“Y mi mensaje y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder” (1 Cor. 2:4).
Dios escogió a doce hombres comunes y corrientes para evangelizar al mundo. El más preparado entre todos los discípulos era Judas, y no terminó bien. Sin embargo, los otros once, fueron excelentes evangelistas mostrándonos así que no es la preparación, la ciencia y la tecnología, sino el hombre convertido que puede ser instrumento poderoso en las manos de Dios. Un ejemplo nítido de esta lección lo destaca también Pablo en 1 Corintios 2:1-5:
1. No busques impresionar con excelencia de palabra o de sabiduría (v.1).
2. No habla de otros sino de Jesucristo y su evangelio de salvación (v.2).
3. No es autosuficiente y reconoce sus limitaciones y debilidades (v.3).
4. No persuade con palabras humanas sino con el poder del Espíritu (v.4).
5. No dirige su mensaje a él ni a hombres sino que los lleva a Cristo (v.5).
¿Ya lo notaste? Es el poder del Espíritu Santo quien transforma vidas a través de vidas transformadas. Las palabras humanas y todo el conocimiento habido, no constituyen garantía de éxito en el evangelismo sino el evangelista transformado, convertido a los pies de Cristo todos los días. No olvides que la batalla es de Dios se gana con el poder del Espíritu Santo (Zac. 4:6).
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
ASOCIACIÓN PERUANA CENTRAL
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