El capítulo 24 narra una de las historias de amor más notables en la Biblia. Esta es la historia de Isaac y Rebeca. La Biblia no es un libro de consejos matrimoniales, aunque tiene en su desarrollo principios extraordinarios para enamoramiento, noviazgo y matrimonio. Y es probable que más de uno pueda quedar impactado por el cómo se daban los matrimonios en los tiempos bíblicos. Y sí, debemos ser honestos en reconocer que los tiempos eran diferentes, pero los principios, no. En ese sentido, quisiera destacar algunos principios:
1. LOS PADRES SIEMPRE QUIEN LO MEJOR PARA SUS HIJOS. Me emociona ver que Abraham estaba preocupado por quién sería la esposa de su hijo. Hay jóvenes en la actualidad que suelen decir: “Papás, en mis asuntos no se metan. Yo tomo mis decisiones y sabré con quien casarme y al final, eso no les incumbe a ustedes”. Abraham, quería lo mejor para su hijo y escogido, través de su fiel mayordomo, una esposa para su hijo. Es probable que nos parezca una locura todo ello en este tiempo. Los tiempos han cambiado. Sin embargo, como padres debemos orar toda la vida, desde mucho antes que nuestros hijos nazcan, para que encuentren una persona que sea idónea para ellas.
2. ÚNANSE EN YUGOS IGUALES, JOVEN BUENO OARA JOVEN BUENA. Tanto Isaac como Rebeca eran muy buenos jóvenes. No pretendas casarte con una buena mujer si tú eres un mal hombre. Tampoco pretendas casarte con un buen hombre si tú no eres una buena mujer. ¿Dónde conseguir una buena mujer? ¿En una discoteca? ¿En un bar? ¿Y donde encontrar a un buen hombre? No encontrarás a un buen hombre en un lugar donde Cristo no estaría. Te engañas si piensas que va a cambiar. No te arriesgues. Por eso, Abraham envió a su mayordomo a la tierra de su parentela. Es decir, un lugar donde podría encontrar una buena esposa para su buen hijo.
3. LOS MATRIMONIOS SE CONSTRUYEN CON CRISTO CENTRO. Ambos jóvenes, tanto Rebeca como Isaac, eran consagrados. Rebeca era amable, trabajadora, compasiva, y sobre todo obediente al llamado de Dios. Ella responde: “Yo iré” (Gn. 24:58). Por otro lado, Isaac era un hombre de mucha oración. Así fue como lo conoció Rebeca, orando: “Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde; y alzando sus ojos miró, y he aquí los camellos que venían” (Gn. 24:63). Así se formó una bello matrimonio.
Hace algunos meses conocí a un joven que no estaba yendo a la iglesia por algunos meses, a causa de la pandemia. Conversamos sobre varios temas y, entre otras cosas, me dijo: “Siento que mi novia no me ayuda en mi vida espiritual. Ella no es de la iglesia. He pensado en finalizar mi relación y buscar una buena joven en la iglesia, consagrada y muy fiel, y así podría ser una gran ayuda para mí “. Así como este joven, hay muchos que piensan igual. No. Esto también es “yugo desigual” que habla Pablo a los corintios: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” (2 Cor. 6:14).
Si eres padre, entonces ora por tu hijo. Esa es lo mejor que puedes hacer. Él tomará su decisión, pero edúcalo como un buen hombre o mujer. Que teman a Jehová de todo su corazón.
Si eres hijo, también debes orar para que puedas tomar la mejor decisión. Conságrate desde ya para ser el esposa de una buena mujer, una mujer virtuosa.
Que Dios te bendiga grandemente.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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