El pecado de Acán es una historia bastante conocida para todo lector de la Biblia. El pecado de Acán trajo oprobio al pueblo de Dios y fue la razón del porqué Israel no pudo conquistar un minúsculo pueblo como Hai. La Biblia dice:
“Y subieron allá del pueblo como tres mil hombres, los cuales huyeron delante de los de Hai. Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres, y los siguieron desde la puerta hasta Sebarim, y los derrotaron en la bajada; por lo cual el corazón del pueblo desfalleció y vino a ser como agua” (Josué 7:4, 5).
¿Cómo es posible que un día el pueblo tenga victoria contra un pueblo fuerte y grande, y otro día, sea derrotado por un pueblo pequeño y débil? Simple, cuando el pueblo de Dios es desobediente, rebelde y tiene un pecado “escondido”, jamás vencerá; la derrota será parte de todos los proyectos y planes que empiece. Así de sencillo. Esto es lo que aconteció con Israel. Uno de sus soldados fue rebelde, desobediente a la voluntad de Dios. Dios había dicho en repetidas oportunidades que no tomen nada de los cananeos. Dios les había dicho que nada de los cananeos debe llevarse como botín. Pero Acán, un soldado israelita hizo caso omiso, pensó que podemos burlarnos de Dios. Y eso trajo oprobio al pueblo, maldición a todo proyecto que se emprendía.
Uno podría pensar que el castigo de Dios fue muy cruel y duro. No solo murió él sino también su familia. Y es que el pecado arrastra, tristemente, a los más inocentes. Las consecuencias del pecado son terribles, destruyen, lastiman, hacen llorar.
Si deseas conquistar tus proyectos, planes grandes o pequeños. Si deseas que Dios te ayude a conquistar tus metas y sueños, debes estar a cuentas con Dios.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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