viernes, 23 de octubre de 2009

FUI LIBRADO DE LA BOCA DEL LEÓN

Pero el Señor me ayudó y me fortaleció para que por mí se cumpliera la predicación, y todos los gentiles oyesen. Y fui librado de la boca del león” (2 Ti. 4:17).

Pablo sabía, así como Cristo, que en la hora de crisis, cuando la fe fuera defendida contra una oposición abrumadora, en realidad nunca estaría solo. Dios nunca dejó de ser para Pablo "amparo y fortaleza,. . . pronto auxilio en las tribulaciones" (Sal. 46: 1). Aunque se le negó la ayuda de amigos influyentes (2 Tim. 4: 16), siempre fue firme su ánimo porque a su lado estaba Aquel que es mayor que todos.

Dios le fortaleció, le “dio poder" (ver com. 1 Tim. 1: 12). Para que predicara a los gentiles o a "todas las naciones". El apóstol pensaba, más que en su propia suerte, en la oportunidad que su juicio le proporcionaba para proclamar el Evangelio (ver com. Hech. 25: 11). Su valiente testimonio ante los romanos en este último proceso judicial, permitió que el cristianismo penetrara en la ciudadela del paganismo. La defensa de Pablo ante Nerón no fue una simple fachada. Fue la hora máxima del veterano que gloriosamente había "peleado la buena batalla".

Por el contexto se deduce que Pablo no se refiere a su primer encarcelamiento y a su liberación unos años antes (cf. vers. 16), ni a su encarcelamiento y al proceso judicial que se estaba desarrollando (cf. vers. 6). Los comentadores consideran generalmente que el apóstol está citando a Sal. 22: 21, y que sus palabras deben entenderse en forma figurada: que sencillamente expresan un gran peligro. Algunos sugieren que se refiere a la ira de Satanás, quien no pudo silenciar su intrépido testimonio en favor de la verdad.

Yo quiero ser un heraldo de Dios como Pablo, ¿tú?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...