jueves, 13 de mayo de 2021

JESÚS HACE LLOVER SOBRE BUENOS Y MALOS - MATEO 15:21 - 39

A finales de junio o a principios de julio del año 30, Jesús y sus discípulos hicieron un viaje a la región de Fenicia, llamada en este capítulo como Tiro y Sidón, a unos 80 kilómetros aproximadamente desde Capernaúm. Jesús dejó la zona judía para cumplir una misión entre los gentiles. Y en esta región de gentiles, Jesús quería enseñarles lecciones grandes sobre evangelismo a sus discípulos, judíos de nacimiento y poseedores de una identidad nacionalista sinigual.


En esta región “pagana” o “gentil” Jesús tiene su encuentro con la “Mujer Cananea” a quien entre varias cosas le dice: “No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos” (Mateo 15:26), luego de que ella le pidiera un milagro para su hija. Ante esto, la mujer le respondió: “Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos” (Mateo 15:27). Jesús sanó a la hija de la mujer, y la elogió por su fe. Todo esto era un preámbulo para lo que Jesús haría después, acciones que romperían paradigmas de sus discípulos, quiénes debían entender cómo se cumple la misión.


Después de este encuentro, Jesús hace una serie de milagros en aquel lugar (Mateo 15:29-31), sanando a enfermos como conos, ciegos, mudos, etc. Sin embargo, Mateo registra un milagro que es similar al visto en el capítulo 14, la alimentación de los cinco mil (Mateo 14:13-21), ocurrido meses antes. Ante esto, muchas preguntas pueden surgir, ¿cuál era el propósito de registrar esta historia? Y más aún, ¿por qué Jesús hace un milagro tan parecido al realizado unos meses antes?


1. DIOS HACE LLOVER SOBRE BUENOS Y MALOS. Existen personas que creen que Dios solo bendice a las personas “buenas”, aquellas que van a la iglesia o pertenecen a una denominación religiosa o cristiana. Otros consideran que Dios solo puede bendecir a los buenos, y a los malos solo les corresponde castigos. Ese pensamiento tenían los judíos por su celo patriótico. Sin embargo, Jesús les enseña que Dios hace llover sobre buenos y malos. “Cuando llueve todos se mojan” porque Dios es amor, y no podría, al igual que un padre o madre de familia, dar de comer solo a sus hijos obedientes o “buenos”. Y si los seres humanos son misericordiosos, ¿cuánto más Dios?


2. JESÚS ESCUCHA LAS ORACIONES DE TODOS SUS HIJOS. La mujer Cananea le pide a Jesús, y Él prueba su fe con palabras “fuertes”. No obstante, ella entiende el mensaje de Jesús y puede recibir un milagro en la vida de su hija. Este episodio nos enseña que Dios oye y atiende todas las oraciones. Ahí cuando una persona hace una oración, le pide a Dios con fe, puede tener la plena seguridad de que Dios no solo oye, sino que responde. Puedo recordar que cuando no era adventista ni pertenecía a la iglesia, y en mi poco conocimiento de la oración, yo oraba, y Dios me respondía. No sé cómo, pero yo podía ver la mano de Dios. Dios escucha todas las oraciones porque Dios sabe que todos tenemos una luz de conocimiento distinto a otro, y es que por eso seremos juzgados, según la luz que se nos ha dado.


3. EL EVANGELIO ES PARA TODO EL MUNDO. Finalmente, Jesús les enseñaría a sus discípulos que el evangelio es para toda nación, tribu y lengua. Los judíos no podían entender cómo Jesús obraba milagros en la vida de los “paganos”. La multiplicaron de los panes y peces en los “cuatro mil”, marcaron una etapa nueva en el ministerio de Jesús y los discípulos lo entendieron. Jesús también tuvo compasión de los gentiles así como lo tuvo de los judíos (Mateo 9:35). Pero no solo tuvo compasión sino que INTERVINO con un milagro, la multiplicación de los panes y peces, y aunque haya sido con “mil personas” menos, igual, era un milagro tan grande que fue lo que los judíos quisieron usar para coronarlo como rey. Jesús nos enseña con esto que el evangelio es para todos, lo que luego, después del bautismo de Cornelio (Hechos 10) y el concilio de Jerusalén (Hechos 15), los discípulos entenderían completamente.


Alabado sea Dios por su Palabra, amor y milagros. Dios sigue obrando maravillas en sus hijos, aquellos que lo conocen y le sirven, y en aquellos que lo conocen vagamente. Igual, estamos llamados a ir a buscar y llamar, enseñar y predicar entre los “gentiles” de este mundo, entre nuestros amigos, vecinos y familiares. Este es el llamado porque hay necesidad, hay cojos, ciegos y mudos que necesitan ser tocados y sanados por Jesús, aquellos que no pueden caminar solos, aquellos que no pueden ver la realidad de las vidas y se lastiman y tropiezan, y aquellos que no pueden hablar la verdad ni expresarse por ser mudos espirituales.


¿Quisieras ser instrumento de Jesús? Amén!


Feliz día.


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


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