Babilonia ya era historia, pues había sido conquistada por Darío. El rey de Media, como todos los reyes conquistadores tomó a sus enemigos y los destruyó; sin embargo, dejó con vida a Daniel (el hebreo). ¿Por qué lo dejó con vida, y más aún, le dio un cargo importante como ser el jefe de los gobernadores y sátrapas? Darío pudo eliminar a Daniel de la corte real porque era parte del “gobierno” anterior, no obstante, Daniel era un “administrador” sabio, leal, y sobre todo, “había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino” (Daniel 6:3).
Empero, la gracia que tenía Daniel a los ojos del rey de Media, le significó el odio de los demás gobernadores y sátrapas, pues ellos anhelaban el puesto del hebreo. ¿Cómo hacer para que el rey de Media lo odie o elimine de la corte real? El texto dice: “Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él. Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios” (Daniel 6:4, 5).
Lo que los gobernadores y sátrapas refieren es realmente admirable. Daniel era intachable, y no tendrían en él alguna falta sino algún tema en relación con su fe en Dios. Y así fue, ellos le tendieron una trampa, y el rey Darío sin darse cuenta firmó un decreto que afectaba a Daniel y su fe: El decreto consistía en que por treinta días, nadie podría pedir (orar) a ningún hombre o dios que no sea el rey Darío. En aquellos tiempos, los reyes (por lo menos la gran mayoría) se consideraban así mismo dioses. Esto explicaría porqué Darío aceptó firmar el decreto.
¿Qué haría Daniel? ¿Por temor al decreto ahora oraría en secreto? Daniel podía orar en secreto, en su habitación, pero no, no lo hizo así porque siempre, tres veces al día había orado a Dios. Toda su vida había orado abriendo sus ventanas y mirando hacia Jerusalén, y el decreto aunque significase la muerte (en el foso de los leones) no podría quebrantar su fidelidad a Dios. Y es que la fidelidad no está basada en un lugar o circunstancia. La fidelidad no depende de una ley, de un acuerdo o de un incentivo, la fidelidad es en todo lugar, tiempo y en toda circunstancia.
Como Daniel no cambió en lo absoluto su relación con Dios. El edicto real debía cumplirse: Por haber orado / pedido a Dios, y no a Darío como decía el decreto, Daniel debía morir en el foso de los leones. El rey Darío consideraba amigo a Daniel, pero él mismo no podía romper su propia ley, por lo que debía cumplirse (Daniel 6:13, 14).
Daniel fue echado en el foso de los leones, y el rey Darío con pena porque era su amigo, le dijo: “El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre” (v.16). Esa noche el rey medo no pudo dormir, y a la mañana siguiente fue al foso y dijo con tristeza: “Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?” (v. 20).
Daniel respondió: “Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo” (v.22).
La historia finaliza la salvación de Daniel, y con la destrucción de los corruptos y tramposos gobernadores y sátrapas, juntamente con sus familias en el foso de los leones. Terrible. Y no solo eso, sino que el rey medo, declarando: “Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin. Él salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones” (v.26, 27).
Dios salva y libra a sus hijos fieles. No hay porqué dudar, solo debemos acercarnos confiadamente a Dios en medio de las pruebas que el enemigo nos tiende.
Daniel nos enseña que la fidelidad debe ser en todo tiempo, lugar y circunstancias. Y Dios recompensa, salva y libra.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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