¿Te has puesto a pensar cómo se sintió la mujer adúltera antes de que la lleven a Jesús?
Ahí estás en el suelo, utilizada, rendida a los pies del diablo, se oyen voces en lo profundo de tu corazón y te gritan diciendo: “NO SIRVES, ERES BASURA, NO TIENES OPORTUNIDADES, JAMÁS OLVIDARÁN TU ERROR, JAMÁS SERÁS LIBRE DE TU CONDENA, ESTÁS HECHA Y ERES ESTIERCOL” Ahí en el... suelo, no puedes levantar la vista, los que decían amarte alguna vez te abandonaron, te dejaron sola. ¡Maldito engaño! Pareces decir. Tu mente y conciencia te atormenta y es tu peor enemiga, te recrimina diciendo: ¿Por qué le creíste? ¿Por qué cediste?, tu corazón parece decir, “es que todo se veía tan puro, tan especial, tan precioso, tan llamativo, tan prometedor, no lo sé, todo era como un cuento de hadas”, la gente corre, aquellos que decían amarte alguna vez han convocado a la multitud para acusarte. Gritas para adentro porque tu vergüenza te impide gritar para afuera, “MALDITO ERROR, MALDITA MI VIDA POR ESTÚPIDA, ACABEN CONMIGO PRONTO, YA NO PUEDO MÁS”. La palabra “hubiera” se convierte en tu peor látigo, si HUBIERA hecho caso a mis padres, si HUBIERA dejado de ir a esos lugares, si HUBIERA dejado de relacionarme con ese tipo de personas, si no le HUBIERA dado mi corazón a ese hombre, si HUBIERA leído la Torah(Ley), si no HUBIERA caminado por lugares oscuros, si no HUBIERA permitido que me toquen, si no HUBIERA escuchado sus mentiras, si HUBIERA, HUBIERA, HUBIERA, HUBIERAAAAAAA…”, “ya no me castigues más, por favor, mi carne sangra, mi corazón derrama sangre a borbotones, YA NO QUIERO VIVIR”. Pronto escuchas, “que la maten a pedradas”, tu corazón respira y halla un poco de esperanza maldita y te dice: “Ya falta poco para que me maten y se acabe TODO” te hace creer que la muerte es tu única esperanza. Es allí cuando las pedradas parece que no van a doler tanto como la conciencia, el odio y la crítica de los que te rodean y jamás te perdonarán. Detrás del telón está tu enemigo, perdón, no es tu enemigo, es el de Dios; se ríe, tú no le importas nada, sólo eres carnada, eres casi inservible, pero te utiliza para herir a Dios. El director de esta novela que de título podría llamarse “LA MUERTE ES MI ÚNICA ESPERANZA” lo sigue dirigiendo. Envía que te lleven a un Hombre, no es Uno común, es su verdadero objetivo. Quiere avergonzarlo, lastimarlo; es a ese Ser a quién realmente quiere matar. Sus dirigidos te arrastran, estás desnuda, todos ven tu cuerpo utilizado, lastimado, pervertido, sin forma, sin pureza. Pareces disfrutar de la forma como te llevan, los golpes, las piedras puntiagudas dejan huellas, surcos en tu piel fabricados para que la sangre tenga un conducto y termine dejando un rastro en el camino para aquellos que te persiguen y no dejen de presenciar lo que te harán por tu error. Sólo el dolor parece darte paz y dices: “ES LO QUE MEREZCO, SIGAN HACIÉNDOME DAÑO PARA QUE MI VIDA SE ACABE, ESO ES LO QUE MEREZCO, ACABEN PRONTO CONMIGO”. La muerte es tu ÚNICA esperanza. De pronto, paran de arrastrarte, levantas ligeramente la cabeza, casi nada, no vales nada. Exclamas para adentro ¡EL TEMPLO, NO POR FAVOR, NO MANCHEN EL TEMPLO!, ahora la Iglesia se enteró, el pastor, todos se enteraron, las hermanas le dicen al chico que vivía enamorado de ti “de la que te libraste”, otros ponen su mano en el hombro de él y le dicen con compasión satánica, “Dios te ha librado de esta desgraciada”. A