Hace algunos días alguien me preguntó: “¿para qué formó Dios una iglesia? ¿es necesario una iglesia?”. Su pregunta me llamó la atención en demasía y con paciencia le respondí lo siguiente:
La palabra iglesia viene del griego “eκκλησία” (“ekklesía”) que significaba originariamente en la antigua Grecia “asamblea” y luego pasó a significar “congregación de cristianos”. Ésta palabra contiene el prefijo “eκ-” (“fuera”) y la raíz “κλή-”, como en “κλήσις” (“klêsis”, “llamada”) que proviene del verbo “καλέω” (“kaléo”) que significa “llamar”. Es entonces que la palabra “eκκλησία” significaría originariamente “llamada afuera” con el motivo de reunir a la gente de una comunidad.
Podemos decir que la IGLESIA es el conjunto de personas “llamadas de afuera” para “llamar a los que están afuera”. Es decir, tal como dijo Pedro, “somos pueblo adquirido por Dios, a fin de que anunciemos (llamemos) las virtudes (evangelio) del que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Ped.2:9). ¡Extraordinario! ¡Impresionante mensaje!
La sierva del Señor señala: “La iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el Evangelio al mundo. Desde el principio fue el plan de Dios que su iglesia reflejase al mundo su plenitud y suficiencia” (Los Hechos de los Apóstoles, pp. 9).
Fuimos llamados para anunciar el evangelio del que nos llamó un día de las tinieblas a la luz admirable. Dios te llamó, ¿recuerdas de dónde te llamó? ¡Qué privilegio saber que Dios te llamó para llamar a otros! No lo olvides.
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
ASOCIACIÓN PERUANA CENTRAL
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