viernes, 23 de octubre de 2009

22 DE OCTUBRE… ¿TE DICE ALGO?

Cada vez que leo la historia de nuestra iglesia, no dejo sino de sorprenderme una y otra vez. Y es que, la historia de la iglesia es tan preciosa. Tenía tanta razón la Mensajera de Dios cuando escribió: “No tenemos nada que temer en lo futuro, excepto que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido y sus enseñanzas en nuestra historia pasada”. Estoy convencido de ello hoy.

Para poder avanzar es necesario ver nuestros orígenes. Algunos creen que la iglesia adventista inició como lo que hoy es. Con una estructura, una teología y misión ya establecida. Como si antes de su fundación algunos personajes se sentaron y planificaron cómo debería ser la iglesia adventista, no obstante tal idea es ajena, muy ajena a la historia del origen del pueblo remanente de Dios.

Es así que, sin temor a equivocarnos, los que hemos leído y comprobado bíblicamente el origen de la Iglesia Adventista del Séptimo Día podemos decir que no fueron hombres (o una mujer como algunos creen que fue Elena G. de White) o simples débiles los originadores del pueblo de Dios, sino que por el contrario, fue Dios, el Creador de todas las cosas (Jn. 1:1-3), también el creador de Su pueblo (Ap. 14:12 cf. 12:17 y 10:11), a decir: La Iglesia Adventista del Séptimo Día. Él es su guía y es quien la dirige de acuerdo a sus designios (Ef. 1:11). Después del “chasco” el 22 de octubre de 1844 (en cumplimiento con la profecía de Apocalipsis 10) “Miles de los que participaron de la amarga experiencia de 1844, desalentados volvieron a sus iglesias de origen”, pero un grupo siguió a Cristo como su guía: De allí viene la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Feliz día querida iglesia de Dios. ¿Porqué no agradecer a Dios por esto?

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