viernes, 23 de octubre de 2009

¡FRUTOS DESAGRADABLES…!

… ¿Cómo, esperando yo que diese buenas uvas, dio uvas silvestres?” (Is. 5:4).

El texto mencionado, son las palabras de Dios, y Él las dice porque la viña que había plantado y cuidado, le estaba dando resultados muy diferentes a lo que Él esperaba.

Dios esperaba cosechar buenas uvas, pero en cambio, lo único que podía ver era: uvas silvestres.

Pero, ¿no son igual uvas? Pues sí, no obstante, las buenas uvas, son dulces, en cambio, las uvas silvestres son ácidas.

Alguien podrá decir: “Pero, ¿Qué tienen que ver uvas conmigo?” Mucho. La viña de Dios, representaba al pueblo de Israel, al pueblo de Dios, pero ellos no dieron los frutos que Dios quería. Y por ello Dios los dejó, por sus malas decisiones.

Ahora, en nuestros tiempos, la viña de Dios, somos tú y yo, es la iglesia adventista del Séptimo Día, y la pregunta de Dios sigue latente: ¿buenas uvas o uvas silvestres? Dios, nos eligió como su pueblo, como la niña de sus ojos, lo somos aún. Pero espera de nosotros buenos frutos. Al leer Gálatas 5: 19-26, encuentro que solo hay dos tipos de frutos: Los que son de la carne y los que son de Dios, del Espíritu Santo.

En la Biblia, importante las obras, los buenos frutos, el carácter de cada hijo. Yo deseo ser alguien que da buenos frutos, pues es esa la manera de cómo me conocerá el mundo, y la única manera para salvarme, por mis frutos, frutos dulces a Dios, o simplemente, frutos ácidos, silvestres, rebeldes, tercos.

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