viernes, 12 de marzo de 2021

LA IGLESIA DE DIOS NO SALVA, ES DIOS QUIEN NOS SALVA - AMÓS 2


Tú puedes ser creyente, cristiano, religioso, inclusive adventista del séptimo día de tercera o cuarta generación, pero eso no garantiza que seas salvo. Y es que no basta con decir que soy parte del pueblo de Dios nada más porque estoy inscrito en los registros de la feligresía de la iglesia, o porque diezmo y tengo un cargo dentro de la congregación. Tampoco el hecho de que sea pastor y escriba reflexiones garantiza que sea salvo. Porque no es la iglesia quien salva, sino que es Dios, CRISTO, quien salva. 


El capítulo 2 de Amós anuncia el juicio sobre la sexta ciudad pagana o extranjera: Moab, una ciudad vecina al pueblo de Judá. Al igual que las anteriores ciudades, emite juicio con una fórmula de tres pecados más un cuarto. Es decir, a causa de sus pecados, pecados y más pecados. Bueno, hasta aquí las seis ciudades merecían un juicio, eran pueblos enemigos de Israel, y vivían en una corrupción. Era entendible, no conocían a Dios. 


Sin embargo, el séptimo pueblo en ser juzgado, ya no es una nación pagana o extranjera, se trata de Judá, el reino del Sur. Y al igual que a las seis naciones anteriores se le juzgará por “tres pecados más uno”. Es decir, que a pesar de conocer a Dios, de tener la Ley para vivir de manera recta, simplemente desechó la voluntad de Dios y vivió a sus anchas (Amós 2:4-5). Y lo más trágico viene en los siguientes versículos, pues emite juicio contra ISRAEL (Amós 2:6-8), el pueblo de Amós. Recordemos que Amós era profeta del reino del norte y no del sur, es decir de Israel y no de Judá. 


Tanto a Judá como Israel (la octava nación en ser juzgada) se la juzga por las mismas razones que a los pueblos paganos o extranjeros. Tristeza total, decepción a más porque es lamentable notar que los que se supone, deben ser luz en este mundo, los abanderados de la verdad, los atalayas, los que debían resplandecer con la luz de la verdad a fin de atraer a las otras naciones a admirar y a reconocer a JEHOVÁ como el verdadero DIOS, son tan igual de corruptos que aquellos pueblos que no conocían al DIOS VERDADERO.


¿Te imaginas? Conocer las 28 creencias fundamentales de la iglesia adventista, practicar la reforma pro salud con creces, tener un cargo o responsabilidad en la congregación, ser un famoso predicador y maestro, y al final, vengamos a ser juzgados por Dios a causa de nuestra corrupción. Y es que la iglesia no salva, DIOS ES QUIEN SALVA. Es Dios quien opera el cambio de vida, la vida nueva en Cristo Jesús. Y esto no es producto de la “suerte” o un acto “milagroso”, ¡no! Esto cuesta, esto implica amanecer de rodillas, estudiar la Biblia cada día, buscar la voluntad y dirección de Dios en cada porción bíblica que vamos leyendo... y levantarnos a cumplir la misión: compartir el evangelio de Cristo a través de nuestros actos y labios.


El problema de muchos cristianos, creyentes, evangélicos, católicos, pentecostales, adventistas, etc., es que creen que por el hecho de asistir al templo o ser miembro regular de una congregación, o escuchar los cultos o misas ya es suficiente, no, no lo es... se necesita comunión real con Dios y que esa comunión me haga vivir santo, para ser salvo. SANTO, para ser SALVO, y esto solo se logra con DIOS.


Entonces, ¿no es necesario ir a la iglesia de Dios? No estamos diciendo eso, porque tampoco la Biblia enseña tal cosa, lo que queremos decir es que cristianismo no es ser un miembro de iglesia solamente, sino ser un HIJO DE DIOS, esto es vivir a la altura de un hijo de DIOS, ser santos, separados para Dios. ¿Un santo peca? Claro que sí, pero no se deleita en la suciedad del pecado, sé arrepiente, se levanta y vuelve a empezar con Cristo para vivir una vida nueva, abandonado lo pasado. 


Hoy es un nuevo día. Empecemos este día dando gracias a Dios por la vida, porque ella es una oportunidad literal para cada uno de nosotros. Si ya eres creyente, vive a la altura de un hijo de Dios, Santiago diría: “y al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado” (Santiago 4:17). Una cosa es pecar por ignorancia, y otra muy distinta pecar a sabiendas. Ser un hijo de Dios, ser adventista es un privilegio, pero también es una gran responsabilidad.


¡Feliz día!


Pr. Heyssen Cordero Maraví 


#rpSp #PrimeroDios #MensajesDeEsperanza 

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