Zaqueo era jefe cobrador de impuestos, un hombre de negocios, muy odiado por ser un judío al servicio de los intereses de Roma. Era considerado un mercenario, un traicionero. Pero Zaqueo era un hombre soñador, ambicioso, materialista, y sabía que trabajar como cobrador de impuestos significaba perder la amistad y el respeto de sus vecinos, amigos y familiares. Cansado de vivir una vida vacía, busca a Jesús. Subió a un árbol llamado sicómoro para poder ver a Jesús sin esperar nada del famoso maestro, solo anhelaba verlo de lejos. No obstante, Jesús le habla y le visita aun cuando sabía que no era digno de tal privilegio por ser un publicano. La historia de
Zaqueo es preciosa por su mensaje evangelístico, y, sin embargo, hay dos palabras que describen de manera magistral la misión de Jesús: buscar y
salvar, y nos ayuda a entender también la nuestra.
1. Buscar. Del griego zetesai, también signifi ca “llamar, preguntar, investigar”. Desde el Génesis al Apocalipsis se puede evidenciar a Dios buscando al ser humano (Gn. 3:9 comp. Ap. 3:20). Es Dios quien busca a la humanidad para darle esperanza y salvación (Jn. 3:16), mientras que el hombre se escapa por su rebeldía. No fue tu vecina, no fueron tus padres quienes te predicaron el evangelio, ellos fueron los instrumentos de Dios para buscarte, porque Dios envió a buscarte. También somos
llamados a buscar, ¿a quién? A los que un día fueron, y ya no son, a los exadventistas. ¿Tienes en mente a alguno?
2. Salvar. Del griego sosai y se puede traducir como “libertar, rescatar, sanar”. Cuando Dios busca no busca para dejar igual las vidas. Dios busca por cuatro razones:
● Libertar de la esclavitud del pecado.
● Rescatar de las garras del enemigo.
● Sanar de las enfermedades del mal.
● Salvar de la muerte eterna.
Esta es la misión que Dios encomendó a cada discípulo suyo. Fuimos llamados a salvar con el evangelio a nuestros amigos vecinos y familiares. Jesús entró a la casa de Zaqueo y con él llegó la salvación. La palabra casa viene del griego oikos, y tiene que ver con hogar y familia ¡El evangelio bendice no solo a quien acepta directamente sino a los que nos rodean!
¿Qué debemos hacer? Seguir el ejemplo de Jesús, buscando a los exadventistas, los que un día estuvieron entre nosotros, y salvando a nuestros vecinos, amigos y familiares, a aquellos que nunca fueron, pero que serán parte del pueblo de Dios. Esta es una doble misión, una misión que bendice y transforma hogares, vidas. ¡Alabado sea Dios por tal lindo privilegio!
Feliz día.
. Heyssen Cordero Maraví
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