lunes, 18 de julio de 2022

SEAMOS DE BENDICIÓN HASTA EL ÚLTIMO DÍA DE NUESTRAS VIDAS - DEUTERONOMIO 33



“Esta es la bendición con la cual bendijo Moisés varón de Dios a los hijos de Israel, antes que muriese” (Deuteronomio 33:1).

Moisés tuvo, hasta el último día de sus vida, bien claro cuál fue su misión en este tierra. Ya dijimos en algún momento: “la peor tragedia del ser humano no es morir, sino vivir sin un propósito”. El joven, la señorita, la persona que no sabe con qué propósito vive, jamás será feliz. Es por eso que me emociono al ver la vida de Moisés, bien enfocada en el propósito que Dios le había encomendado hasta el último día de su vida: “SER DE BENDICIÓN”.


Moisés entendía que lo que Dios le había dicho a Abraham, no solo era un lindo versículo para leerlo o incluso para predicarlo, no. Moisés había hecho de ese versículo una realidad en toda su vida:


“Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3). 


“En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz” (Génesis 22:18).


En el capítulo 33 de Deuteronomio, Moisés bendice a todas las tribus de Israel, a la 12 familias y sus descendientes. Ese era el propósito de Dios para Moisés, ser de bendición. Y Moisés cumplió fielmente, de manera literal, hasta el último día de su vida. Él iba a morir pero debía bendecir.


Es posible que alguno diga: “pastor HEYSSEN, usted está haciendo una aplicación de este capítulo, puesto a que Moisés lo hace proféticamente. En el caso nuestro, ¿cómo podríamos bendecir sino somos Moisés?”. Amigos, el principio es el mismo. Tú tienes que ser de bendición hasta el último día de vida. Toda tu vida tiene que ser de bendición en todo tiempo y lugar. 


Y es que el problema es que pensamos que se lee la Biblia solo para predicar o para saber, y no, amigos. La Biblia se lee para aplicarla a nuestras vidas. La pregunta es, ¿seré yo de bendición en la vida de mis hijos, vecinos y familiares? Tú, muchas veces ni necesitas decir: “que Dios te bendiga”, para bendecir a las personas. Con una palabra, con una sonrisa o una mirada de empatía puedes bendecir a muchas vidas. 


Podríamos hablar teológicamente de la bendición de Moisés sobre las tribus de Israel, pero no; quisiera que entendamos que todos podemos ser bendición cada día, hasta el último día de nuestras vidas. ¿Amén?


Feliz día 


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


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