lunes, 20 de mayo de 2024

MIGUEL vs. EL PRÍNCIPE DE PERSIA - DANIEL 10


En la batalla espiritual, muchas veces pensamos que Dios no está escuchando nuestras oraciones o que no está a nuestro lado; peleando nuestras batallas. El capítulo 10 de Daniel nos prueba que Dios siempre está presente (Sal 121:1-3), y, sobre todo, tiene un plan para destruir todo el mal, la injusticia, dolor, etc., no solo de nuestras vidas y de este planeta; sino de todo el universo. 


El capítulo 10 es la introducción y contexto teológico de la cuarta gran profecía de Daniel (10:1-12:4). Esta visión toma lugar el "tercer año del reinado de Ciro, rey de Persia" (1:1). Esto es el año 535/6 aC. (Dn 11:4 cf. Ed 1:1). Daniel tenía 88 años, desde que llegó a Babilonia con 18 años, sus ojos vieron varios reyes y reinos surgir y caer; pero Daniel seguia en cargos de responsabilidad y estima, esa fue la bendición a su integridad. Durante 70 años, el pueblo de Israel estuvo cautivo en Babilonia. En este con- texto, Daniel recuerda la profecía de Jeremías (25:1-11) y entiende que ya es tiempo que su pueblo regrese a su tierra del exilio. Para ese tiempo, la primera oleada de judíos, al mando de Esdras, había regresado a Jerusalén. Pero Daniel se queda en Persia (actual Irán), para seguir influyendo en favor de su pueblo. "fue revelada palabra a Daniel... y la palabra era verdadera, y el conflicto grande, pero él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión." Con esta oración termina el versículo 1. 


LA VISIÓN 

La "Palabra" (davar) denota el acto de haber recibido un mensaje de Dios, una revelación. Daniel une este concepto con el hecho de haber tenido inteligencia para entender la “visión" (mareh). Esto es porque en el capítulo 8:1-14 se presenta otra "visión" (mareh) - que él ya había hecho una distinción de otra "visión" (hazon) - por lo que Daniel entiende que

la revelación que estaba recibiendo venía a ampliar el contenido del capítulo 8:1-14; el ataque del cuerno pequeño (sistema papal) al santuario celestial y al juicio que allí se realiza Daniel 7:26. 


Las implicancias de frase “el conflicto grande" es la razón de la aflicción de Daniel que es desarrollado en los siguiente dos versículos: "En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas. No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas." La palabra "conflicto" (Tseba, pl. tsaba'ot) es parte de uno de los títulos más conocidos dado a Jehová: “Jehová de los ejércitos”. Esta palabra tiene gran rango semántico: puede significar guerra (en un sentido militar), conflicto (de toda índole, desde interior hasta uno bélico), servidumbre, lucha, dolor. Daniel entendía que lo que su pueblo estaba viviendo era mucho más que un problema sociopolítico o militar, entrañaba un lucha de servicio y lealtad a dos bandos antagónicos, esta lucha no solo se reflejaba en el ámbito externo, sino que también es un conflicto interno que supone gran sacrificio y dolor de la prueba: esta es la lucha entre el bien y el mal, entre dos principes, el príncipe de las tinieblas y Miguel, "el príncipe de los hijos de tu pueblo" (Dn 12:1). Este gran conflicto es la realidad última que engloba a cada ser humano, permea todo cuanto hacemos y decidimos. Todo

se sintetiza a esta lucha y al bando en el que decidiremos estar.


CRISTO VIENE EN LA AYUDA DEL PROFETA

Sin duda, Cristo mismo había venido al auxilio de Daniel, y lo hizo con toda la majestad de su gloria. Aunque Daniel estaba afligido y muy desconcertado, la gloria de Dios le brindó seguridad de que, aunque el problema era grande y más amplio de lo que él podía ver e imaginar, la gloria de Dios superaba esa dificultad. Este es uno de los puntos álgidos de la lucha entre el bien y el mal. Observar como la gloria, poder, amor y sabiduría de Dios son más poderosos que las contiendas y engaños del Enemigo. 


El versiculo 8 demuestra que Daniel pasó de estar afligido mental y espiritualmente a estar afligido físicamente. Esto por la magnitud de la visión y - sobre todo - de la manifestación gloriosa de Cristo. El encuentro de un ser humano mortal y pecador con Dios santo y puro produce este efecto en el cuerpo de la persona. 


De la misma forma, aunque no veamos ni sintamos el abrazo de Dios, él está allí con nosotros, sentado de nuestro lado, dándonos ese abrazo animador para ponernos en pie de nuevo, y seguir luchando la batalla de la fe (2 Tm 4:8-9), pues esta batalla no la gana quien nunca falla, sino quien nunca se rinde de seguir al Salvador (Mt 24:13). "varón muy amado" (v. 11), del hebreo “Jamudoth”, esta palabra significa más específicamente: muy preciado, valorado, incluso delicado - denotando su valor, y por otro lado su fragilidad de algo que debe ser cuidado mucho. Realmente se puede ver el cuidado de Dios y su gran amor por nosotros en esta sola palabra. Realmente Dios nos ve como a lo más importante que él tiene, por eso hace la analogía del padre y del hijo, pues nos ama como un padre y una madre aman a un hijo, de manera incondicional, profunda. Un amor que no se acaba con el tiempo ni con cualquier tipo de cambios. iDios simplemente nos ama!


¿QUIÉN ES EL PRÍNCIPE DE PERSIA?

