La vida cristiana tiene sus altos y bajos. No siempre hacemos ni decimos las cosas correctas. Algunas veces nos va bien, y decimos: “Uau a buena hora que dije eso”; y otras veces hablamos sin pensar y luego decimos: “¿por qué tuve que decir eso?”. Pues bien, hoy quiero reflexionar en lo que dijo Pedro a Jesús en Mateo 16:14-23:
¿Es posible ser elogiado por Jesús y poco después ser amonestado? Tendríamos que preguntarle a Pedro. ¿Cómo se habrá sentido? Después de ser llamado dichoso, pasó a ser llamado “Satanás”. Definitivamente, nadie quisiera estar en los zapatos de Pedro.
Jesús preguntó: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” (Mateo 16:13). Los discípulos le respondieron diciendo lo que la gente hablaba. Ante esto, Jesús replica: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mateo 16:15). La conversa se silenció. Quizás nadie quería dar la respuesta errónea. Sucede eso cuando no estamos tan seguros de nuestra respuesta. Y de pronto, alguien levanta la mano cual niño aplicado del aula para decir: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16). ¡Respuesta correcta!
Jesús aprueba la respuesta de Pedro y no solo eso, sino que lo elogia. Imagínense la carita de Pedro, honrado delante de todos, sacando pecho, feliz, con la máxima nota en cristología. Esto es tener tu momento en el monte Carmelo, tu victoria apoteósica. La vida cristiana a veces es así. Es motivo de felicidad a más.
Sin embargo, unos versículos adelante Jesús amonesta de la manera más dura (en mi opinión) a Pedro, pues le dice: “!!Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mateo 16:23). ¿Qué pasó? ¿Dónde falló? ¿Será verdadera la frase de que el éxito es más peligroso que el fracaso? ¿Qué es lo que dijo Pedro? Esto fue lo que dijo: “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca” (Mateo 16:22). Lo que pasó fue que Pedro trató de convencer a Jesús de que evitara a toda costa los sufrimientos de ser azotado, ultrajado y crucificado cruelmente. Y esas palabras que sonaban muy tiernas y bien intencionadas eran ni más ni menos que las de Satanás.
El diablo estaba usando a Pedro, sin que él fuera consciente, para evitar que Jesús muriera en la cruz y luego resucitara, puesto que esa era la única manera de darle al ser humano perdón de pecados, salvación del alma y vida eterna en el cielo. La respuesta es clave y muy importante. Jesús le dijo: “porque no pones tu mente en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”.
Imagino a Pedro lamentándose en su mente: “¡Ay Pedro, para qué tuviste que abrir tu “bocota”! A mí me ha pasado muchas veces, y es que somos humanos. Yo no creo que Pedro lo haya dicho con mala intensión, pero como dice el dicho: “el infierno estará lleno de personas con buenas intensiones”. Pedro, se dejó usar por el “virus” de querer siempre quedar bien con los jefes, con las personas importantes. Quizás Pedro pensaba recibir otra felicitación de Jesús por querer evitar que su maestro sufra. Pero no fue así. A esto le llamo tener mi momento de Pedro, querer que “la tierra de trague”, de vergüenza y de chasco.
Hoy es un nuevo día. Ya lo dice la Biblia: “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:37). Piensa bien lo que deseas hablar, y sino, es mejor no decir nada. Y si por alguna razón te equivocas, qué es parte de la vida en este mundo, recuerda que a veces tenemos nuestras victorias en el monte Carmelo, y otras nuestras derrotas como Pedro. Lo bueno de todo esto es que, Jesús no condeno, ni excluyó a Pedro. No hizo eso. Tampoco lo hará con nosotros, y por favor, jamás hagas eso con tu prójimo que se equivoca.
Feliz día!
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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