"Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en los profundo del mar todos nuestros pecados" (Miqueas 7:19).
Los israelitas habían pecado grandemente contra Dios en todos los aspectos posibles. Idolatría, sincretismo religioso, condicia, ambición, injusticia era "pan de cada día" en acción, pensamiento y palabra. Dios era adorado falsamente y el pueblo engañado engañaba a los demás creyendo que viviendo de esa forma alcanzarían la salvación y reinarían con el Mesías triunfante y victorioso en el "Día de Jehová". Tristemente Miqueas les dice que no, no sería así. Ellos pagarían muy caro las consecuencias de sus rebeliones, a causa de sus obras. No obstante, después de decirles todo lo que les sobrevendría si seguían viviendo en pecado, también les dice que nada les sucedería si se volvían a Jehová.
El texto de hoy muestra el gran amor de Dios. Y como alguien dijo: "Dios ama al pecador, pero aborrece el pecado". Recuerda que la única base del perdón es el arrepentimiento y la reforma. La disciplina del cautiverio tenía como propósito de que se efectuara un reavivamiento espiritual.
Vayamos a Dios confiados en que si nos arrepentimos, Dios perdonará todos, y cada uno de nuestros pecados, errores, equivocaciones... Dios nos ama y quiere hacer maravillas como hizo con su pueblo al sacarlos de Egipto (v.15). ¡Qué maravillosa noticia!
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
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