pocos minutos toda la Iglesia se entera, los dirigentes, los denominados actores principales de esta novela satánica utilizan las leyes para decirle al Hombre: “Maestro, a esta mujer se le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio. En la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices?” (San Juan 8:4). Allí en el suelo, conoces la ley y sin levantar la cabeza, levantas la voz en silencio y gritas: “APÚRATE, RESPONDE… QUE ME APEDREEN YA”. El Hombre no dice nada y escribe en el suelo, parece que no le interesas… Tú sigues gritando, “LA GENTE DICE QUE ERES BUENO, DEJA QUE TERMINEN CON MI VIDA, MI ÚNICA ESPERANZA ES LA MUERTE”. Él, parece haberte escuchado. Se levanta. No lo puedes ver, pero sabes que está allí. Has escuchado algo acerca de Él. La gente le está gritando. Tú le gritas a tu conciencia, ¡SILENCIO! Él va a hablar: “Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.”(San Juan 8:7). Solamente expresa esas palabras, Su Palabra; y nuevamente se inclina al suelo, el mismo suelo donde tú estás, pareciera que quiere saber dónde estás. De pronto oyes que las piedras caen a ese suelo, pasos se van alejando en su sonido. Tú no puedes levantar la cabeza para ver, te han prohibido. Tú misma te has prohibido levantar. El tiempo pasa y en minutos no hay nadie, ¿todos se fueron?, piensas. Se oye una voz que con ternura viene a tus oídos: “MUJER, ¿DÓNDE ESTÁN? ¿YA NADIE TE CONDENA?”. Te está invitando a que levantes la cabeza, su pregunta lo afirma. Por tu mente corre toda tu vida, desde que naciste, creciste, eras buena niña, tus padres te aconsejaron siempre, ibas a la Iglesia, cantabas especiales, eras muy hermosa, crecías y mientras crecías comenzaste a olvidar que tenías que leer las Escrituras, la Torah, seguías creciendo y tus debilidades comenzaron a dominarte, tus pasiones, tus sentimientos te engañaron, tu vida se arruinó. Sólo le diste un pequeño espacio al director de esta novela, milímetros cediste y pecados “pequeños” te condujeron a un callejón sin salida, una telaraña de mentiras, engaños, orgullo, pasión, etc. Antes de este pasaje desagradable y terrible, vivías cubriendo tu ansiedad con pecados en la oscuridad, pensaste que el amor crecía a escondidas, cuando en realidad EL AMOR NO PUEDE VERSE EN LA OSCURIDAD, hasta que llegaste aquí, pensando que tú única esperanza es la muerte. Ahora alguien te dice: “LEVÁNTATE, MIRA, ¿NADIE TE CONDENA?”, no quieres responderle, pero eres consciente que Él hizo que todos se fueran, que el mal se fuera. Crees que respondiéndole tendrás que pagar, aunque ya estás acostumbrada a eso, todos siempre se han cobrado contigo, nadie te ha perdonado. Piensas ¡Qué más puedo perder! Levantas tu cabeza, ya no imaginas, ahora miras, no hay nadie y respondes: “NADIE SEÑOR”. Él te mira tiernamente; tú te dejas mirar, miras sus ojos, miras su rostro. Él pone su mano en tu mejilla y te dice “TAMPOCO YO, VETE Y NO VUELVAS COMETER EL MISMO ERROR”. La novela terminó, el Hombre, Dios, le cambió el final. Ahora la novela se llama: “JESÚS LA ÚNICA ESPERANZA”, tú nunca lo olvidarás. Tu esperanza, tus sueños, tus anhelos, todo lo que el diablo te quito, Jesús te lo regresó, sólo Él puede deshacer lo que hizo el malo. ¿Crees? “Al que cree todo le es posible”
1 Juan 3:8
“…El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo”
Déjame preguntar: Y tú, ¿Qué papel tienes? ¿Quién es tu director?
