lunes, 25 de junio de 2012

EL HOMBRE QUE MÁS NECESITABA A JESÚS


(Juan 3:1-17)

Objetivo: Por medio de la historia de Nicodemo, mostrar que la mayor necesidad de una persona es conocer experimentalmente al Señor para poder ser salvo.  Hay un grave peligro en mantener un mero conocimiento teórico.

Introducción
  1. Si te preguntaras cual de todas las personas que tuvo un encuentro con Jesús fue la más necesitada, ¿A cual elegirías?  Quizás pensarías en la mujer enferma por 12 años. O de pronto al ciego Bartimeo que gritaba a Jesús pidiéndole ser sanado. O tal vez pensarías en alguno de los leprosos.  Se estaban muriendo de una manera cruel.  Es posible que venga a tu mente Lázaro, tenía 4 días de estar muerto cuando Jesús llegó. O quizás pienses en María Magdalena, el Señor echó  demonios fuera de ella.
  2. Sin duda alguna todas esas personas necesitaban urgentemente un encuentro con Jesús.   Pero creo que quizás el más necesitado de todos pasaría inadvertido en nuestra búsqueda.  Su caso no era evidentemente dramático.  No estaba enfermo, no era conocido por ser un pecador, no padecía necesidades, gozaba de respeto, riquezas y una buena posición social.  Pero a mi juicio era quien más necesitaba encontrarse con Jesús.

El “Vencedor de un Pueblo”
  1. Leer Juan 3:1.  Juan en este versículo nos introduce a un hombre aparentemente muy especial: Nicodemo, su nombre es griego y significa “vencedor de un pueblo”.  Tenía algunas características muy especiales.  Lo primero, era fariseo.  Esto significaba que era profundamente religioso.  No se avergonzaba de serlo ni lo quería ocultar.  Su religiosidad lo llevaba a hacer cosas que quizás hoy consideraríamos excesivas.  Por ejemplo, a orar varias veces al día en horas determinadas en el lugar que fuera.  Muy posiblemente en voz alta.  A ayunar dos veces a la semana.  A ser tan estricto en llevar sus diezmos y ofrendas al Señor, que aun diezmaba las hiervas útiles de su jardín.
  2. Pero Juan nos dice que era un dirigente.  Eso significa que era miembro del cuerpo colegiado más importante de su nación en ese momento: el Sanedrín.  Había muchos fariseos.  Pero no había muchos fariseos que fueran del Sanedrín.  Así que eso lo hacía especial dentro de ese grupo.
  3. En el dialogo que sostiene con Jesús, (vrs. 10), el Señor le dice que es un maestro.  Otra competencia que lo hacía especial.  Para ser un maestro, se necesitaba un conocimiento exhaustivo de las Escrituras. Tenía que conocer los libros de los grandes maestros de Israel. Debía poder recitar de memoria grandes porciones de los profetas.  Ser un conocedor de las muchas leyes y requisitos que se tenían en Israel. 
  4. Alguien con esas características, tenía una posición económica privilegiada y una posición social envidiable. Ese era Nicodemo. No es de extrañar que llevara el nombre que llevaba.  En este momento ustedes pueden estarse preguntando porque elegí a Nicodemo como el más necesitado de los que se encontró con Jesús.
El “Vencedor de un Pueblo”, vencido
  1. Nicodemo se aproximó a Jesús como un experto a calificar su trabajo.  No se aproximó a preguntar.  No tenía preguntas para Jesús.  El vino a mostrarle a Jesús lo que el sabía.  En su opinión, ya había hecho un análisis de la vida y obra de Jesús y lo calificaba como: “un maestro que ha venido de parte de Dios” Juan 3:2.  Sin duda alguna Nicodemo esperaba que Jesús se sintiera alagado por su opinión, la de un experto.  Mientras otros criticaban a Jesús, lo calificaban como un fanático, quizás un subversivo o cualquier otra cosa, Nicodemo lo calificaba como un Maestro de Dios.
  2. La manera como Jesús actuó con Nicodemo, nos permite saber cuan necesitado estaba ese hombre.  Cuando la mujer samaritana planteo un tema a Jesús, el le siguió la conversación.  Pero en este caso Jesús actuó como si no hubiera escuchado lo que este personaje le decía.  El Señor lo llevó a enfrentar su gran necesidad.  Lo condujo a una sala de cuidados intensivos espiritual.  Lo que el Señor le estaba diciendo a Nicodemo era: “No importa todo lo que tu eres.  No importa todo lo que has estudiado.  No importa tu posición social ni política.  No importa que tengas dinero.  No importa que hayas nacido en la nación que se considera escogida por Dios.  No importa que seas un religioso estricto y consecuente.  Estás perdido porque no has nacido de nuevo”. (Véase Juan 3:3)
  3. La declaración de Jesús fue tomada por Nicodemo como sumamente osada.  ¿No lo pensarían ustedes también?  Si viniera alguien a decirnos que estamos perdidos nos sentiríamos afrentados.  “Si, soy ASD, si no hago esto, ni lo otro.  Si mi estilo de vida es consecuente con los principios del la Biblia.  Si soy un buen ciudadano, si espero la venida del Señor, ¿Cómo puedo estar perdido?”
  4. Nicodemo quiso comprobar lo que Jesús le había dicho.  Leer Juan 3: 4.  Con esa pregunta Nicodemo se descalificaba como maestro de teología.  No entendió un concepto básico para un profesor de teología. Literalizó un concepto espiritual.  Además Nicodemo se aferraba a lo que era. “Señor, yo estoy bien.  No necesito cambiar.  Lo que soy es más que suficiente para ser salvo”.  Pero el Señor Jesús insistió: Leer Juan 3:5-7.  El Señor le estaba diciendo a Nicodemo “hasta ahora solo has nacido para vivir en este mundo.  Pero no has nacido para el Reino de Dios”.
  5. Y ahora Nicodemo se sintió confundido, derrotado.  Si el, con todo lo que era, con todo lo que había hecho, no era la clase de hombre que merecía estar en el cielo, entonces ¿Quién podría estar?  Si él, qué se ocupaba de estudiar la Biblia, de interpretarla, de conocer lo que decían los profetas en los idiomas originales, si el que era un estricto cumplidor de la ley, no había nacido de nuevo, ¿Entonces, como se podía nacer de nuevo?  Y en su sorpresa, chasco y angustia entonces preguntó: Leer Juan 3:9 “¿Cómo es posible que esto suceda?”
Jesús da la victoria al vencido
  1. Nicodemo estaba saliendo de su gravedad.  Ahora estaba en una situación en la que podía ser ayudado por Jesús.  Si lo que el había sostenido siempre como útil y valioso no servía para ser salvo, no lo conducía a un nuevo nacimiento, entonces: ¿Cómo nacería otra vez?
  2. La respuesta de Jesús fue exacta: Leer Juan 3:14, 15.  Jesús hizo referencia al incidente del pueblo en el desierto, cuando el pueblo por su desobediencia fue atacado por culebras venenosas. (Ver Deut. 21: 4-9).  La solución de Dios fue que se hiciera una culebra de bronce y se pusiera en un lugar donde cualquiera que fuera mordido por una de esas serpientes venenosas la pudiera mirar y sería sanado.  Para nacer de nuevo, los pecadores tenemos que mirar a Jesús.  Mientras estemos entretenidos con nosotros mismos, admirándonos, creyéndonos muy buenos, sintiéndonos orgullosos por nuestros logros intelectuales, sociales, económicos y espirituales, no naceremos de nuevo. 
Ni siquiera importa lo bueno que los demás piensen de nosotros.  Lo único que nos llevará a nacer de nuevo es mirar a Jesús con la necesidad del que se está muriendo.  Mirar a Jesús con el anhelo del que quiere ser salvo.  Cuando miras a Jesús de esa manera encuentras la solución que no entiendes pero que te saca del pecado y de la muerte.
  1. Juan 3:16 complementa al versículo 15.  Nos aclara que es mirar.  Y mirar es creer.  Creer es confiar, descansar nuestra necesidad en Jesús.  Lo que Jesús dijo es que si tú dejas tu vida en sus manos, será imposible que te pierdas.  Mientras tu vida esté en tus propias manos, será imposible que seas salvo.

