“Cada día ofrecerás un cordero de un año sin defecto para holocausto al SEÑOR; mañana tras mañana lo ofrecerás” (Ezequiel 46:13).
El capítulo de hoy finaliza con la visión amplia del templo de Dios. Son detalles minuciosos que Ezequiel registra. Son datos que a simple vista carecen de valor, pero que tienen en sí un valor tan grande si tenemos en cuenta que Cristo es el santuario, es el templo vivo. Así lo señala Elena G. de White: “En aquel Santuario los sacerdotes terrenales desempeñaban el servicio; en éste es Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, quien ministra a la diestra de Dios. Un Santuario estaba en la Tierra, el otro está en el cielo” (Cristo en su santuario, 89).
La visión del templo de Dios con todos sus detalles tiene el propósito de mostrarnos dos cosas:
Primero, todo lo que Dios hace responde a un plan, no hay detalle que escape al propósito de Dios. A lo largo de la historia de la Biblia, nos encontramos con un Dios de detalles y planes. Dios tiene un plan y propósito y se cumplirá (Salmo 138:8).
Segundo, que detrás de todo esto, detrás de las medias, tamaños y diseños; el pecado tiene un precio, y ese precio es tan grande que fue motivo suficiente para demandar la vida de Cristo en la cruz del calvario.
El texto de hoy nos reafirma una vez más que la salvación de Dios es por obra y gracia de Dios. Lejos de la creencia generalizada en el mundo cristiano de que la salvación en el Antiguo Testamento era por obras y que en el Nuevo Testamento era por gracia, en la visión del templo, Ezequiel nos enseña que TODO EL SANTUARIO APUNTABA A CRISTO. Cristo, es el santuario. Cada detalle, nos presenta a Cristo como el autor de la salvación.
El texto de hoy declara que cada día debían ofrecer un cordero de un año sin defecto para holocausto al Señor. Esto debía ser todos los días y cada mañana. Este CORDERO representaba a Cristo, nada más y nada menos. Es Cristo el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:19), ese Cordero que fue sacrificado en Génesis 3:21 como lo reitera Juan en Apocalipsis 13:8. Por ello Pablo le dice a los hebreos que el sacrificio de Cristo en el calvario, como cumplimiento de todas las “sombras”, es suficiente y mucho mejor que de todos los sacrificios hechos antes (Hebreos 9:28).
Hoy es un nuevo día. Si estuviéramos en el AT probablemente nos levantaríamos pensando en que deberíamos sacrificar un cordero sin mancha a Dios para el perdón de nuestros pecados. Y esto debía ser cada mañana. Tú y yo, ya no estamos en el AT, sino que ahora podemos tener la seguridad de que Cristo pagó el precio del pecado por nosotros, y esa es la esperanza maravillosa que debe motivarnos a vivir en santidad cada día. Mañana tras mañana. “Sería bueno que dedicásemos una hora de meditación cada día para repasar la vida de Cristo desde el pesebre hasta el Calvario. Debemos considerarla punto por punto, y dejar que la imaginación capte vívidamente cada escena, especialmente las finales de su vida terrenal” (Testimonies for the Church 4:367, 368).
Que Dios te bendiga.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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