miércoles, 25 de agosto de 2021

ACTORES CRISTIANOS - ROMANOS 2:21-24


La palabra hipócrita viene del griego υποκριτής y significa “actor”. El concepto hace referencia a la función de desempeñar un papel, de actuar. En la Antigua Grecia el hipócrita era un actor teatral, sin ningún tipo de connotación negativa. 


Posteriormente, en esta misma cultura, se utilizó el término para referirse a aquéllos que «actuaban» en la vida cotidiana, es decir que fingían ser personas que no eran; significado que todavía se le da. Cabe mencionar que en la Biblia el concepto es utilizado en repetidas ocasiones y hace referencia a alguien que dice estar con Dios o vivir como un hijo de Dios, cuando en realidad está lejos de Él. Jesús llamó hipócritas a los escribas y fariseos, porque ellos decían y no hacían, enseñaban de tantas cosas y no hacían lo que enseñaban.


Pablo dice: “Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios?” (Romanos 2:21-23). ¡Qué mensaje tan fuerte! Y es que muchas veces nos es más fácil decir que hacer. Queremos enseñar a otros lo que nosotros no hacemos. 


En mi época de estudiante, colporté (vender libros con mensajes cristianos y cumplir la misión) en Iquitos, y llegué a vender un libro sobre salud justamente por convencer a una abogada que su salud estaba en riesgo. La abogada no quería comprar libros de salud, pero haciendo gala del arte de vender usé un argumento irrefutable para ella. Le expliqué que el pollo a la braza (ella me había dicho que me encantaba el pollo a la braza), tenía un agente cancerígeno llamado el “benzopireno” y que era muy dañino para la salud. Ella sorprendida por mis conocimiento de salud pública, me dijo que no estaba interesada en temas de salud, pero que compraría la colección de libros porque la había convencido a cambiar su estilo de vida, a dejar el pollo a la braza.


Algunas semanas después me encontraba junto a algunos compañeros de colportaje cenando en una pollería, cuando de pronto vi ingresar a mi cliente, a la abogada a quien yo le había convencido de que no debe comer pollo a la braza por ser una comida que tiene agentes cancerígenos. No sabía dónde esconderme. Traté de disimular e hice como que no la veía. Después de algunos minutos y pensado que ella no me había visto, me tocó el hombro y me dijo en son de broma: “Sr. Cordero, ¿no que el pollo a la braza es dañino para la salud? ¿Y qué pasó con el benzopireno”?”. La miré y solo le dije: “una vez al año no hace daño”. Fue una respuesta facilita pero en mi corazón con mucha vergüenza.


Me quedé pensando cómo es que muchas veces enseñamos lo que no vivimos. Y esto es triste porque tiene consecuencias. Pablo dice: “Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros” (v.24). ¡La gente blasfema el nombre de Dios por ese tipo de actitud! 


Hay gente que no acepta a Cristo porque podemos predicar bonito, lindo pero con nuestra vida o nuestro testimonio arruinamos todo. Nuestro mensaje jamás tendrá poder si somos simplemente teóricos y no prácticos. ¡Vivamos un cristianismo práctico!


Feliz día.


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


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