“Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra y hermosura. Y tú hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aarón, para consagrarle para que sea mi sacerdote” (Éxodo 28:2, 3).
Es impresionante cómo Dios le da detalles a Moisés sobre la vestimenta de Aarón y sus hijos, como sacerdotes del tabernáculo. Desde el material finísimo, y muy estético hasta los detalles de colores y formas, hacen que la vestimenta, literalmente, toda la vestimenta, sea una vestimenta preciosa. En ese sentido, la pregunta que surge de manera natural es, ¿por qué? ¿tan importante es una vestimenta?
Los sacerdotes tenían una vestimenta muy especial, porque ellos eran los mediadores en el santuario. Si vida era una vida santa, separada por Dios. La Biblia dice: “Harás además una lámina de oro fino, y grabarás en ella como grabadura de sello, SANTIDAD A JEHOVÁ” (Éxodo 28:36). Ellos eran santos porque Dios es santo. Entonces, ellos no podían vestirse con la ropa que querían, ni gustaban, porque sencillamente eran ministros, santos de Jehová. Entonces, podemos concluir que a Dios si le interesa el cómo nos vestimos. Y quizás estés preguntándote y diciendo: “Felizmente no soy sacerdote, ¿qué problema habría si me gusto como quiero? Un momento, amigo querido.
Sin embargo, en 1 Pedro 2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. A la luz de este texto, TODOS SOMOS SACERDOTES, todo aquel que aceptó a Cristo, ya es un sacerdote. Seas varón o mujer, eres un sacerdote, por lo tanto, tú vestimenta debe ser como para Dios, y no como agradar a los seres humanos.
Es interesante que con frecuencia solemos escuchar, y muy probablemente, decir respecto a la ropa o vestimenta que, “en gustos y colores no han escrito los autores”, o “la moda no incomoda”. Pareciera que algunos cristianos, van poco a poco, conforme pasan los años desestimando el tema de la vestimenta. Lo que Pedro dijo: “En cuanto a las mujeres, quiero que ellas se vistan decorosamente, con modestia y recato, sin peinados ostentosos, ni oro, ni perlas ni vestidos costosos. Que se adornen más bien con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan servir a Dios” (1 Timoteo 2:9-10), es solo un asunto de “consejo” opcional. No lo es, principio es básico.
¿Si a Dios no le importase la vestimenta de sus hijos, porqué se detuvo en dar tantos detalles respecto a la vestimenta de los sacerdotes? Recuerda que somos sacerdotes de Cristo, somos real sacerdocio, y por tanto debemos vivir como tal. Que cuando compres un traje, una camisa o corbata, un vestido, un zapato y hasta cuando me peino, me maquillo y uso accesorios, mi pregunta básica no debe ser, los amigos, los jefes, ni si quiera mi esposo. Mi vestimenta, mi peinado, mi todo, debe ser hecho para honrar a Dios. ¿Crees que será fácil? No te apresures en responder, pero piensa en tu respuesta. Si tu pregunta es a Cristo, cada vez que te vistas o “arregles”, entonces eres un Cristiano verdadero.
Hoy es un nuevo día, y al alistarte y ver qué y vestimenta usarás, o cómo te peinarás o maquillarás, tu mirada sea a Cristo. La opinión de tus amigos, amigas, y demás sirven, pero hoy debemos basarnos en la Biblia. Gracias porque es bueno.
¡Feliz día!
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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