Conclusión
1.     Nicodemo fue el hombre más necesitado de los que se encontró con Jesús, porque no era consciente de su necesidad.  El leproso sabía que la lepra lo estaba matando.  La mujer del flujo había hecho todo por sanarse y sabía que estaba derrotada por la enfermedad.  El ciego sabía que le faltaba la vista.  Pero Nicodemo no sabía que estaba perdido.
2.     Pero aquella noche, cuando fue a Jesús y dejó de mirarse así mismo para mirar a Jesús, entonces ocurrió el milagro.  ¡Pudo creer!  ¡Ahora había nacido de nuevo!  Cuando Jesús murió fue el junto con José de Arimatea quien reclamó el cuerpo de Jesús para sepultarlo.  El Deseado de Todas las Gentes dice que gastó su fortuna y su influencia, defendiendo la naciente iglesia cristiana (Ver DTG p.146).
3.     La Sierva del Señor, Elena G de White dice: “El pecador que perece puede decir: -‘soy un pecador perdido, pero Cristo vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.’  Él dice: ‘no he venido a llamar justos, sino pecadores’ (Marcos2:17). Soy pecador y Cristo murió en la Cruz del Calvario para salvarme.  No necesito permanecer un solo momento sin ser salvado.  Él murió y resucitó para mi justificación y me salvará ahora.  Acepto el perdón que ha prometido.”  (Mensajes Selectos t.1, p.392)
4.     ¿A quién estás mirando?  Mira a Jesús con toda tu necesidad, cree en Él y recibirás salvación.
5.      Llamado

Gamaliel Flórez

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