lunes, 21 de marzo de 2022

LEVANTA LOS BRAZOS, LA ORACIÓN INTERCESORA - ÉXODO 17



“ Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol” (Éxodo 17:12).


Es interesante notar que mientras el ejército israelita, estaban luchando en el campo de batalla, Moisés intercedía por ellos. La Biblia dice que Moisés debía levantar sus manos, y mientras sus brazos estaban levantados, Israel vencía. Sin embargo, si Moisés bajaba los brazos, los de Amalec prevalecían. ¿Qué lección nos enseña este pasaje? 


1. En la caminata hacia la “tierra prometida” el pueblo de Israel tuvo que enfrentarse al pueblo de Amalec. Y es que la vida cristiana rumbo a Canaán no es una tarea sencilla. Por eso el cristiano debe recordar constantemente que estamos en medio de un gran conflicto, un conflicto entre el bien y el mal. Cada día batallamos contra el enemigo. No en vano dijo Pedro que “nuestro adversario, el diablo, está como león rugiente buscando a quién devorar” (1 Pedro 5:8). Entonces, si queremos salir victoriosos contra los “Amalecs” modernos es necesario vencerlo con la ayuda de Dios. 

2. Que está batalla espiritual se ganará cuando la oración sea una realidad en sus líderes, en el pueblo. La oración no solo capacita al discípulo, misionero, evangelista o instructor bíblico, sino que le prepara el camino en el corazón de sus amigos, vecinos y familiares a quienes les llevará el mensaje de la verdad.

3. Otro detalle no menos importante es notar que ningún líder puede hacer solo las cosas, necesita de ayuda, eso es Discipulado práctico. Moisés no podía solo, se cansaba, pero gracias a Aharón y a Hur, podía tener sus grados firmes. 


La oración arma a los hijos de Dios del valor necesario para testificar, rompe barreras, transforma piedras de tropiezo en peldaños y abre corazones cerrados, haciéndolos receptivos a la cercanía de Aquel a quien pertenecen. Pues nosotros somos simples mortales que Dios usa para alcanzar a los pecadores y llamarlos al arrepentimiento. Por lo tanto necesitamos ser hombres y mujeres de oración. Buscar fuerza y el poder de Aquel que todo lo puede. ¿Amén? A esto le llamamos oración intercesora. 


Feliz día.


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


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