La misión que Pablo cumplió en Tesalónica produjo vidas transformadas, y una nueva iglesia, pero también significó persecución. Pablo, al percatarse de las intenciones de los judíos que no creyeron, junto a Silas decidieron esconderse. Estoy seguro de que no fue Pablo sino el Espíritu Santo que los motivó a tiempo, y los llevó a un lugar seguro. ¡Dios dirige su obra!
Tú puedes estar seguro de que Satanás trabaja incansablemente, todo el tiempo, “cual león rugiente, buscando a quién devorar” (1 Pe. 5:8). El enemigo no descansa, no da tregua, su mayor interés es que las personas no crean en Dios ni le sirvan. Y trabaja así porque “sabe que le queda poco tiempo” (Ap. 12:12). Lucas continúa diciendo: “Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo” (Hch. 17:5).
La misión nunca fue fácil de cumplir, la misión no es fácil de cumplir, y tampoco lo será. ¿Te imaginas vivir todo lo que vivieron Pablo y Silas en Tesalónica después de alegrarse por la conversión de muchas personas? Imagina que terminas una campaña de evangelismo, estás en la celebración con la hermandad, y de pontro entran a tu casa un grupo de gente mala, con insultos, palos y piedras. ¡Terrible! Estoy seguro que, al menos en los últimos años en esta parte del mundo, no hemos visto tal cosa.
La turba llegó a casa de Jasón, un cristiano que hospedó a los misioneros en su estancia en Tesalónica. Lucas narra, diciendo: “Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá; a los cuales Jasón ha recibido; y todos estos contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús” (Hch. 17:6-7). Gracias a Dios, esto no terminó en desgracia. Después de ello, ¿todo continuó normal? No. Vidas fueron cambiadas, y nació una nueva iglesia. ¿Y luego? ¡Pablo se fue de noche a seguir predicando, ahora en Berea! (Hch. 17:10). Y así era la vida de Pablo, de Silas, de Jasón, y de todos los cristianos del primer siglo. La misión no puede parar, porque parar no es opción.
Ser cristianos en el primer siglo era todo un verdadero desafío. La iglesia del primer siglo, también llamada iglesia apostólica o primitiva, vivió tiempos difíciles a causa de su fe. Es triste notar lo que sucedió con los once discípulos de Cristo y cómo fue que terminaron sus días. Todos, a excepción de Juan, murieron siendo mártires.
¿Qué es lo que tenían en mente para vivir con tanta intensidad su fe? ¿En qué momento fue que la iglesia dejó de ser tan apasionada? ¿Por qué cuando vemos nuestras iglesias en la actualidad, lo que está escrito en Hechos y las epístolas del Nuevo Testamento parecen situaciones tan extremas e increíbles?
En nada podríamos compararnos con lo que pasó la iglesia del primer siglo. Sin embargo, nos ha tocado vivir en este tiempo con un propósito especial. No elegimos vivir en este tiempo, fue Dios quien nos envió en este tiempo para cumplir una misión (Gn. 45:5). Hoy, al menos en esta parte del mundo, ser cristianos es una bendición. Sin embargo, Elena G. de White dijo: “La obra que la iglesia no ha hecho en tiempo de paz y prosperidad, tendrá que hacerla durante una terrible crisis, en las circunstancias más desalentadoras y prohibitivas” (Joyas de los testimonios, p. 2:164). Que Dios nos use para hacer su voluntad, y no nuestra voluntad.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
Si este post te gustó o ayudó comparte con tus amigos, vecinos y familiares 📲
#MensajesDeEsperanza #PrimeroDios #rpSp
No hay comentarios:
Publicar un comentario