viernes, 29 de abril de 2022

SALUD INTEGRAL DEL CREYENTE - LEVÍTICO 15



La organización mundial de la salud (OMS) define a la salud como: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Y la Biblia, que fue escrita cientos de años atrás, ya reconocía a la salud como un ente holístico, integral, completo. Así, cada vez que veamos detalles específicos respecto a la salud, relacionándolo con temas del tabernáculo, el templo o la adoración, debemos entender que todo está muy relacionado, porque somos adoradores con nuestra mente, y también con nuestro cuerpo.


A Dios les interesa nuestra salud completa. Es por ello que estos detalles, que pueden parecer minúsculos y retrógradas para nuestros tiempos, son importantes de entenderlos en su contexto. ¿Por qué purificarse o aislarse de flujos seminales y de sangre sean normales o anormales? En primer lugar, porque estaban en el desierto, y el agua era escasa. En segundo lugar, como consecuencia del punto anterior, las infecciones y contagios eran más fáciles de propagarse. Y finalmente, en tercer lugar, porque tanto el semen como la sangre, son símbolos de vida y redención, lo que hacen parte especial en temas de adoración en el tabernáculo. 


Sin embargo, con tantos detalles y especificaciones generales a pesar de todo, es importante ver de qué se trataba:


Primera parte: Flujo anormales en los hombres (v.1-15). Se trata de un flujo genital inusual, que indicaba algún tipo de enfermedad. Cuando esto ocurría, se debía aislar al hombre para no transmitir la infección. Según Mark F. Rooker, “La naturaleza exacta de este flujo no se indica, aunque el criterio más frecuente es que se refiere a la gonorrea” (Leviticus). Hasta hoy, la “gonorrea” es una enfermedad benerea que se puede contagiar por prenda, o teniendo contacto físico. ¿Te imaginas en esos tiempos donde la higiene era muy difícil? Recuerda que todos venían de ser esclavos, y en su gran mayoría, no tenían acceso a ese aspecto importante de la salud.


Segunda parte: Emisiones sexuales regulares en los hombres (v.16-18). Cuando un hombre tenía emisión de semen (ya fuera accidentalmente o en las relaciones sexuales), tenía que limpiarse y respetar un breve tiempo de inmundicia ceremonial. Al menos hasta llegar la noche. Una vez más, el comentarista bíblico Mark F. Rooker hace una explicación pertinente: “La declaración del semen como inmundo en este pasaje ilustra la gran distinción entre la religión israelita y las religiones paganas del antiguo Cercano Oriente. En la religión pagana se creía que la actividad sexual entre los adoradores activaba a los dioses para fertilizar el suelo con la lluvia”. Y es que es importante entender que la vida sexual del creyente, es un tema que también debe ser tomado como algo especial, y no como algo lejano a la pureza sexual.


Tercera parte: Menstruaciones normales en más mujeres (v.19-24). En el caso del flujo de sangre de una mujer (su menstruación normal), su inmundicia ceremonial se podía propagar a través del contacto directo o a través de un objeto sobre el que se hubiera acostado o sentado. Siete días estará apartada: La inmundicia ceremonial de la mujer duraba siete días. No se ordenaba ningún lavado específico al concluir los siete días, pero esto estaba implícito o no se consideraba necesario. Este tema era básicamente por temas de higiene y salud. 


Cuarta parte: Flujo de sangre anormal en las mujeres (v.25-33). Finalmente, quizás el caso más conocido que, incluso Cristo trató fue el de la mujer que tuvo esta enfermedad por doce años (Lucas 8:43-48). 


Ninguna de estas impurezas hacía que un hombre o a una mujer fuera pecador, solo ceremonialmente inmundo. Los flujos normales de semen y menstruación los hacían ceremonialmente inmundos, no porque hubiera algo malo en ellos, sino porque ambos están conectados con símbolos de vida y redención: sangre y semen. 


El principio es básico: NO DEBÍAN CONTAGIAR O LLEVAR INFECCIÓN A OTROS. Y es que recuerda: EL EGOÍSTA se preocupa en NO contaminarse, pero EL FIEL se preocupa en NO contaminar a otros.


Nuestra limpieza es completa mientras permanezcamos en Jesús: 1 Juan 1:7-9 nos dice: «Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad». Debemos cuidar nuestra salud, no para alabar nuestro cuerpo sino para exaltar el nombre de Dios.


Dios quiere que seamos en todo, y también en nuestra salud (3 Juan 1:2).


Feliz día.


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


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