El libro de jueves inicia diciendo que Josué había muerto, y el pueblo consultó a Jehová para saber qué tribu subiría primero para pelear contra los Cananeos. La respuesta de Dios fue: JUDÁ. Y de manera interesante, solo Judá con la ayuda de Simeón, pudo asolar la ciudad y echar a todos los cananeos de su territorio, incluyendo Jerusalén (Jueces 1:8-10), la ciudad que se convertiría en su capital.
Sin embargo, tristemente, uno de los consejos que más les dio Dios a los israelitas respecto a lo que deberían hacer cuando conquisten ciudades cananeas, jamás lo cumplieron. El primer capítulo de Jueces presenta que las demás tribus (en el caso de Judá, parcialmente), dejaron a los cananeos entre ellos, convirtiéndolos en vasallos para que sean tributarios. Quizás por ahorrarse el esfuerzo y poner en peligro la vida de los israelitas por efecto natural de una guerra, o también por intereses económicos, las tribus israelitas dejaron que los cananeos vivan entre ellos, no los echaron como Dios había mandado en innumerables ocasiones, sino que los convirtieron en tributarios.
De este modo, el consejo que fue dado por Dios a través de Moisés y Josué fue desestimado, y lamentablemente los israelitas vivieron con cananeos, compartiendo no solo terrenos sino que se vieron influenciados en gran manera en todos los aspectos de su vida. La historia, después del capítulo uno de Jueces es más que predecible. Así, una vez más, vemos que una decisión puede ser de bendición, o tristemente de maldición; una decisión de maldición que llegó a los hijos de los hijos, a las generaciones venideras… el libro de Jueces nos contará al detalle todas las lágrimas que derramaron los israelitas por el solo hecho de haber desobedecido a Dios.
¿Cuán terrible resulta desestimar un consejo divino? ¿Cuántas lágrimas se ocasionan por no tomar en cuenta la Palabra de Dios? Los israelitas, verían con dolor todo lo que les ocasionó el solo hecho de no haber hecho caso a Dios al dejar que los cananeos vivan entre ellos.
¿Cuál es nuestra actitud ante los consejos de Dios a través de su Palabra? ¿Somos obedientes? ¡Cuidado! Podemos estar dejando maldición para nuestros hijos.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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