domingo, 25 de abril de 2021

SOPOR ESPIRITUAL - MALAQUÍAS 1

El último libro del Antiguo Testamento es Malaquías, que significa (en griego “mensajero de Jehová”, en griego) o Mal’akhí (en hebreo “mi mensajero” (en hebreo), tal como le menciona Malaquías 3:1. El ministerio del profeta se desarrolló después del exilio en Babilonia, en una época posterior al 515 a.C, cuando el templo ya estaba reedificado y en funcionamiento, muy cerca o contemporáneo a Esdras y Nehemías (siglo V a.C).


El mensaje de Malaquías reprende el “sopor” espiritual. Se puede notar que el pueblo de Dios ya ha superado la idolatría abierta, pues no parece que se practicara en tiempos de Malaquías, al menos en forma explícita, sin embargo se puede evidenciar en las líneas del libro una apatía espiritual, un formalismo religioso que carece de amor y compromiso a Dios. Así, a través de 23 preguntas, el profeta propone un autoexamen lleno de reproches contra los sacerdotes y el pueblo. 


El capítulo 1 del libro presenta por lo menos dos lecciones importantes a destacar:


1. EL AMOR DE DIOS POR ISRAEL. “Yo os he amado” (v.2). Esta palabra es impresionante. Dios nos ama. Y esta no es una frase bonita de predicador, o un cliché de alguna escritor más, no. Es la realidad. Dios ama a su pueblo a pesar de todo. A pesar de su actitud rebelde y engreída, Dios sigue amando a su pueblo.  Sin embargo, ante la declaración de amor de Dios, el pueblo responde con una pregunta:”¿En qué nos amaste?” (primer reproche). Dios les habla de los descendientes de Esaú, sus primos, para mostrarles que Dios no solo escogió a Jacob (Israel) sino que lo cuidó y preservó hasta esos tiempos. En otras palabras Dios les dice: “¿Ustedes creen que por sus fuerzas o por simple casualidad siguen vivos como pueblo, siendo que Edom, Samaria, Egipto, etc, fueron destruidos y no existen más?”. El amor de Dios se puede ver en pequeños detalles. A veces pensamos que todavía necesitamos ganar “la tinka” (un juego de lotería en el Perú) y tener abundante dinero para que reconozcamos que Dios nos ama. El solo hecho de que estés vivo ahora, es una muestra del amor de Dios, de su misericordia y es porque Dios tiene un plan para ti. 


2. SOPOR ESPIRITUAL DE ISRAEL. El problema de Judá, después del exilio,  y más específicamente después de la reconstrucción del muro y del templo en Jerusalén, el era la apatía espiritual, el sopor (estado de una persona somnolienta, apática, adormecida, etc), y es que sus líderes menospreciaban a Dios al no honrarle ni temerle como padre, y mucho menos como Dios (v. 6,7). ¿Y por qué decía eso Dios? Porque el pueblo o más bien los sacerdotes, ofrecían en el altar “pan inmundo”, “animal ciego, cojo y enfermo” (v.7-8), que jamás le darían a un príncipe, pero ellos le ofrecen a Dios. Este cuadro es lamentable a más. Así somos los seres humanos hasta hoy. Fíjate en nuestras citas de trabajo. No tomas desayuno si es posible, dejas de hacer cosas importantes con tal de llegar puntual a tu trabajo, para agradar a tus jefes humanos; y sin embargo, cuando se trata de una cita con Dios, a un culto en la iglesia o por zoom, no tienes la presión de estar a la hora puntual, tampoco te esmeras en estar concentrada al 100% como en tu trabajo. ¿Por qué? Porque en cierta forma, aunque no lo reconozcas de labios, valoras más a tu jefe que a Dios. Muchos cristianos o adventistas están tan igual o pero que el pueblo de en tiempos de Malaquías.


El capítulo finaliza destacando que Dios es grande entre todas las naciones (v.12), pero el pueblo de Dios no lo considera así, porque profana al llamar "¡fastidio!” al tener que llevar las mejores ofrendas, y no cualquier cosa. ¿Te imaginas? Yo creo que tú jamás dirías eso de labios. Pero sabes, lo decimos todo el tiempo con nuestras actitudes, muy probablemente:


“Qué fastidio ir a la iglesia”

“Qué fastidio tener que ofrendar”

“Qué fastidio tener que diezmar”

“Qué fastidio tener que predica”

“Qué fastidio tener que ayunar”

“Qué fastidio tener que dar estudios bíblicos”

“Qué fastidio tener que abstenerme de tal o cual alimento”

“Qué fastidio tener que suscribirme a la escuela sabática”

“Qué fastidio...”


Malaquías finaliza diciendo: “Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete y sacrifica a Jehová lo dañado, porque Yo Soy Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones” (v.14). Nadie puede engañar a Dios. 


Hace algunos días, un amigo me contaba sus problemas y cómo es que hace años no es fiel a Dios. Le pregunté: “¿porqué no eres fiel en tus diezmos?”. Él me decía que porque el dinero no le alcanzaba y que estaba pasando por momentos críticos. Le hablé y le dije que no se trataba de dar lo que me sobra sino de lo que es realmente lo justo. Hace dos días exactamente posteo en una historia de Instagram que se había comprado un iPhone 12 en una oferta por internet. ¿No tienes para devolver lo que le corresponde a Dios pero si tienes para comprarte un celular nuevo? Quizás está leyendo alguien que tiene los mejores trajes para salir de paseo a la calle pero un atuendo sencillo para ir a la Iglesia. O como un día conocí a alguien que le parecía muy caro suscribirse a los materiales devocionales y de la escuela sabática pero tenía Netflix, Amazon Prime, y una serie de aplicativos para música, etc. Ahí vemos cuánto amamos a Dios. Malaquías nos enseñará mucho esta semana. Que Dios te bendiga.


¡Feliz día!


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


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