"Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia"
Imagino a Abraham viajando rumbo a la tierra que Dios le prometió con toda su caravana de familiares, esclavos, animales y riquezas; pero con el corazón un poco incómodo porque, ¿de qué le sirve tantas bendiciones sino tiene la mayor bendición: un hijo? Dios le había ayudado a vencer al rey Quedorlaomer y sus reyes aliados, Abraham había dado todo el diezmo, pero aún Dios no había cumplido su promesa. ¿Cuánto tiempo debía pasar? ¿Qué más tenía que hacer Abraham? ¿No lo había dejado todo creyendo en las promesas de Dios?
Dios conociendo su pensar y su sufrimiento va en busca de él y le reafirma su promesa una vez más. Le dice que cuente las estrellas del cielo, y las intente contar, para luego prometerle: “así será tu descendencia”, como las estrellas del cielo (Génesis 15:5).
Abraham y Sara habían intentado tener hijos por más de cuarenta años antes de la promesa de Dios en Génesis 12. Abraham y Sara tenían 75 y 65 años respectivamente (Génesis 12:4), ¿qué pensarías tú si pasan los años y no pasa nada? ¿Cuántos años esperarías?
En el capítulo de hoy, Abraham le expresa su pesar a Jehová, diciéndole de qué le sirve tantas bendiciones si un mayordomo lo heredará puesto a que no tiene hijo alguno. Ante esto, Dios le dice que no se preocupe porque no le heredará su mayordomo sino un hijo propio (Génesis 15:2- 5). Después de escuchar una vez más las promesas de Dios, Abraham tiene una respuesta realmente extraordinaria que nos hace entender porqué fue llamado el padre de la fe: “Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (Génesis 15:6).
La respuesta del patriarca fue un completo rendimiento a la voluntad de Dios y de aceptación de su promesa como la contestación adecuada a sus interrogantes. Por primera vez en las Escrituras aparece la palabra creer.
Según Swanson, la palabra creyó (del hebreo he´emin`) significa “creer”, “confiar” y “esperar”. Es decir, Abraham creyó, confió y esperó a Dios y en Dios. No en otro ser humano o un médico especialista, sino en Dios. Y esto le fue contado por justicia. La palabra justicia (del hebreo sedā´qāh) que significa, justo en un caso legal, inocencia por no tener culpa y abundancia en riquezas (véase Diccionario de Idiomas Bíblicos: Hebreo, 2014).
Y Santiago diría muchos años después que “Abraham creyó y le fue contado por justicia, y fue llamado AMIGO DE DIOS” (Santiago 2:23).
Abraham era amigo de Dios porque le creyó. Y la raíz verbal de la palabra CREER tiene que ver con alguien que confía, cree y espera en Dios, pero estas características son a solo la consecuencia de una causa. La causa para que Abraham haya creído en Dios era porque era amigo de Dios. El verbo creer (del hebreo ´aman) es muy profundo, indica también fidelidad, firmeza y perseverante. ¡Qué extraordinario! No llegas a ser amigo de Dios gratis, eres amigo de Dios porque eres FIEL, FIRME y PERSEVERANTE.
Hoy es un nuevo día. ¿Crees en Dios? ¿Crees en sus promesas? En este día quiero decirte que creerle a Dios no es gratis, y no me refiero a dinero, no. Creerle a Dios demanda de confianza, paciencia, y esto solo será posible si ERES AMIGO DE DIOS y esto se logra cuando eres FIEL, FIRME y PERSEVERANTE. Los amigos conversan, se conocen, pasan tiempo juntos. Los amigos, disfrutan tiempo juntos. ¡Yo quiero ser amigo de Jesús! ¿por qué no pedirle a Dios que nos ayude a pasar más tiempo con Él? ¿Estás listo? Vamos juntos y #Conecta2!!!
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
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