Introducción: Vivimos en una
sociedad muy religiosa pero que conoce muy poco a Dios. Basta con leer unas
cuantas noticias en el periódico matutino para darnos cuenta que la gente de
hoy al igual que ayer vive en plena y abierta desobediencia a la ley de Dios.
Lo que necesitamos desesperadamente es regresar a los mandamientos de Dios. La
Biblia dice que las palabras de Dios son vida. Hoy vamos a considerar el
primero de los mandamientos, el más grande de todos los demás; o mejor dicho la
clave para guardar los demás mandamientos. Yes así, porque si Ud. cumple
cabalmente éste mandamiento, es un hecho que estará guardando los otros nueve.
Proposición: Mostrar que Dios es el único ser
digno de adoración y obediencia
Oración interrogativa: ¿estamos adorando solo a Dios?
Oración
de transición: En
esta mañana a la luz de la palabra de Dios hallaremos la reacción de Dios frente
a la idolatría
I. ¿QUÉ
SIGNIFICA EL PRIMER MANDAMIENTO?
Antes de
estudiar el primer mandamiento, notemos algo que es muy importante: en la
introducción a los diez mandamiento Dios dice: “Yo soy Jehová tu Dios, que te
saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre” (Éxodo 20: 2) En estas
palabras introductorias tenemos dos poderosas razones para obedecer a los mandamientos del Señor: Primero, él es el
único indicado en darnos reglas para nuestra manera de vivir porque sólo él es
Señor. En segundo lugar, él nos da estos mandamientos no para hacernos sentir
miserables, ni para esclavizarnos, sino todo lo contrario, porque ese mismo
versículo dice que él ha probado su amor por nosotros. Dios probó su amor por
los israelitas al sacarlos de Egipto y él ha probado su amor por nosotros en la
cruz y en otras muchas formas. Estos mandamientos nos han sido dados no en el
enojo de Dios, sino de su amor. Y es por eso que deberíamos considerarlos.
El primer
mandamiento es dicho de manera negativa, este mandamiento nos dice que no
debemos tener otros dioses en lo absoluto. Dicho de manera positiva, Dios dice:
¡Debes tenerme a mí como la persona más importante y la influencia más grande
en tu vida! Es imposible que el hombre pueda vivir sin un objeto de adoración, Todos
los que no adoran al Dios verdadero inventan un dios falso que les permita
vivir en pecado y hacer lo que quieran. Un ídolo no es sólo una estatua, o una
imagen de metal o madera. Un ídolo es todo aquello que ocupa la posición de
influencia de nuestras vidas, algo que se interpone entre Dios y nosotros. Dios
nos dice en este pasaje que ninguna persona, cosa, ideología, propósito debe
interponerse en nuestra adoración a Dios.
Jesús
ilustró muy bien lo anterior en la historia del joven rico: Lc. 18:18-27 Este
hombre influyente vino a Jesús y le hizo la pregunta de la vida más
significativa: ¿Qué se debe hacer para heredar la vida eterna? Jesús le dijo
que debería guardar los mandamientos. El hombre pensaba que ya los había
obedecido, por eso Jesús le dijo que la única cosa que le hacía falta era
venderlo todo y dárselo a los pobres. Pero, ¿Por qué Jesús le dijo eso al joven
rico? Le estaba diciendo que debemos hacernos pobres para entrar al cielo? No.
Lo que Jesús hizo fue tomar el primer mandamiento y aplicarlo a la vida de este
hombre. El Señor sabía que la confianza de este hombre estaba en sí mismo,
estaba en lo que poseía. De modo que Cristo señala la raíz del problema: este
hombre estaba controlado por lo que tenía y no por aquel que se lo había dado.
Las riquezas se habían convertido en su dios, y de esta forma había quebrantado
el primer mandamiento.
II.
¿CÓMO VIOLAMOS HOY EL PRIMER MANDAMIENTO?
Resulta fácil pensar en la tragedia del joven
rico y pensar que fue una decisión negativa; nosotros no somos atraídos por
algún dios de piedra, pero sí por dioses emocionales, materiales, religiosos,
intelectuales e inclusive ídolos sensuales, que tienen el mismo efecto en
nuestras vidas y debemos identificarlos antes de poderlos eliminar.
A.