El versículo 13 es el punto álgido de este capítulo. Demuestra la lucha frontal entre el bien y el mal, y el centro de la contienda, destruir al pueblo de Dios, destruir su esperanza, destruir su fe en Dios y sus promesas. "el príncipe del reino de Persia se me opuso" (v. 13), una frase que necesita ser cabalmente entendida. El vocablo hebreo “Nar” es traducido como "príncipe", es usado en el Antiguo Testamento 422 veces, usualmente denota a los miembros de la realeza, cargos importantes en la administración de un reino, el hijo de un rey, y hasta puede denotar a capitanes de ejércitos (1 R 1:25; 22:26; 1 Cro 22:17; Jer 34:21). Sin embargo, Daniel hace un uso metafórico de esta palabra, vincula esta palabra con seres sobrenaturales (Dan 8:11, 25; 10: 13, 21; 12: 1), concretamente, con ángeles. Entonces, cuando se refiere al "principie de Persia" en realidad se está refiriendo a un ángel que está influyendo sobre el rey de Persia para que éste no permita que el pueblo de Dios regrese a Israel. 


Este acto es especialmente importante porque está vinculado con el inicio de las setenta semanas (Dn. 9:24-27), profecía relativa a la actividad salvífica del Mesías que supone

también el fin de todo plan del Enemigo de las almas. Este ángel sin duda es Satanás, el ángel caído que ahora contiende contra el pueblo de Dios. La "oposición" que ejerce no solo es espiritual, vemos como este ángel caído, se mueve entre los poderes fácticos de la tierra para desfavorecer al pueblo de Dios y crear zozobra y muerte. Vemos con claridad quien está detrás de todos los conflictos bélicos, políticos, económicos y de toda índole. 


Satanás, el ángel caído, quiere la miseria de la raza humana, y en especial, la derrota de cada integrante del pueblo de Dios. Por ello causa dolor y sufrimiento en nuestro planeta, pues él es el príncipe de este mundo (2 Co 4:4-6), por ello quiere engañar a los seres humanos y convertirnos en seres insensibles al llamado de Dios y desconfiemos de su amor y salvación. Este accionar de Satanás causa desconcierto en el ser humano ¿por qué Dios permite la maldad, la muerte? ¿Por qué parece que nada tiene sentido? Lo mismo pasó en el cielo, en el momento de la rebelión inicial: "Los ángeles no

comprendieron ni aun entonces todo lo que entrañaba la gran controversia. Los principios que estaban en juego habían de ser revelados en mayor plenitud" (El deseado de todas las gentes, 709). 


¿QUIÉN ES MIGUEL?

"Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia" (v. 13). Del hebreo “Mika'el” que significa “¿quién como Dios?” no es otro, sino el mismo Señor Jesucristo (Judas 1:9 lo llama arcángel,  Y Pablo en 2 Ts 4:16 lo relaciona con la resurrección). La lucha que aquí se describe era esencialmente entre los ángeles de Dios y "las potestades de las tinieblas, que buscaban contrarrestar las influencias que obraban sobre el ánimo de Ciro" (Patriarcas y Reyes, 418-419). 


Cuando entró en la lucha Miguel, el Hijo de Dios, los poderes del cielo ganaron la victoria y el maligno se vio obligado a retirarse. La palabra que se traduce "quedé" se usa en otros pasajes con el sentido de "permanecer" cuando otros se han ido o han sido alejados. Es decir, la victoria fue de Miguel. De la misma forma como Cristo, el arcángel Miguel, venció a Satanás en esa ocasión, lo venció de una vez y para siempre en la cruz del calvario. Nuestra victoria está asegurada en Cristo, aunque la lucha en esta tierra sea grande, al final, los que decidan estar de parte del Cordero, vencerán (Ap 17:14). 


Finalmente, en el versículo 14, Gabriel le explica que la visión (mareh) que recibió en Daniel 8:1-14, sobre el Santuario celestial y el juicio que alli se realiza, y que iba a ser ampliado en la visión que estaba recibiendo en ese momento (Dn 10-12:3) era para el pueblo de Dios del tiempo del fin. Es decir, para el remanente militante que se levantaría después de 1844, cuyo mensaje se centraría en el santuario y en el juicio que allí se realiza, la proclamación de dicho mensaje sería la última muestra prueba de amor de Dios para el ser humano,

antes de la sentencia final.


DESENLACE

Los últimos dos versículos de este capítulo nos muestran como la lucha entre el bien y el mal es una lucha sin cuartel, no paran los ataques, pero tampoco para la defensa y consuelo de Dios hacia su pueblo. "Pues ahora tengo que volver para pelear contra el principe de Persia; y al terminar con él, el principe de Grecia vendrá." Aunque Grecia era, en ese tiempo, una nación con poca trascendencia, Dios le estaba anticipando que eso iba a cambiar, no pasó mucho tiempo, y Grecia subió al primer plano del dominio del mundo. Y así han ido y venido reyes y reinos, capitanes y generales, ideologías y religiones; sin embargo, Dios y su pueblo han permanecido firmes en todos los tiempos. 


El Enemigo, aunque ya derrotado, no se cansará de atacar al pueblo de Dios, pero podemos descansar confiados, por de Cristo es la batalla y la victoria es asegurada en su redención. "y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe". Miguel, nuestro señor Jesucristo, es el camino, la verdad y la vida. Por el llegamos al Padre y en él debe estar nuestra fortaleza y esperanza. La iglesia camina segura rumbo a las mansiones eternas de la mano del Arcángel que devolverá a la vida a quienes le sirvieron. Y un día no muy lejano, Cristo se colocará la armadura de Miguel, el comandante de los ejércitos celestiales, y vendrá a poner fin a toda la maldad, pecado y muerte de esta tierra. Esperamos por él.


Feliz día.


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


#rpSp #PrimeroDios #MensajesDeEsperanza 


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