Ahí estás en el suelo, utilizada, rendida a los pies del diablo, se oyen voces en lo profundo de tu corazón y te gritan diciendo: “NO SIRVES, ERES BASURA, NO TIENES OPORTUNIDADES, JAMÁS OLVIDARÁN TU ERROR, JAMÁS SERÁS LIBRE DE TU CONDENA, ESTÁS HECHA Y ERES ESTIERCOL” Ahí en el... suelo, no puedes levantar la vista, los que decían amarte alguna vez te abandonaron, te dejaron sola. ¡Maldito engaño! Pareces decir. Tu mente y conciencia te atormenta y es tu peor enemiga, te recrimina diciendo: ¿Por qué le creíste? ¿Por qué cediste?, tu corazón parece decir, “es que todo se veía tan puro, tan especial, tan precioso, tan llamativo, tan prometedor, no lo sé, todo era como un cuento de hadas”, la gente corre, aquellos que decían amarte alguna vez han convocado a la multitud para acusarte. Gritas para adentro porque tu vergüenza te impide gritar para afuera, “MALDITO ERROR, MALDITA MI VIDA POR ESTÚPIDA, ACABEN CONMIGO PRONTO, YA NO PUEDO MÁS”. La palabra “hubiera” se convierte en tu peor látigo, si HUBIERA hecho caso a mis padres, si HUBIERA dejado de ir a esos lugares, si HUBIERA dejado de relacionarme con ese tipo de personas, si no le HUBIERA dado mi corazón a ese hombre, si HUBIERA leído la Torah(Ley), si no HUBIERA caminado por lugares oscuros, si no HUBIERA permitido que me toquen, si no HUBIERA escuchado sus mentiras, si HUBIERA, HUBIERA, HUBIERA, HUBIERAAAAAAA…”, “ya no me castigues más, por favor, mi carne sangra, mi corazón derrama sangre a borbotones, YA NO QUIERO VIVIR”. Pronto escuchas, “que la maten a pedradas”, tu corazón respira y halla un poco de esperanza maldita y te dice: “Ya falta poco para que me maten y se acabe TODO” te hace creer que la muerte es tu única esperanza. Es allí cuando las pedradas parece que no van a doler tanto como la conciencia, el odio y la crítica de los que te rodean y jamás te perdonarán. Detrás del telón está tu enemigo, perdón, no es tu enemigo, es el de Dios; se ríe, tú no le importas nada, sólo eres carnada, eres casi inservible, pero te utiliza para herir a Dios. El director de esta novela que de título podría llamarse “LA MUERTE ES MI ÚNICA ESPERANZA” lo sigue dirigiendo. Envía que te lleven a un Hombre, no es Uno común, es su verdadero objetivo. Quiere avergonzarlo, lastimarlo; es a ese Ser a quién realmente quiere matar. Sus dirigidos te arrastran, estás desnuda, todos ven tu cuerpo utilizado, lastimado, pervertido, sin forma, sin pureza. Pareces disfrutar de la forma como te llevan, los golpes, las piedras puntiagudas dejan huellas, surcos en tu piel fabricados para que la sangre tenga un conducto y termine dejando un rastro en el camino para aquellos que te persiguen y no dejen de presenciar lo que te harán por tu error. Sólo el dolor parece darte paz y dices: “ES LO QUE MEREZCO, SIGAN HACIÉNDOME DAÑO PARA QUE MI VIDA SE ACABE, ESO ES LO QUE MEREZCO, ACABEN PRONTO CONMIGO”. La muerte es tu ÚNICA esperanza. De pronto, paran de arrastrarte, levantas ligeramente la cabeza, casi nada, no vales nada. Exclamas para adentro ¡EL TEMPLO, NO POR FAVOR, NO MANCHEN EL TEMPLO!, ahora la Iglesia se enteró, el pastor, todos se enteraron, las hermanas le dicen al chico que vivía enamorado de ti “de la que te libraste”, otros ponen su mano en el hombro de él y le dicen con compasión satánica, “Dios te ha librado de esta desgraciada”. A pocos minutos toda la Iglesia se entera, los dirigentes, los denominados actores principales