Una gran necesidad exige una respuesta
inmediata, urgente. Si la mayor necesidad de la iglesia es de carácter
espiritual, entonces el satisfacer esa necesidad se convierte en algo urgente.
Así lo ha entendido el pastor Ted Wilson, presidente mundial de la Iglesia
Adventista, quien desde el mismo inicio de su gestión ha hecho un llamado a la
iglesia mundial a la renovación de su vida espiritual.
Pero aclaremos que el llamado del pastor
Wilson se da en respuesta a una invitación del Espíritu Santo, quien describe
la necesidad espiritual de la iglesia con las siguientes palabras: “La mayor y
más urgente de todas nuestras necesidades es la de un reavivamiento de la
verdadera piedad en nuestro medio” (Reavivamiento,
p. 9). Si esta renovación de la vida espiritual es de carácter urgente,
entonces “procurarlo ha de ser nuestra primera obra. Debe haber esfuerzos
fervientes para obtener las bendiciones del Señor” (Íbid).
¿Podríamos hallar en la Biblia un
antecedente que justifique este llamado a la renovación de la vida espiritual? ¿Es
posible encontrar en sus páginas algún caso en el que el máximo dirigente del
pueblo de Dios haga un llamado general a una experiencia de reavivamiento
espiritual? Si es así, ¿podrían repetirse los resultados del ejemplo bíblico en
el actual pueblo de Dios? Revisemos el caso del rey Asa, el máximo dirigente de
Israel en su tiempo, y seamos testigos de cómo la espiritualidad en un
dirigente puede convertirse en una animosa y entusiasta aventura para todo el
pueblo de Dios. Vamos a usar el capítulo 15 de 2 de Crónicas como fundamento
bíblico para nuestro tema.
Dios invita al
dirigente a ser espiritual.
Lo primero que Dios hace es aclararle al rey
Asa que la espiritualidad es una relación:
“Jehová estará con vosotros, si vosotros
estuviereis con él; y si le buscareis, será hallado de vosotros” (2 Crónicas
15:2). Para confirmar esto, el Espíritu de Profecía establece que “nuestro
Padre celestial está más dispuesto a conferirnos su Espíritu Santo a los que se
lo piden que los padres terrenales a dar buenas dádivas a sus hijos. Sin
embargo, mediante la confesión, la humillación, el arrepentimiento y la oración
ferviente nos corresponde cumplir con las condiciones en virtud de las cuales
Dios ha prometido concedernos su bendición” (Reavivamiento, p. 9). Esto significa que Dios está dispuesto a
satisfacer nuestra necesidad espiritual, pero sólo si lo buscamos. En realidad,
“solo en respuesta a la oración debe esperarse un reavivamiento” (Íbid).
Pero esta relación con Dios se cultiva no
solo mediante la vida de oración, sino que incluye la poderosa influencia de
las Escrituras, pues “mientras la gente esté tan destituida del Espíritu Santo
de Dios, no puede apreciar la predicación de la Palabra”, sin embargo, “cuando
el poder del Espíritu toca su corazón, entonces no quedarán sin efecto los
discursos presentados. Guiados por las enseñanzas de la Palabra de Dios, con la
manifestación de su Espíritu, ejercitando un sano juicio, los que asisten a
nuestras reuniones obtendrán una experiencia preciosa” (Reavivamiento, p. 9, 10).
Luego el Señor le hace una importante
aclaración al rey Asa, y es que cuando el dirigente no es espiritual, no hay
enseñanza, no hay ley, y es como si el pueblo estuviera sin Dios. El profeta Azarías
le dijo al rey: “Muchos días ha estado Israel sin verdadero Dios y sin
sacerdote que enseñara, y sin ley” (v. 3). Pero ocurre lo contrario cuando el
dirigente de iglesia se consagra al Señor: su condición espiritual lo hace
sentir preocupación por la vida espiritual del pueblo, y como resultado enseña
y promueve entre el pueblo todas aquellas prácticas que acercan el corazón del
hombre al Señor.
Más adelante Dios señala las desventajas de
la falta de espiritualidad: “En aquellos tiempos no hubo paz…sino muchas
aflicciones…una gente destruía a otra…Dios los turbó con toda clase de
calamidades” (vs. 5,6). Entonces, para contrarrestar el efecto destructor de la
carencia de relación con Dios, Dios anima y motiva a su pueblo a ser
espirituales: “Pero cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de
Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos…Esforzaos vosotros, y no
desfallezcan vuestras manos, pues hay recompensa para vuestra obra” (vs. 4,7).
Si notamos, el pasaje anterior señala que un
verdadero reavivamiento implica una conversión del corazón. En medio de la
tribulación causada por su alejamiento del Señor, los israelitas se
arrepintieron y fueron convertidos “a Jehová Dios de Israel y le buscaron”. Por
eso es que “debemos buscar a Dios con verdadera contrición; con profunda
contrición de alma debemos confesar nuestros pecados para que puedan ser
borrados… Debe haber un ferviente escudriñamiento de corazón. Debe haber
oración unida y perseverante” (Reavivamiento,
p. 14, 15).
