William MacDonald dijo:
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Quizá los discípulos habían hablado
de la siega que venía. O quizá era un refrán común entre los Judíos: “Cuatro
meses entre la hora de la semilla y la siega”. En todo caso, el Señor Jesús
volvió a usar el acto físico de la cosecha para enseñar una lección espiritual.
Los discípulos no deben pensar que la cosecha se halla lejos. Ellos [no deben
pensar] que la obra de Dios se puede hacer después. Deben darse cuenta de que
los campos están blancos para la siega...En el mismo momento que el Señor hablaba
estas palabras, Él se hallaba en medio de un campo de siega que contenía las
almas de hombres y mujeres Samaritanos. Él decía a los discípulos que tenían
una gran labor de recogimiento ante ellos, y que debían entregarse a ella de
inmediato y con diligencia.
Así
hoy, el Señor nos dice, “Alzad vuestros ojos y mirad los campos”. [Que] el
Señor nos dé un peso por las almas perdidas a nuestro alrededor. Luego de
nosotros dependerá ir de parte de Él, buscando traer las gavillas de grano
maduro (traducción de William MacDonald,Believer’s Bible Commentary, Thomas
Nelson Publishers, 1995, p. 1487; nota sobre Juan 4:35).
Ahora daré tres puntos simples de Juan 4:35 y de Mateo 9:37-38.
I. Primero, el tiempo de juntar la
siega es ahora.
Mis dos abuelos eran granjeros.
Sembraban semillas en la primavera y cortaban, o recogían la cosecha en el
otoño. A traer la cosecha se le llama “la siega”. Los discípulos solo habían
estado con Jesús un tiempo corto. Pero de seguro ya sabían de ganar almas,
porque Jesús les dijo de inmediato, al principio cuando los llamó, “Venid en
pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19). Mas ahora habían ido
a la ciudad a comprar comida. Mientras ellos iban, Jesús trabajaba ganando
almas.
“Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. Él les
dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. Entonces los
discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? Jesús les
dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.
¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí
os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para
la siega” (Juan 4:31-35).
¡No esperes cuatro meses para la cosecha! “Alzad vuestros ojos y mirad
los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35).
Algunos quizá piensan: “Esperaré hasta
el otoño. Es cuando traemos a los perdidos”. ¡Equivocado! ¡El tiempo de la
cosecha es hoy! ¡Por mucha experiencia hemos hallado que el Domingo después de
(el Día de la Independencia en los Estados Unidos de América) del 4 de Julio es
cuando comenzamos la cosecha! ¡El tiempo de la cosecha es ahora!
“¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega?
He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están
blancos para la siega” (Juan 4:35).
¡El tiempo de la cosecha es ahora! El Dr. John R. Rice lo dijo muy bien
en una de sus bellas canciones:
¡Seguemos hoy, o perdemos la siega!
Dios nos ha dado almas que ganar.
Salvemos pues amados de la llama,
Traigamos hoy un pecador aquí.
(Traducción libre de “So Little Time” por Dr. John R. Rice, 1895-1980).
¡Seguemos hoy – o
perdemos la siega! Vemos que se pone más difícil después del Día de Acción de
Gracias. Y casi imposible en la época de Navidad en la cuidad laica de Los
Ángeles. Enero y Febrero son fríos y llueve – y muchos jóvenes asisten a las
sesiones del invierno en la universidad. Es más difícil entonces. En el
invierno y en la primavera hay muchas distracciones. Mucha gente sale cada vez
que hay un fin de semana de tres días. Está el día de Martín Luther King. Está
el fin de semana de tres días del Día de los Presidentes. Los exámenes
semestrales. El Día de la Madre. El Día Memorial. Exámenes finales. El Día del
Padre. Todos ellos opacan nuestro evangelismo en esta gran ciudad impía. Pero
entonces, después del cuatro de Julio, comienza la cosecha. ¡Ahorita,
el 7 de Agosto, estamos en medio de nuestra cosecha del otoño!
“¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega?
He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están
blancos para la siega” (Juan 4:35).
“Seguemos hoy”. ¡Cántala!
¡Seguemos hoy, o perdemos la siega!
Dios nos ha dado almas que ganar.
