“Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá […] Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado" (Ex. 31:2,6).
La obra de Dios no se maneja como una empresa cualquiera. Con el apogeo de estilos de liderazgos seculares y estrategias de marketing para hacer crecer empresas y volverlas exitosas, algunos se ven tentados a traer esos estilos de liderazgo y estrategias de crecimiento a la obra de Dios. Pensamos, que si Apple, Coca Cola, Facebook, y algunas otras fuertes marcas, tuvieron éxito aplicando métodos y estrategias en boga, la iglesia también puede tener mucho más éxito. Sin embargo, olvidamos que la obra de Dios avanza y con más éxito a pesar de ti y de mí (y tú sabes cómo eres, al igual que yo). Cuando leemos la Biblia nos encontramos con Dios llamando a obreros que ningún gurú ni coach los recomendaría para liderar una empresa, ni un área de trabajo. Es cierto, hubieron hombres preparados como Moisés, Daniel, Judas, Pablo... pero la gran mayoría no lo era. ¿Te imaginas a un pastor de ovejas siendo presidente de la república? Y no estudió en Harvard ni en Stanford, ni mucho menos en universidad alguna... pero sí estudió cada día la Palabra de Dios... Y es que Dios no mira lo que el ojo humano ve, sino mira el corazón (1 Sam. 16:7).
La obra de Dios es santa, y requiere hombres santos. No porque no hayan ni van a pecar, sino porque son separados para Dios, y buscan hacer su voluntad cada día de su vida.
El mensaje de hoy nos habla de dos hombres con nombres. Un nombre, en la antigüedad, representaba el carácter; la historia o naturaleza del individuo. El nombre estaba estrechamente ligado con la existencia. Lo que no tenía nombre no existía (Gén. 2:19-20; Ecl.6:10). Bezaleel “en la protección de Dios” y Aholiab “mi carpa/tienda paterna” fueron llamados por Dios para una obra especial. Ambos cristalizarían y ejecutarían lo que se le presentó a Moisés. Qué impresionante es saber que Dios nos conoce por nuestro nombre. No somos un número más en la gran lista de criaturas de Dios. Dios nos conoce por nuestro nombre. En la escuela, los profesores y maestros estilan llamarnos por números, y no por nuestro nombre. Dios no es así, nos llama nuestro nombre.
Es interesante notar que si bien es cierto Bezaleel y Aholiab eran varones con talentos y dones, gozaban de experiencia en lo que, de alguna manera u otra, Dios requería; lo que impresiona es que Dios no los deja solo con sus habilidades y destrezas sino que los capacita con sabiduría y los dota del Espíritu Santo para que “hagan todo” lo que había mandado. Y es que cosas espirituales demandan hombres espirituales.
Algún lector puede estar pensando en cómo fue su llamado: Bezaleel y Aholiab gozaban de experiencia y talentos o dones, ¿y qué de mí? ¿Yo no tengo ningún talento? ¿Yo no sé hacer nada bueno en los asuntos del Señor? Déjame decirte que Dios no tiene hijos sin dones. La Biblia enseña que Dios dotó a algunos con cinco talentos, a otros con tres y a otros con uno… pero a todos le dio al menos uno (Mt. 25). Esto quiere decir que todos, de alguna manera u otra, tenemos algún don o talento que Dios nos ha dado. El problema es que probablemente no lo estamos usando.
Pero, hay un detalle mucho más extraordinario. Cuando Dios nos llama, no nos ve como somos: con defectos, errores, fracasos y temores sino más bien cómo llegaremos a ser con su intervención. Es cierto que algunos llamados sí tienen muchos dones y talentos, a esos los conocemos como talentosos, pero Dios nos ve lo que ven nuestros ojos (1 Sam. 16:7).
Podríamos concluir diciendo que, (1) Dios no nos llama al azar, lo hace porque nos conoce; (2) Dios nos llama y nos capacita con su Espíritu Santo porque su servicio es santo y requiere hombres santos; (3) todos, de alguna manera u otra tenemos algún talento o don; (4) Dios nos llama y considera nuestros talentos y experiencia, pero eso no determina nuestro llamado, Dios desea que sus hijos sean obedientes y se pongan en sus manos.
Hoy es un nuevo día, hay muchos desafíos que cumplir. No olvides que Dios te llamó para una obra santa, porque tienes algún don o talento y debes ser obediente en hacer "todo lo que él mandó". ¿Eres un líder en la iglesia? ¿Qué responsabilidad tienes? No te desanimes, Dios sí te llamó. Alégrate y ponte en las manos de Dios.
¡Buen día!
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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