“Entonces Dios bendijo el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de cuanto había hecho en la creación” (Gn.2:3).
Cuando un pintor culmina cuidadosamente su obra, ¿qué es el que debe hacer para que la gente sepa que él es el autor? Estampar su firma. Así, la gente que vea aquella pintura verá quién es su autor o responsable. Dios no necesitaba descansar de la obra que hizo, Él es Dios, es un absurdo que se canse, por ello la palabra hebrea para reposar no significa “dormir” sino “parar, cesar, poner un alto”, es decir Dios dejó de crear al culminar el día sexto. Entonces Dios bendijo ese día, es el único día bendecido por Dios, no hay otro día, alguno podría decir: “¿quiere decir que los seis días restantes son malditos?” ¡No! Pero es el único día al cual verbalmente Dios pronuncia bendición.
El día séptimo o sábado, es el día que conmemora la majestuosa creación de Dios. Desde la más minúscula célula, hasta la perfecta creación de Dios, el hombre, son creación de Dios. Así, el sábado es la firma de Dios sobre la creación del universo.
Al ver su grandiosa obra, Dios diseñó un día en el cual todo el universo reconozca que lo que existe no fue producto del azar sino que Él es su creador. Que el día sábado sea un día en el cual tú puedas alabar el nombre de Dios, porque es el creador de todo cuanto existe.
Alabemos el Nombre de Dios, pues maravillosas son sus obras, mírate, tú eres parte de esa majestuosa creación, ¿por qué no vas hoy mismo a Dios y le das gracias porque es poderoso y amoroso a la vez?
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
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