Salvemos pues amados de la llama,
Traigamos hoy un pecador aquí.
¡La hora de juntar la cosecha de almas perdidas es hoy!
II. Segundo, hay muchas almas perdidas
que segar.
Voltea por favor a Mateo 9:36-37. Lee
estos dos versos en voz alta.
“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban
desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus
discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos” (Mateo
9:36-37).
Jesús vio las multitudes perdidas. Él se compadeció de ellos. Él vio que
eran “ovejas sin pastor”. Él dijo: “La mies es mucha”.
¡Eso es cierto hoy también! La mies es
mucha. ¡No esperes traer a tus amados para el banquete del Día de Acción de
Gracias! ¡Oh, no! ¡Tráelos ahora – el próximo Domingo! Oirán
el Evangelio predicado claramente. No serán distraídos por las cosas que
comienzan a suceder después del Día de Acción de Gracias. Si los traes a la
iglesia a oír el Evangelio predicado hoy, será más probable que los puedas
traer de regreso el próximo Domingo también. El Dr. Rice dijo:
¡Trae tus amados, a Jesús tráelos!
¡Trae tus hermanos y hermanas a Él!
Cuando termine la gran cosecha,
¡Queremos ver los amados con Él!
(Traducción libre de “Oh, Bring Your Loved Ones”
por Dr. John R. Rice, 1895-1980).
No puedes ganar a tus padres, ni
hermanos o hermanas con solo la oración. Algunos han orado mucho y sus amados
aun están perdidos. Tienes que estar serio. Tienes que “[forzarlos] a entrar”
(Lucas 14:23). Cuando Andrés encontró a Jesús, la Biblia dice “Este halló
primero a su hermano Simón [Pedro], y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que
traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús”
(Juan 1:41-42). Andrés no sabía mucho. Pero sabía que Jesús era el Mesías, “y
le trajo [a Pedro] a Jesús”. ¡Andrés no solamente oró para que Pedro viniera a
Jesús! ¡No! “Le trajo a Jesús”. Algunos de ustedes han orado por un pariente
por mucho tiempo, pero nada parece moverlos. Si supieran que tienes el corazón
roto porque todavía están perdidos, si sintieran el interés en tu voz, una
insistencia en tu tono, quizás vendrían a la iglesia y oirían el Evangelio y
serían salvos.
“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo
creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les
predique?" (Romanos 10:14).
El Dr. Rice dijo:
Hoy es el tiempo del ruego en llanto,
Tiempo de estar apreso a la cruz.
Pues en el Cielo será muy tarde,
Para ganar un alma a Jesús.
¡Trae tus amados, a Jesús tráelos!
¡Trae tus hermanos y hermanas a Él!
Cuando termine la gran cosecha,
¡Queremos ver los amados con Él!
(Dr. John R. Rice, ibid.).
Alguien podría decir: “Dr. Hymers, he
tratado mucho, pero no me oyen”. Yo sé lo que se siente. ¡Pero no te rindas! “A
su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9). Ahora piensas en un
familiar o conocido que sabes debes traer el próximo Domingo. Ven e híncate
frente al púlpito, y oraremos para que Dios te dé el celo y la fe para ir y
“forzarlos a entrar”. (Oración). Canta ese coro de nuevo, al volver a tu
asiento.
¡Trae tus amados, a Jesús tráelos!
¡Trae tus hermanos y hermanas a Él!
Cuando termine la gran cosecha,
¡Queremos ver los amados con Él!
III. Tercero, los obreros son pocos.
“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban
desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus
discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad,
pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo
9:36-38).
Hay otro pensamiento aquí. “Y al ver
las multitudes”. Vamos a tener multitudes de jóvenes viniendo a nuestra iglesia
a través de nuestro evangelismo regular en las próximas semanas. Pero, ¿qué van
a encontrar cuando lleguen aquí? ¿Van a encontrar que eres cálido y amable con
ellos? ¿Van a encontrar que tienes celo en hacerte amigo de ellos y en hacerlos
sentir como en casa? ¿O van a darse cuenta que en realidad no te preocupas por
ellos? La gente se da cuenta, ves.
