“Preguntaron, pues, otra vez a Jehová si aún no había venido allí aquel varón. Y respondió Jehová: He aquí que él está escondido entre el bagaje” (1 Samuel 10:22).
¿Cómo puede un hombre humilde en un ególatra? La respuesta puede parecer muy difícil, pero lamentablemente es muy fácil: desconectándose de Dios. Olvidándose de dónde lo sacó y para dónde quiere llevarlo. Y es que el ser humano es por naturaleza rebelde, independiente y olvidadizo.
Aún cuando Dios jamás estuvo de acuerdo con que Israel tenga rey, Dios permitió que finalmente tengan un rey, y eligió a un hombre excepcional en todo aspecto. Físicamente era apuesto, de buena estatura y ni qué hablar de su personalidad, humilde y obediente a Dios. Pero al igual que Lucifer en el cielo, fueron sus “cualidades excepcionales” lo que le llevaron a creerse “lo máximo” y a querer hacer su propia voluntad antes que la voluntad de Dios.
Y es que no podemos imaginar qué cosas lindas y hermosas podemos hacer cuando estamos tomados de la mano de Dios, pero tampoco podemos imaginar qué cosas terribles y bajas podemos hacer si nos desconectamos de Dios. Saúl se convertiría en un rey celoso, paranoico, rebelde y asesino. Y lo más triste es que Saúl siempre pensó que Dios lo seguía “usando” cuando vivió por cerca de 15 años sin la dirección de Dios. Terrible.
Saúl empezó corriendo como un caballo, pero terminó como un burro. No es cómo empiezas sino cómo terminas.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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