domingo, 19 de mayo de 2024

LA SOBERBIA NUNCA TERMINA BIEN - DANIEL 4



¿A dónde nos puede llevar el orgullo? El orgullo jamás termina bien. El orgullo nos hace creer que estamos en lo alto, muy alto, para finalmente soltarnos en el polvo de la vida. No olvidemos que el orgullo fue el causante de la desgracia de Lucifer, el querubín protector en el cielo (Ezequiel 28:13-18).


Nabucodonosor había escuchado de labios del joven hebreo, el significado de su sueño extraño, que su reino no sería eterno. Le había explicado que su reino (Babilonia) le daría pase a otros reinos humanos (plata, bronce, hierro, hierro con barro cocido) , y que finalmente habría un reino eterno que no sería destruido jamás (Daniel 2:44, 45). Nabucodonosor no solo escuchó, sino que creyó en la interpretación de Dios y alabó al Dios de Daniel. 


No obstante, ese reconocimiento del Dios verdadero, fue efímero, del momento, o por la emoción, pues en el capítulo 3 de Daniel, vemos que su orgullo le llevó a construir una estatua completamente de oro, en una afrenta directa al sueño que Dios le dio, y al significado que tenía. Nabucodonosor quería dejar en claro que la estatua no era de otros metales, sino todo de oro, porque su reino sería eterno. Por la gracia de Dios, la fe y fidelidad de Sadrac, Mesac y Abed - nego, hicieron que Nabucodonosor nuevamente alabe a Dios porque vio cómo Jehová salva a sus hijos del horno del fuego.


Ahora, el capítulo 4 de Daniel nos muestra una vez más el orgullo de Nabucodonosor al ver su portentoso reino, y causa de ello Dios le da un sueño extraño: “Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio. Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron” (Daniel 4: 4, 5). Ese sueño mostraba la grandeza de su reino, pero a la vez que ese reino no sería eterno sino que sería cortado por mano divina, y que él (Nabucodonosor) sería echado con las bestias del campo (Daniel 4:19-26). Realmente el sueño y el significado eran abrumadores. El rey de Babilonia escuchó el significado del sueño, y también el consejo para cambiar las cosas: 


“Por tanto, oh rey, acepta mi consejo: tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad” (Daniel 4:27).


No obstante, el rey Nabucodonosor hizo caso omiso a este consejo, y no fue humilde ni reconoció a Dios como el Dios verdadero. Y al cabo de 12 meses: “Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” (Daniel 4: 29, 30). 


El rey estaba aún hablando cuando se cumplió el sueño que había tenía hace un año. El rey “fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves” (Daniel 4: 33).


Nabucodonosor vivió por siete “tiempos” (siete años) como un animal de campo (Daniel 4:32), hasta reconoció a Dios como el que es por siempre y para siempre y que es único que se merece la gloria y el honor. 


¿A dónde nos puede conducir el orgullo, la soberbia y la autosuficiencia? Al suelo de la vida, “a morder polvo” de la realidad. A entender finalmente que no somos nada. Que todo lo que tenemos es porque Dios nos lo ha permitido. Que la grandeza del ser humano es “humo” pasajero y fugaz. 


Feliz día. 


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


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