El pecado trae consecuencias funestas, atroces e inimaginables. Los gabaaonitas que asesinaron a la concubina del levita, jamás imaginaron lo que podrían causar sus actos. Estos hombres ni siquiera avizoraron las posibles consecuencias que podrían ocasionar al perpetrar tan terrible acto. Es que así es el pecado, el pecado nos ciega, nos hace vivir el momento, nos hace pensar que no pasará nada, que todo está bajo control. La verdad es triste, cada acto que el ser humano hace, tiene consecuencia, para bien o para mal, las consecuencias siempre serán parte no negociable de la vida.
Todas las tribus de Israel se juntaron para hacer justicia. 400 mil hombre guerreros se juntaron. Un ejército impresionante. La consiga fue clara: Benjamín debía entregar a los hombres responsables de la muerte de la concubina del levita. Sin embargo, los benjaminitas no entregaron a los responsables, los protegieron. Y no solo eso, sino que se declaró la guerra. Tristemente, muchos israelitas murieron en batalla, y los benjaminitas prácticamente fueron exterminados.
¿Habrían visto este panorama mientras lastimaban a la pobre concubina? ¿Se habrían imaginado los gabaaonitas tal final? ¿Los benjaminitas se habrían imaginado este desenlace por no entregar a los responsables? Esta era la realidad triste, macabra y lamentable de Israel en aquellos días, cuando no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que bien le parecía.
Qué desgraciada es la vida sin Dios. No podemos esperar algo bueno cuando hacemos todo mal. Por eso, no hay mejor lugar sino en las manos de Dios.
Feliz día
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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