“De la Roca que te creó te olvidaste; te has olvidado de Dios tu creador” (Deuteronomio 32:18).
El ser humano tiene la tendencia de buscar a Dios solo en tiempos malos. Cuando el dolor llega a la vida, cuando la muerte visita nuestros hogares, cuando la enfermedad hace estragos en nuestras familias, solemos buscar a Dios. Clamamos su ayuda. ¿Por qué? Porque nos damos cuenta que solos no podemos, porque vemos que solo Dios puede ayudarnos, y así, Dios se convierte en alguien que solo es buscado muchas veces por conveniencia.
Sin embargo, cuando las cosas nos van bien, cuando todo marcha bien en la familia, cuando tenemos una cuenta abultada en el banco. Cuando todos nuestros planes y proyectos van de lo mejor, muchas veces somos tentados a olvidarnos de Dios. Nos olvidamos de Dios en tiempos de abundancia. Nos olvidamos de Dios en tiempos de bonanza. ¿Por qué? Porque vemos que nada falta. Tenemos salud, tenemos dinero, tenemos estabilidad emocional. Todo está bien. ¿Qué podríamos necesitar? Nada. Ni siquiera a Dios. Triste, pero real.
Desde el capítulo 28, como parte del cuatro sermón de Moisés, Dios promete bendecir a su pueblo en gran manera. Dios promete las bendiciones más extraordinarias si son obedientes a sus mandamientos. No obstante, en este capítulo Dios les llama a la reflexión:
“Si un día llegas a ser bendecido en gran manera, como seguramente lo serás, NO TE OLVIDES DE DIOS”.
“Si todo te va bien y sientes que nada te falta, NO TE OLVIDES DE DIOS”.
Es por ello que me encanta cuando Salomón dijo: “Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios” (Proverbios 30:8, 9).
Muchas veces, Dios en su sabiduría, no permite que seamos RICOS, ACAUDALADOS ECONÓMICAMENTE, porque Dios conoce tu corazón y mi corazón. Sabe Dios que, muy probablemente, si un día tienes más te apartarás de Él. Sabe Dios que, si ahora que no tienes tanto, a veces te sientes tentado a seguir a Dios de “lejitos”. Por eso Salomón dijo eso: “SEÑOR, DAME LO NECESARIO”. Ni mucho, ni poco, para no olvidarme o o blasfemar tu nombre.
Que este día puedas jamás olvidarte de dónde te sacó Dios. No olvides quién te creó y qué cosas hizo Dios por ti. El que se olvida de dónde lo sacó Dios, se olvida a dónde quiere llevarlo.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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