sábado, 26 de febrero de 2022

JUDÁ, UNA VIDA TRANSFORMADA- GÉNESIS 44

“te ruego, por tanto, que quede ahora tu siervo en lugar del joven por siervo de mi señor, y que el joven vaya con sus hermanos. Porque ¿cómo volveré yo a mi padre sin el joven? No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre” (Génesis 44:33, 34).


Los hermanos de José estaban pasando las pruebas que José les ponía. En el capítulo anterior vimos que no sintieron celos cuando Benjamín recibió un trato diferenciado, sino que se alegraron con él. Sin embargo, la última prueba que debían pasar sería la definitiva. Así, José manda a que coloquen la copa de plata en el saco de Benjamín, con la consigna de que el que sea hallado culpable del “hurto”, sea tomado como esclavo para siempre. Los hermanos de José, sin saber que estaban en medio de una trampa, accedieron al trato sin imaginar que la copa de plata sería hallada en el saco de Benjamín.


El versículo 47 es realmente importante. José exige que los hermanos vuelvan a la casa de su padre, y dejen solo a Benjamín. Total, solo él era el culpable. Pero, Judá interviene y hace una defensa impresionante, a nombre del grupo. ¿Cómo llegó Judá a tomar esa posición en nombre del grupo? Judá no era el primogénito, y por el contrario tenía muchos “puntos” en contra.


Judá había demostrado una vida corrupta casi todo el tiempo. Él había traicionado la confianza de su familia al casarse con una mujer de Canaán (Génesis 38:2), había criado a dos hijos tan malvados que el Señor les quitó la vida (Génesis 38:7, 10), había tratado a su nuera como una prostituta (Génesis 38:24), y había concebido el plan para vender a su propio hermano como esclavo (Génesis 37:27). Sin embargo, la historia que Judá le contó a José mostraba un hombre transformado. 


El tiempo y las experiencias amargas de la vida, son usados por Dios muchas veces porque, solo con fuego, se puede tener oro limpio. No hay otro camino para la excelencia de un metal precioso. Él demostró una compasión inesperada al hablar de la experiencia desgarradora que la familia había pasado por la hambruna, del amor profundo de su padre por Benjamín y de la promesa que le hizo a su padre de traer a Benjamín de regreso a casa, para que Jacob no muriera literalmente de dolor. Entonces, en una última expresión de compasión, ¡Judá ofreció tomar el lugar de Benjamín! Él ofreció quedarse en Egipto por el resto de su vida como esclavo del gobernador si el gobernador permitía que Benjamín regresara a casa con su padre (Génesis 44:33-34).


Judá había demostrado una vida corrupta, muy lejana a la voluntad divina prácticamente todo el tiempo; pero hoy, por la gracia transformadora de Dios, es capaz de ofrecer su vida en favor de otro. Judá, se convertirá así, en alguien digno de ser tomado como aquél linaje por donde nacería el Mesías casi 1900 años después. No es cómo empiezas sino cómo terminas. Qué bueno y hermoso sería si toda tu vida sería fiel y recto cómo José o Daniel, este sería el ideal de todo hijo de Dios. Sin embargo, si por cosas de la vida nos apartamos de la verdad, nos desviamos del camino y hacemos cosas tristes y lamentables, podemos tener la plena seguridad de que Dios puede transformarnos. Lo hizo con Judá, y lo puede hacer con nosotros.


Solo Dios puede transformar el corazón del hombre. Ese corazón duro, tirano y corrupto puede ser transformado en un corazón tan grande que es capaz de dar su vida por otra. ¿Milagro? Sí, solo en las manos de Dios.


Que Dios te bendiga grandemente.


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


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