miércoles, 3 de octubre de 2012

Lo mejor de lo mejor a Dios

Los sacrificios ofrecidos a Dios deben ser perfectos. (Dt. 17:1). 


Desde que el hombre hubiera pecado en el Edén, y por consecuencia el sacrificio de animales para cubrir la desnudez de Adán y Eva (Gn. 3:21) se efectuó como figura a lo que Cristo haría en la cruz del calvario 4000 años después aproximadamente, cada israelita sabía bien claro que todos los sacrificios eran sencillamente la prefiguración o anunciación del Mesías (Jn. 1:29).
Caín y Abel tenían conocimiento de ello, es por ello que Dios se desagradó de Caín cuando éste con atrevimiento ofreció "frutas y semillas" en vez de "ofrenda con sangre" (Gn. 4:4,5). Así todos los descendientes de Adán y Eva sabían que los sacrificios y ofrendas eran una sombra o tipos de lo que sería el Mesías en la cruz del calvario.

El verso de hoy es categórico, "los sacrificios a Dios deben ser perfectos". Este pedido se entiende si se tiene en cuenta que los sacrificios simbolizaban a Cristo (1 Ped. 1:19). Definitivamente, su valor real y literal tenía mayor fuerza antes que hoy. Cuando Jesús murió en la cruz del calvario por cada uno de nosotros a fin de que podamos ser redimidos del pecado, sencillamente abolió todo tipo de leyes ceremoniales pues ellas simbolizaban a él y a su muerte.

En la actualidad, como hijos de Dios debemos tener en cuenta el principio del pedido de Dios, es decir, que lo que le demos a Dios debe ser algo que no tenga "mal" o "fallas", no las sobras ni cosas corruptas sino que deben ser "perfectas", "especiales" y "dedicadas" solo para Dios. A Dios no debemos ir con las manos vacías, pero ello no indica ni insinúa a llevar "cualquier cosa", en preciso ir a Dios con lo mejor de nosotros para su servicio, proceder de manera contraria es simplemente mostrar desprecio por Él. No vayamos a Dios con lo que nos sobra, nos cuesta poco o nada. Vayamos a Dios con lo mejor de nosotros pues él nos pide lo que nos ha dado ya.

Hoy no llevamos sacrificios a Dios, pero llevamos ofrendas y diezmos, tesoros que recibimos de Él colocamos a su servicio. ¿Deberíamos considerar el principio de dar lo mejor a Dios? Pablo dice que cada uno de nosotros somos "sacrificio vivo" (Rom. 12:1) entonces, debemos presentarnos a Dios con lo mejor que somos y tenemos.

Vayamos a Dios como sacrificio perfecto, no porque seamos infalibles, sin manchas ni mal, sino porque nos pusimos en las manos de Dios para que Él nos haga aptos y nos aceptes por su Justicia en ofrenda agradable.

Pr. Heyssen J. Cordero Maraví

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