Cuando el evangelio de Cristo llega a nuestras vidas y lo aceptamos de todo corazón, nuestras vidas jamás quedan igual. El evangelio de Cristo transforma corazones, cambia vidas, y las deja irreconocibles, pues eso es lo que hace Cristo en la vida de las personas. Y es que solo Cristo fue capaz de dividir la historia de la humanidad en “antes de Cristo”, y “después de Cristo”.
El capítulo 4 de Hechos tiene muchas lecciones para el cristianismo hoy, mas quisiera detenerme en un verso que es muy interesante:
“Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús” (Hch. 4:13).
Lucas resalta el denuedo, el brío, la fuerza, el valor de Pedro y Juan al predicar el evangelio del Señor Jesús. Ellos no habían estudiado en las escuelas rabínicas, tampoco eran de las altas esferas de Jerusalén, muchos menos eran personas que ostentaban un trabajo de categoría, no, ellos eran “hombres sin letras y de vulgo”, es decir, ignorantes, hasta analfabetos y del pueblo sencillo. Los discípulos eran hombres “sencillos y corrientes” pero ahora hablaban como los más grandes oradores y maestros. Esto causaba admiración de la gente que escuchaba sus mensajes.
Sin embargo, resulta extraordinario la identificación del “haber estado con el Señor Jesús” como una explicación del porqué de su denuedo y de su oratoria. Y es que amigos, cuando Jesús llega a tu vida hace de una vida ordinaria, una vida extraordinaria.
Cuando el Señor Jesús llega a nuestras vidas nos saca de por lo menos tres “pozos”:
1. Nos saca del “pozo de la ignorancia”. Hombres sencillos y corrientes ahora hablan con denuedo y valor. El evangelio te da sabiduría para conducirte mejor, para vivir mejor. Ahora cuidas tu salud, te vistes mejor y hasta hablas mejor. El evangelio es extraordinario. La gente ya no reconoce quién eres porque comparan con tu vida antes de Cristo.
2. Nos saca del “pozo de la pobreza”. Priorizas tus gastos. Ya no gastas tu dinero en cosas vanas como ropas inadecuadas, ya no consumes bebidas o alimentos por puro gusto y para sacar tu apetito voraz, ahora inviertes mejor tu dinero. Lo poco o mucho que ganas lo cuidas como buen mayordomo. Reconoces el señorío de Dios dándole lo que le pertenece a Dios y usando en lo que realmente vale la pena para ti y tu familia.
3. Nos saca del “pozo del pecado”. El Señor Jesús nos libera, nos rescata de las garras del enemigo. Nos da una vida con esperanza, nos ayuda a recuperar el tiempo perdido, a perdonar y avanzar con paz en el corazón. La vida de alguien que fue perdonado por Dios es una vida plena, una vida en abundancia. Dios nos saca del pozo del pecado para llevarnos a morar por siempre y para siempre con Él. Dios es muy bueno.
Jamás conocí a alguien que diga que por causa del evangelio su vida se arruinó, quizás haya gente que diga eso, pero yo no conocí. Sin embargo, he conocido mucha gente diciéndome que se arrepienten de no haber conocido o aceptado el evangelio antes, su vida habría tenido un final diferente con el Señor Jesús en sus vidas.
El evangelio cambia vidas, y nunca las deja igual o peor, siempre es para mejor. Y tú ya aceptaste al Señor Jesús y aún no sientes que te haya sacado de esos pozos, analiza tu vida y vuelve a los brazos de Dios.
Gracias a Dios por habernos encontrado con su poderoso evangelio.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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