¿Te acordarás de esto el próximo
Domingo? ¡Falta mucho para que llegue! El Sábado pasado por la noche di un
sermón sobre el celo de Cristo. Uno de los puntos fue: “Debemos cantar con
celo”. Este punto fue recibido con mucho entusiasmo el Sábado por la noche.
Pero doce horas después, el Domingo por la mañana, tuvimos el peor de
los cantos que hemos tenido durante meses. ¿Por qué? Porque en las cosas
espirituales el hombre es muy débil y perezoso en el mejor de los casos.
Incluso después de ser convertidos todavía somos fuertemente tentados a ser
lerdos y perezosos. ¡Tal es el efecto de la caída! Por lo tanto, lo que se
predicó el Sábado por la noche fue olvidado por muchas personas en nuestra
iglesia el Domingo por la mañana.
Así será con este sermón. Jesús dijo:
“La mies es mucha, mas los obreros pocos”. Eso es verdad entre nosotros.
Veríamos muchas más adiciones a nuestra iglesia si hubiesen más obreros.
Gracias a Dios tenemos algunos obreros.
Pero muchas personas, incluso en nuestra iglesia, no tienen celo de ganar un
alma perdida. Nuestros diáconos y líderes traen una multitud, “pero los obreros
son pocos”, por lo que la mayoría de ellos se van y no vuelven. ¡Oh, si nuestros
jóvenes despertaran, que cosecha sería! Pero muchos no despertarán. Harán de
nuevo el próximo Domingo lo que hicieron el Domingo pasado. ¡Gracias a Dios que
ahora tenemos algunos obreros! Pero Jesús dijo:
“Los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros
a su mies” (Mateo 9:37-38).
Debemos orar por más obreros como Soriya, Sheila, Anthony, Jack y Tina –
gente como ellos, ¡que pueden recordar trabajar en la cosecha; gente que labore
con celo, en vez de retirarse, como con sueño, sin interés en ayudar a las
almas perdidas a entrar a nuestra iglesia!
La cosecha no es muy larga, todos los
Domingos. Es sólo como una media hora, después de que comemos juntos. Lo que
sucede en esa media hora determina si cosechamos o no. Los dormidos se van al
baño, o apenas vienen al compañerismo. Ellos no tienen la urgencia, o celo por
los que están perdidos. El próximo Domingo serán igual que el Domingo pasado.
No despertarán a menos que haya un movimiento soberano de Dios.
“A la verdad la mies es mucha, mas los
obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”
(Mateo 9:37-38).
“Cuan Poco Tiempo”. ¡Cántala!
¡Cuán poco tiempo hay para la siega!
Con la cosecha vamos hacia Dios,
A reportarnos ante Jesucristo,
Con la esperanza que Él diga “¡Muy bien!”
¡Seguemos hoy o perdemos la siega!
Dios nos ha dado almas que ganar.
Salvemos pues amados de la llama,
Traigamos hoy un pecador aquí. (Dr. Rice, ibid.).
El profeta Jeremías dijo: “Pasó la
siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos” (Jeremías 8:20). Hoy
es siete de Agosto. Sólo hay tres Domingos más y el verano ha terminado hasta
el próximo año. Has pasado por esta primavera y este verano, y “terminó el
verano y [tú no eres salvo]”. Tú sabes que Cristo murió para pagar por tus
pecados. Tú sabes que Él resucitó de los muertos – y ahora está en el Cielo, a
la diestra del Padre. Tú sabes que Cristo puede limpiar tus pecados con Su
Sangre si vienes a Él. Me has escuchado decir estas cosas infinidad de veces y
sin embargo “no eres salvo”. Teniendo tantas oportunidades, ¿por qué te
detienes? ¿Por qué has rehusado venir a Él? ¡Arrepiéntete y ven a Cristo!
Al resto le digo: “Seguemos hoy” – de
pie y canta el coro de la canción de Dr. Rice otra vez.
¡Seguemos hoy o perdemos la siega!
Dios nos ha dado almas que ganar.
Salvemos pues amados de la llama,
Traigamos hoy un pecador aquí.
(FIN DEL SERMÓN)
Puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet
en www.realconversion.com. Oprime “Sermones en Español”.
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