miércoles, 22 de mayo de 2024

CUATRO REYES PERSAS, EL “REY VALIENTE” Y EL SUEÑO DE DIOS - DANIEL 11


En el capítulo 11 de Daniel, encontramos el esfuerzo del hombre por alcanzar sus objetivos y los resultados que este consigue. Hay una gran lección para nosotros centrada en la profecía de un gran rey griego. Daniel escribió el capítulo 11 cuando Ciro era rey. Los medos y persas eran la potencia y aún pasarían muchos años hasta que cayera y se levantaran los griegos.


I. UN IMPERIO Y UN REY SIN HEREDERO

Cuatro reyes (Daniel 11:2): La Biblia profetiza exactamente que después de Ciro, pasarían cuatro reyes para provocar un levantamiento griego. Los cuatro reyes son:

a. Cambises: del año 530 – 522 a.C.

b. Esmerides: año 522.

c. Dario: del año 522 al 486.

d. Jerjes (Asuero): del año 486 al 465.


Jerjes es el cuarto rey profetizado, quien, por sus provocaciones y arrogancia, sería el responsable de “unir y levantar” a los griegos (Javán) y luchar contra los persas.


II. UN NUEVO IMPERIO (DANIEL 11:3)

En el versículo 3, Daniel salta de Jerjes al surgimiento de un nuevo imperio. Sabemos que después de los medos y persas surge el imperio griego, y el responsable de llevar a la cima a Grecia fue Alejandro Magno. De este rey ya se habló en el capítulo 7 y 8, pero el capítulo 11 añade una información que merece nuestra atención.


  1. Un rey valiente (Daniel 11:3). El “rey valiente” es Alejandro Magno. Un gran líder de quien tendremos que aprender una gran verdad. Nació en Pela, Grecia, el año 323 a.C. Sus padres fueron Olimpia y Filipo y estos influyeron grandemente en la personalidad de Alejandro. Analicemos algunos rasgos de la vida de este gran rey. 

Deseos de grandeza: Filipo, el padre de Alejandro, es asesinado antes de salir a conquistar Asia. Alejandro toma el reinado de Grecia a los 20 años. Existe un punto llamativo en la muerte de Filipo. Muchos historiadores creen que Alejandro está involucrado en la muerte de su padre. Alejandro deseaba llevarse la grandeza de la conquista de Asia, y para conseguirlo habría decidido eliminar a su padre.


Gran estratega: no podemos negar que Alejandro era muy inteligente y preparado para la guerra. Nunca perdió una batalla. Gran parte de ese éxito se debe a la educación que recibió de su padre y también que fuera alumno del famoso filósofo griego Aristóteles. Esa formación, sumado a su crueldad, le permitió hacer crecer el imperio en trece años. Fue tan rápido la expansión que sus hazañas son comparadas con un leopardo en Daniel 7:6.


Complejo de divinidad: con poco más de 20 años, Alejandro a conquistado grandes imperios. Venció a los persas y debido a sus conquistas y carácter, sus soldados y muchas personas comienzan a verlo como un “dios” en persona. No paso mucho tiempo para que Alejandro llegara a pensar que él en realidad era un “dios”.


Sed insaciable: Alejandro era ambiciosos. No se conformó con vengarse de los persas. Su sed de conquista lo llevó a querer más, y jamás su sed fue saciada. No solo quería poder, también buscaba deleites.


En su búsqueda de una plena felicidad, Alejandro comenzó a darse a los placeres. Bebía constantemente, se granjeaba de sus conquistas y le gustaba tener amantes. Amantes que eran mujeres y también varones (algo muy común en los griegos).

2. Reino quebrado (Daniel 11:4). Esta vida de excesos conduce a Alejandro a una muerte repentina. El versículo 4 dice que “su reino sería quebrado”. A los 32 años, víctima de una enfermedad, que pudo ser consecuencia de su vida lujuriosa, el 13 de junio de 323 a. C. Alejandro muere.


Dividido a los cuatro vientos

La profecía señala que, a su muerte, “el reino será dividido, pero no para sus descendientes”. Sus cuatro generales dividen en cuatro áreas y cada uno gobierna un territorio. Nunca más se unificaría y doscientos años más tarde serían conquistados por los romanos (Daniel 11.14) 3. Sin heredero (Daniel 11:4). Pasemos a ver un hecho que no se menciona en los otros capítulos. Cuando Alejandro muere, no tenía un heredero. El gran rey, conquistador, dejó un gran legado histórico, pero su linaje, terminó con él. No hubo un hijo que perpetuara su sangre. Filosofía, política otros aspectos fueron expandidos por Alejandro, pero finalmente fueron absorbidos por los romanos y con el paso de los siglos Grecia dejó de ser esa potencia y prácticamente solo quedan en los recuerdos, como los de Babilonia y los persas. Un triste final para Alejandro y el linaje de su familia.


III. SUEÑOS FUGACES Y UN SUEÑO ETERNO

El fugaz sueño del hombre:

En gran medida, el capítulo 11 de Daniel refleja la triste realidad del hombre que está lejos de Dios o que desea alcanzar sus sueños a su manera. Alejandro bien podría representar todo hombre en su búsqueda de sueños. Seamos claros, con nuestras fuerzas podemos alcanzar grandes cosas. Iniciar y culminar carreras. Formar una familia o iniciar un negocio. podemos alcanzar estas metas. Pero seguiremos siendo como Alejandro, con una sed insaciable de tener más, porque nada nos hace feliz. Conseguiremos un objetivo, nos dará felicidad por un momento, luego volveremos a nuestra condición de insatisfacción e infelicidad y caeremos en ese círculo que solo da vueltas y vueltas.


Daniel 11 finaliza diciendo que todo reino que el hombre establece, todo sueño que el hombre haga sin Dios llegará a su fin (Daniel 11.45).


El reino de Dios, un reino eterno (Daniel 2:44) Solo Dios puede crear un linaje que jamás será destruido. Ya estudiamos en el capítulo dos que los reinos humanos pasarán, pero el reino que Dios está a punto de establecer será eterno, y no solo para Él o un grupo cerrado, es un reino que todos podemos formar parte de él. El sueño de Dios es que tu formes parte de ese reino. ¿Qué necesitas hacer para alcanzar ese reino? 


CONCLUSIÓN

Un soldado que en Filipos tenía todo lo que un hombre necesitaba, estuvo a punto de matarse cuando por un terremoto la cárcel donde cuidaba quedó abierta.


Su mundo se vino abajo, si algún prisionero había escapado, el pagaría con su vida. En su desesperación coge su espada y cuando está por matarse Pablo le llama y le dice que se detenga. Este soldado ingresa a la cárcel y encuentra a todos los prisioneros. Asombrada pregunta a Pablo que necesitaba para ser salvo y este le responde “Creen en el Señor Jesús y Él podrá salvar también a tu familia” (Hechos 16:31).


Lo primero es aceptar a Cristo como tu salvador, caer de rodillas a Él y dejar que te salve. Cuando lo aceptes, dice Romanos 8:15, que “somos adoptados” por Dios. Juan nos asegura que ahora seremos llamados “hijos de Dios” (1 Juan 3:1).


Con Cristo tu historia no termina, con Cristo tu historia y la de tu familia seguirá en cielo por toda la eternidad. Tus sueños, junto a los sueños de Dios serán para siempre. Pero ese sueño inicia ahora. Dios puede restaurar lo que el pecado viene destruyendo. Dios puede reestablecer tu hogar, tu salud, tu matrimonio, Dios lo puede hacer. La clave está en aceptar a Cristo.


Feliz día.  


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


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