Tú no puedes imaginar qué cosas lindas y extraordinarias puedes hacer de la mano de Dios; pero tampoco puedes imaginar qué cosas terribles y tristes puedes hacer si te sueltas de la mano de Dios. El pecado te ciega, anula tus sentimientos, quiebra tu sensibilidad y corrompe tus valores. ¿Ya imaginaste cómo es posible que algunos hijos son capaces de hacer daño a sus propios padres con tal de quedarse con un pedazo de terreno? ¿Cómo entender que existen padres que son capaces de abusar de sus propios hijos? No, no podemos imaginar pero existen muchos casos. ¿Qué pasó? ¿Por qué? No imagino a un padre teniendo hijos para lastimarlos, para hacerles daño, no. Solo que el pecado es así, corrompe, distorsiona y destruye.
La historia del capítulo de hoy es lamentable, triste. Existe falta de hospitalidad, que para los tiempos bíblicos era prácticamente una obligación moral y civil. Sin embargo, también se puede observar a los hombres de corrupción sexual. Cuando el levita y su concubina estaban hospedados en Gabaa por invitación de un anciano, los hombres de aquella ciudad llegaron y querían “conocer” al forastero (v.22). Esta palabra conocer tiene connotaciones de aberración sexual (del hebreo nē·ḏā·ʿěnʹ). Es por ello que el anciano ofrece a su propia hija y a la concubina para que hagan con ellas lo que quisieran, pero no lastimen al levita. ¡Terrible! Al igual que la historia de Lot y los ángeles que lo visitaron, y cuando Lot ofreció a sus hijas para evitar que los sodomitas lastimen a sus visitas, este anciano pretendió hacer lo mismo.
Este aspecto nos muestra la corrupción de los Gabaaonitas, la corrupción del anciano para ofrecer tal cosa, como si su hija y la concubina valieran menos, y finalmente cómo es que el levita acepta que la mujer sufra en vez de finalmente afrontar el problema como un caballero, o esperar en la ayuda de Dios. Habían caminos distintos a la cobardía y permitir la vejación de una pobre mujer. ¡Esto es lo que hace el pecado! ¡El pecado ciega! ¡El pecado nos vuelve insensibles!
Terrible lo que aconteció con la pobre mujer. Así mismo lo describe el último verso: “Jamás se ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo en que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Considerad esto, tomad consejo, y hablad” (Jueces 19:30). Y esta historia es solo el producto de lo que significa estar lejos de Dios, hacer todo lo que bien les parecía, y de “no tener rey en Israel” (Jueces 19:1). Jesús diría: “están desamoradas y descarriadas como ovejas que no tienen pastor” (Marcos 6:34).
Jamás nos apartemos de Dios, no imaginas lo desastroso que puede resultar.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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