El ídolo de las posesiones materiales Este es, desde luego, el problema que
tenía el joven rico, pero también es un problema que prevalece en el ser humano,
porque en lugar de poner nuestra confianza en el Señor, confiamos en nuestra
cuenta bancaria o en nuestros ahorros, en nuestra educación, en nuestra
apariencia, en nuestros bienes, etc. Y lo que sucede es que nos pasamos toda la
vida persiguiendo lo material y lo que sucede finalmente es que nunca llegamos
a tener suficiente, nunca encontramos la satisfacción que estamos buscando.
Jesús contó de un granjero que tenía mucho. Trabajó muy duro y le fue muy bien.
Así que decidió hacer unos graneros más grandes para almacenar su riqueza para
que pudiera vivir tranquilo en su vejez. Su confianza estaba en lo que tenía. Pero
esa noche iba a morir, de nada le sirvió concentrarse en su riqueza y dejar de
lado lo mas importante la riqueza espiritual.
B.
El ídolo de la ambición. Muchos permiten que sus carreras y sus ambiciones se
conviertan en un ídolo. Si nuestro deseo supremo es tener éxito en nuestra
carrera, somos culpables de idolatría. Hay muchos que dicen no ser culpables de
esto, pero sus sueños despiertos, sus ilusiones y fantasías, sus temas de
conversación sólo tienen que ver con son sus carreras, con el dinero o con sus
posesiones materiales. Se preocupan muy poco o nada por la obra del Señor y se
dedican la mayor parte de sus esfuerzos a buscar la prosperidad económica y la
satisfacción de sus ambiciones.
C. El ídolo de la
familia Existen muchas personas que son manipuladas y controladas por sus familias.
Inclusive algunos creyentes se dejan dominar por la influencia de sus padres y
familiares inconversos, hasta el punto de interferir con su dedicación a los
compromisos con la obra del Señor. Se sienten tan comprometidos con ellos que
descuidan los asuntos del Señor y su obra; las palabras del Señor en Luc. 14:26
vendrían muy bien que las escucharan: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su
padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su
propia vida, no puede ser mi discípulo.
III.
¿PUEDO OCULTAR MI IDOLATRÍA?
Dios manda
que no tengamos dioses ajenos delante de Él. Eso equivale a "en su
presencia" o "delante de sus ojos". O sea, no podemos ocultar
nuestros ídolos; no podemos dejarlos en nuestras casas para ir a adorar a Dios.
El Señor recalca que es celoso; pero este celo es el nacido del deseo de
proteger una relación de amor, de un amor que exige lealtad y fidelidad
absolutas, como en el matrimonio. Es por eso que el adulterio es uno de los
pecados más graves, porque no sólo es el quebrantamiento de los votos
matrimoniales, sino que es la destrucción de una relación de amor. Dios se
manifiesta en su palabra como el "esposo" que está casado con su
pueblo, los creyentes. El amor celoso de Dios exige una lealtad y fidelidad absolutas,
que no se compartan con NADIE. Entonces, cualquier compromiso o contaminación
con los ídolos de este mundo provoca a celos al Señor. Pablo dice: Porque os
celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para
presentaros como una virgen pura a Cristo. Y en relación con los ídolos
advierte: ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él? Dios nos
ama tanto que su intenso deseo por nuestro bienestar no permitirá que ningún
rival ocupe nuestros afectos. El amor de Dios no es débil, ni indiferente al
pecado, por eso, en su amor Él aborrece
cualquier cosa que dañe a sus hijos.
CONCLUSIÓN
Jesús dijo
"donde esta vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón. Las
últimas palabras del apóstol Juan en su primera carta fueron: Hijitos, guardaos
de los ídolos. Así que la pregunta clave es: ¿dónde está su corazón? ……..
Recuerde el mandamiento. Nada debe tener mayor influencia sobre nuestras vidas,
sobre nuestras decisiones y sobre nuestros deseos que el Señor. Él se merece y
se ha ganado el derecho de dirigir nuestras vidas. Él nos ha demostrado que es
digno de confianza, bueno y amoroso. Entonces, ¿Qué debemos hacer? ¿Dejaremos
que Dios ocupe el primer lugar en nuestra vida?
No hay comentarios:
Publicar un comentario