Respuesta de Asa a la
invitación del Señor
El rey se entusiasmó con el llamado del Señor
a ser espiritual: “Cuando oyó Asa las palabras y la profecía del profeta
Azarías, cobró ánimo, y quitó los ídolos abominables…y reparó el altar de
Jehová” (v. 8). Si notamos, luego del reavivamiento vino una profunda reforma
que implicó quitar los ídolos y reparar el altar de Jehová. Y es que no puede
haber un genuino reavivamiento si no va acompañado de una consecuente reforma.
De hecho, la instrucción del cielo es que
“deben realizarse un reavivamiento y una reforma bajo la ministración del
Espíritu Santo. Reavivamiento y reforma son dos cosas diferentes. Reavivamiento
significa una renovación de la vida espiritual, una vivificación de las
facultades de la mente y del corazón, una resurrección de la muerte espiritual.
Reforma significa una reorganización, un cambio en las ideas y teorías, hábitos
y prácticas” (Reavivamiento, p. 16,
17). Por eso es que Asa “cobró ánimo, y quitó los ídolos abominables y reparó
el altar de Jehová”. Luego de cobrar ánimo espiritual, ahora Asa entusiasma al
pueblo a consagrarse al Señor. En efecto, el rey “reunió a todo Judá y
Benjamín… y en aquel mismo día sacrificaron para Jehová… Entonces prometieron
solemnemente que buscarían a Jehová el Dios de sus padres, de todo su corazón y
de toda su alma” (Vers. 12).
El resultado de esta respuesta espiritual
fue de júbilo y alegría. Se fueron las aflicciones y volvió la paz: “Y juraron
a Jehová con gran voz y júbilo, al son de trompetas y de bocinas. Todos los de
Judá se alegraron con este juramento; porque de todo su corazón lo juraban, y
de toda su voluntad lo buscaban, y fue hallado de ellos; y Jehová les dio paz
por todas partes” (vs. 14,15).
Cuando el pueblo de Dios toma la decisión de
buscarlo en ruego y oración, los resultados son extraordinarios. En realidad
“no hay nada que Satanás tema tanto como que el pueblo de Dios despeje el
camino quitando todo impedimento, de modo que el Señor pueda derramar su
Espíritu sobre una iglesia decaída y una congregación impenitente” (Reavivamiento, p. 12).
Cuando el líder es
espiritual, los demás quieren serlo
Las incuantificables ventajas de la
espiritualidad son deseadas por otros. Cuando Asa reunió a todo Judá y
Benjamín, se juntaron “con ellos los forasteros de Efraín, de Manasés y de
Simeón; porque muchos de Israel se habían pasado a él, viendo que Jehová su
Dios estaba con él” (v. 9). Es inevitable, cuando el líder es espiritual,
contagia a otros a serlo también.
Dios usa diferentes medios para invitar a su
pueblo a una renovación de la vida espiritual. Al respecto, la sierva del Señor
escribió lo siguiente: “Por medio de figuras se me ha mostrado que el Señor
llevará a cabo sus planes mediante diversas formas e instrumentos” (Reavivamiento, p. 17). En el caso de
nuestro estudio usó al rey Asa, y en este tiempo del fin Dios está usando al
pastor Wilson y otros instrumentos humanos y diferentes medios.
En el pasado otro dirigente de Israel vivió la
experiencia espiritual del rey Asa. Se trata de Josafat, otro rey de Israel, de
quien se dice que “se animó su corazón en los caminos de Jehová” (2Crónicas
17:6). El dirigente espiritual es fácilmente identificado por el pueblo. La
gente sabe cuando Jehová está con ese dirigente. Esto los contagia y los lleva
a tomar grandes decisiones para cultivar ellos mismos su espiritualidad. Cuando
el dirigente y la iglesia son espirituales, desaparecen las contiendas, las
aflicciones, y se vive en paz, y sobre todo, en un ambiente de fiesta y júbilo,
lo que llamamos regocijo espiritual.
¿Hasta dónde nos llevará el entusiasmo y el
despertar espiritual al cual nos ha llamado el pastor Wilson como dirigente de
la iglesia mundial? Oramos para que sea al rápido cumplimiento de la misión y
al pronto regreso del Señor. El mundo no podría soportar el impacto de 16
millones de adventistas renovados por el ungimiento del Espíritu Santo. Oramos
para que este llamado a un reavivamiento sea la antesala del pleno
derramamiento de la lluvia tardía. Si ocurrió en tiempos del rey Asa,
permitamos que el Espíritu Santo lo haga otra vez.
Elena de White escribió que “en muchos
corazones parece haber apenas un hálito de vida espiritual” (Reavivamiento, p. 15). Sin embargo, como
resultado de su respuesta a esta invitación de renovación espiritual, en lugar
de que en su corazón haya tan solo un leve aliento de vida espiritual, de su
interior brotarán ríos de agua viva espiritual.
Por
Javier Mejía
Director de Mayordomía,
DIA
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