viernes, 23 de octubre de 2009

LA CONVERSIÓN ES UN PROCESO, NO UN EVENTO

Estoy seguro de que, el que empezó la buena obra en ustedes, la irá perfeccionando hasta el día del Señor Jesucristo” (Fil. 1:6).

¿Recuerdas el día en el que fuiste bautizado en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo? ¿Cómo te sentiste aquél día? ¿Quisieras volver a aquellos días?

Pastor- me dijo un hermano- tengo 20 años de adventista y cuando veo a un nuevo bautizado tengo pena de él, en verdad.

¿Porqué apreciado hermano?-le respondí- Porque los veo tan felices y contentos trabajando por la obra de Dios y yo sé que eso no les va a durar mucho, pues así mismo actuaba yo. Yo era muy animoso, trabajaba, visitaba, predicaba, daba estudios bíblicos, hacía todo lo que podía por la iglesia- me dijo con voz entrecortada como queriendo llorar.

En el vocabulario eclesiástico a los primeros años de adventista, le llamamos “el primer amor”, y si pues, es una etapa muy hermosa. Pero, ¿qué pasa cuando el tiempo pasa? ¿Porqué el desanimo puede calar tanto y convertir a un cristiano en un simple espectador, pero no solo eso sino que se convierte en una traba, y un la barrera para la obra?

El texto leído nos da la respuesta. El cristiano puede experimentar algunas deficiencias, puede equivocarse, pero eso no debe ser motivo para desanimarse. La mayoría de los que han perdido “el primer amor” un día cometieron algún error y fue eso lo que propició su declive. ¿Por qué no vas hoy a Dios y le pides una nueva oportunidad? Ve hoy y verás cambios…

Que Dios te bendiga, que Él sea siempre tu pastor…

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