de esta novela satánica utilizan las leyes para decirle al Hombre: “Maestro, a esta mujer se le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio. En la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices?” (San Juan 8:4). Allí en el suelo, conoces la ley y sin levantar la cabeza, levantas la voz en silencio y gritas: “APÚRATE, RESPONDE… QUE ME APEDREEN YA”. El Hombre no dice nada y escribe en el suelo, parece que no le interesas… Tú sigues gritando, “LA GENTE DICE QUE ERES BUENO, DEJA QUE TERMINEN CON MI VIDA, MI ÚNICA ESPERANZA ES LA MUERTE”. Él, parece haberte escuchado. Se levanta. No lo puedes ver, pero sabes que está allí. Has escuchado algo acerca de Él. La gente le está gritando. Tú le gritas a tu conciencia, ¡SILENCIO! Él va a hablar: “Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.”(San Juan 8:7). Solamente expresa esas palabras, Su Palabra; y nuevamente se inclina al suelo, el mismo suelo donde tú estás, pareciera que quiere saber dónde estás. De pronto oyes que las piedras caen a ese suelo, pasos se van alejando en su sonido. Tú no puedes levantar la cabeza para ver, te han prohibido. Tú misma te has prohibido levantar. El tiempo pasa y en minutos no hay nadie, ¿todos se fueron?, piensas. Se oye una voz que con ternura viene a tus oídos: “MUJER, ¿DÓNDE ESTÁN? ¿YA NADIE TE CONDENA?”. Te está invitando a que levantes la cabeza, su pregunta lo afirma. Por tu mente corre toda tu vida, desde que naciste, creciste, eras buena niña, tus padres te aconsejaron siempre, ibas a la Iglesia, cantabas especiales, eras muy hermosa, crecías y mientras crecías comenzaste a olvidar que tenías que leer las Escrituras, la Torah, seguías creciendo y tus debilidades comenzaron a dominarte, tus pasiones, tus sentimientos te engañaron, tu vida se arruinó. Sólo le diste un pequeño espacio al director de esta novela, milímetros cediste y pecados “pequeños” te condujeron a un callejón sin salida, una telaraña de mentiras, engaños, orgullo, pasión, etc. Antes de este pasaje desagradable y terrible, vivías cubriendo tu ansiedad con pecados en la oscuridad, pensaste que el amor crecía a escondidas, cuando en realidad EL AMOR NO PUEDE VERSE EN LA OSCURIDAD, hasta que llegaste aquí, pensando que tú única esperanza es la muerte. Ahora alguien te dice: “LEVÁNTATE, MIRA, ¿NADIE TE CONDENA?”, no quieres responderle, pero eres consciente que Él hizo que todos se fueran, que el mal se fuera. Crees que respondiéndole tendrás que pagar, aunque ya estás acostumbrada a eso, todos siempre se han cobrado contigo, nadie te ha perdonado. Piensas ¡Qué más puedo perder! Levantas tu cabeza, ya no imaginas, ahora miras, no hay nadie y respondes: “NADIE SEÑOR”. Él te mira tiernamente; tú te dejas mirar, miras sus ojos, miras su rostro. Él pone su mano en tu mejilla y te dice “TAMPOCO YO, VETE Y NO VUELVAS COMETER EL MISMO ERROR”. La novela terminó, el Hombre, Dios, le cambió el final. Ahora la novela se llama: “JESÚS LA ÚNICA ESPERANZA”, tú nunca lo olvidarás. Tu esperanza, tus sueños, tus anhelos, todo lo que el diablo te quito, Jesús te lo regresó, sólo Él puede deshacer lo que hizo el malo. ¿Crees? “Al que cree todo le es posible”
1 Juan 3:8
“…El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo”
Déjame preguntar: Y tú, ¿Qué papel tienes? ¿Quién es tu director?
Pr. Eduardo I. Esteban Silva
Asociación Peruana Central Este
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