martes, 23 de diciembre de 2025

CUANDO DIOS PERMITE NO IMPLICA QUE DIOS APRUEBE - 1 SAMUEL 12



“Si temiereis a Jehová y le sirviereis, y oyereis su voz, y no fuereis rebeldes a la palabra de Jehová, y si tanto vosotros como el rey que reina sobre vosotros servís a Jehová vuestro Dios, haréis bien. Mas si no oyereis la voz de Jehová, y si fuereis rebeldes a las palabras de Jehová, la mano de Jehová estará contra vosotros como estuvo contra vuestros padres” (1 Samuel 12:14, 15).


Un padre vio a su hijo insistir una y otra vez: “Papá, déjame hacerlo a mi manera”. El padre sabía que ese camino no era el mejor. Lo explicó, advirtió y mostró una alternativa. Sin embargo, el hijo seguía insistiendo. Finalmente, el padre permitió la decisión, no porque estuviera de acuerdo, sino porque amar también implica respetar la libertad. Con el tiempo, el hijo enfrentó las consecuencias de su elección. Y en medio del fracaso, el padre no dijo: “Te lo mereces”, sino: “Aquí estoy cuando decidas volver”.


Así ocurrió con Israel… y muchas veces, así ocurre con nosotros. Israel pidió un rey “como todas las naciones”. Dios no estaba de acuerdo. Samuel se entristeció. El cielo advirtió. “No te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” (1 Samuel 8:7). Sin embargo, Dios permitió lo que no aprobaba. Y aquí nace una gran verdad de esperanza.


1.⁠ ⁠Que Dios permita algo no significa que Dios lo apruebe. Dios dejó que Israel tuviera rey, pero nunca dejó de ser su Rey. La permisión divina no cancela la voluntad divina. Permitir no es provocar. Tolerar no es respaldar. Respetar la libertad no es abandonar. Israel eligió un sistema humano en lugar de depender plenamente de Dios. El problema no fue la monarquía en sí, sino el corazón que se apartó del Rey verdadero. Dios puede permitir decisiones equivocadas, pero nunca deja de buscar redimirlas.


2.⁠ ⁠El fracaso de los reyes no fue culpa de Dios, sino de su desobediencia. Saúl fue ungido por Dios, pero desobedeció. David fue elegido por Dios, pero cayó cuando dejó de depender de Él. Salomón recibió sabiduría, pero se perdió cuando su corazón se dividió. Dios dio oportunidades, advertencias y misericordia. Lo que produjo ruina no fue la voluntad de Dios, sino la desobediencia humana. “Obedecer es mejor que sacrificar” (1 Samuel 15:22). Dios nunca fracasa en sus planes; los seres humanos fracasan cuando ignoran su voz.


3.⁠ ⁠Aun cuando el hombre falla, Dios sigue obrando redención. Lo más asombroso es esto: Dios usó el sistema que no aprobó para traer al Mesías. De la línea de los reyes fallidos nació Jesucristo, el Rey perfecto. Donde el hombre falló, Dios triunfó. “El reino del mundo ha venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo”(Apocalipsis 11:15). Dios es tan grande que puede transformar nuestras malas decisiones en oportunidades de salvación.


Tal vez hoy alguien diga: “Pastor, yo tomé decisiones que Dios no quería”. La buena noticia es esta: Dios no fue el autor de tu error, pero sí quiere ser el autor de tu restauración. Él permite, pero no abandona. Respeta tu libertad, pero nunca renuncia a salvarte. Ese es nuestro Dios.

El Dios que sigue reinando, incluso cuando el ser humano decide mal.


Feliz día.


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


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