viernes, 22 de octubre de 2010

LOS SEGUIDORES DE CRISTO TAMBIÉN LLORAN



“Cuando Jesús fue a la casa de Pedro vio a la suegra de éste en cama y con fiebre. Le tocó la mano, y la fiebre la dejó. Y ella se levantó, y empezó a servirle” (Mt.8:14,15).


A Jesús le gustaba visitar a las casas. Esta vez visitó la casa de Pedro, y en la casa de Pedro había “problemas”. La pregunta que me viene a la mente es, ¿No era Pedro uno de los discípulos más cercanos a Jesús? ¿Cómo es que en la casa de un seguidor de Jesús, de un dirigente de iglesia, de un adventista, pueda haber problemas? El texto de hoy dice que en la casa de los seguidores de Jesús también ocurren problemas.
Cuántas veces me he encontrado con hombres y mujeres que desean “tirar la toalla” en su fe cristiana porque aunque siguen a Jesús cada día, tienen problemas terribles. Muchos cristianos abandonan su fe porque creyeron que la vida cristiana era parecida a un “cuento de hadas”, esas en la que los protagonistas “vivieron felices por siempre”. Al leer el texto de hoy, podemos ver que Pedro, era tan humano, tan simple, y en su casa también podía tener a su suegra enferma.
Si eres aquél que un día aceptó a Cristo en su corazón creyendo que la vida a partir de ese paso sería “color de rosa”, te doy malas noticias, Jesús no siempre nos lleva por “delicados pastos”, el salmista dice también, “aunque camine en el valle de sombras de muerte” (Sal. 23:4). Entonces, ¿de qué sirve a seguir a Jesús si la vida cristiana también tiene sus problemas? Alguno puede decir, ¿de qué me sirve ir a la iglesia, predicar el evangelio, trabajar por la iglesia si la vida cristiana también tiene sus pesares? Un hombre un día me dijo: “yo acepté a Cristo, porque pensé que en la iglesia ya no tendría problemas, y me doy cuenta de que estaba equivocado”.
La Biblia nos dice que, “cuando vio a la suegra de Pedro, le tocó y ella se sanó”. ¡Qué maravilloso! Jesús no es un observador pasivo, Jesús desea intervenir con un milagro, es cierto, hay dificultades en la vida cristiana, pero la promesa es grande, “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20). ¿Deseas hoy invitar a Jesús a tu casa como lo hizo Pedro, decirle, “ven a mi casa Señor Jesús”? Jesús no puede forzar nada, la decisión es únicamente tuya, ¿qué dirás?
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví

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