cristo, pues dice Jesús “separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5). Solo tomados de la mano de Jesús, conectados a Jesús podremos ser obedientes al pacto de Dios, hacedores y no solo oidores de la verdad. Para ir a Canaán, es necesario recordar el propósito: Somos llamados a ser reino de sacerdotes y gente santa.

Buen día!

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jueves, 17 de septiembre de 2015

La importancia de la organización en la iglesia - Éxodo 18


"Escogió Moisés varones de virtud entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez" (Éxodo 18:25).

El pueblo de Dios había crecido. El enemigo de Dios a través del faraón que no conocía a José, vio en un pueblo numeroso un problema, una amenaza z. Los sometió a la esclavitud y los desorganizó (Ex. 1:8).[1]Dios vio la aflicción de sus hijos, y a través de Moisés, libertó a su pueblo. Sin embargo, ese pueblo, la nación israelita estaba en una total desorganización. Y si la desorganización es, de por sí un problema, el problema más grave es cuando el líder es parte de esa desorganización.

Vamos a llamar al pueblo hebreo “la Iglesia de Adventista del Séptimo Día del Antiguo Testamento”. Era un Mega Iglesia -¿Cómo la iglesia del pastor David Cho?- ¡Mucho más grande!

El problema de la iglesia
El número de personas que salieron de Egipto fueron 600 000 sin contar mujeres y niños (Ex. 12:37), esto es igual, según los estudiosos a más de millón y medio de personas aproximadamente. Moisés era el líder, el pastor. Sin lugar a dudas, era una locura lo que Moisés venía haciendo en el tiempo, antes de la visita de su suegro (Ex. 18). El viejo sacerdote de Madián, Jetro, vio que Moisés era muy trabajador, sin embargo debía hacer cambios o de lo contrario “acabaría agotándose del todo”. Se advierten al menos dos problemas:

Centralismo de poder. La razón por el cual muchas empresas, instituciones e iglesias fracasan radica no tanto en la falta de dinero, o material humano, sino en centralizar el poder y no delegar responsabilidades de acuerdo a capacidades. Elena G. White declara: “Los hombres dirigentes deben delegar responsabilidades sobre otros y permitirles trazar planes e idear medios y ponerlos en ejecución”.[2] La mensajera del Señor aconseja el principio de delegar responsabilidades, muy lejano a centralizar el poder o querer hacerlo todo.[3]

Desperdicio de tiempo. “El tiempos es oro” dice un dicho popular. Y no tiene que ver con “dinero” necesariamente. El dinero se recupera, pero el tiempo es imposible. En una hora perdida, puedo perder una, dos, tres vidas, tres almas saladas de las garras del enemigo; eso sí que vale la sangre de Cristo. La iglesia de Moisés era muy lenta. Tenían que esperar a que él solucione toooodos los problemas y las decisiones por más fáciles o difíciles que sean. Definitivamente era un gran, y grave problema.

Solución para el problema de la iglesia de los tiempos de Moisés
Jetro, al ver el caos de la iglesia, desorganizada y sin líderes capaces, va a Moisés con tino y le da una estrategia[4] regia y sencilla, que sin duda fue por inspiración de Dios, es por ello que Moisés deja plasmado ese evento:

Capacita, es decir enseña (Ex. 18:20).
Elige líderes temerosos de Dios (Ex. 18:21-27) de:
- 1000(Podría ser como un distrito misionero).
- 100 (Podría ser una iglesia).
- 50 (Podría ser una congregación).
- 10 (¡Esto sí es un Grupo Pequeño!).
¡Poderoso! Ahora sí que fue un éxodo (una salida) para un problema organizacional. Moisés podía ahora respirar tranquilo. ¿Por qué un Grupo Pequeño? Porque es el plan de Dios. Y porque es la mejor manera de organizarse.

El pueblo de Israel salió de Egipto por mano de Dios rumbo a Canaán. Era preciso que llegue, pero para que eso sea realidad debía enseñarle algo más (a parte de las ordenanzas y leyes), debían aprender a organizarse. Por ello utilizó a Jetro, un profeta, siervo de Dios para mostrar esa verdad.
Así como el pueblo de Israel tú y yo hemos salido de Egipto, y Dios nos quiere llevar a la Canaán, pero no podremos llegar a menos que aprendamos a organizarnos bien, en Grupos Pequeños. Y para ello utilizó a Elena G. de White, una sierva de Dios, para mostrarnos y hacernos volver a nuestros orígenes. ¿Por qué organizarnos en Grupos Pequeños? Porque es el plan de Dios para el pueblo rumbo a Canaán, para que le adore por siempre y para siempre (Ap. 14:3).

Elena G. de White dice: “El (Dios) se propone que aprendamos lecciones de orden y organización del orden perfecto instituido en los días de Moisés, para beneficio de los hijos de Israel”.[5]

Hoy es un nuevo día. Vayamos a Canaán, al cielo bien organizados. Oremos y trabajemos para que esto sea una realidad en cada una de nuestras iglesias.

 Buen día!

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[1] Heyssen J. Cordero, “La arquilla de moisés en el conflicto cósmico”, Berit Olam 3, no.1 (2006): 14.
[2] Elena G. de White, Liderazgo cristiano (Buenos Aires: ACES, 2002), 52.
[3] Felipe Esteban,  Principios de liderazgo (Lima: Editorial Imprenta Unión, 2006), 28.
[4] Elías Brasil de Souza, “Fundamentos bíblicos e teológicos do ministério de pequenos grupos”, Pequenos grupos, grandes soluçônes (SP, Brasil: Cámara Brasileira do Libro, 2007), 16.
[5] Elena G. White, Servicio cristiano (Buenos Aires: ACES, 2007), 93.
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