EL FRUTO DEL ESPÍRITU ES EL AMOR - GALATAS 5:22, 23

El capítulo 5 del libro de Gálatas es citado frecuentemente para referirse a “LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO”, en contraste con “las obras de la carne”; sin embargo, el texto no admite la traducción de “los frutos” en plural sino “el fruto”, en singular. No hay frutos, sino un solo “fruto del Espíritu”, y ese fruto es el AMOR. La mejor traducción de este versículo debería ser:

“Más el fruto del Espíritu es amor: gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22, 23). 

Usualmente las versiones colocan una coma (,) después de la palabra amor, cuando debería ir dos puntos (:). Esta idea también se presenta cuando Jesus habló de la vid verdadera: 

“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). Desde el primer versículo, se nos habla de fruto en singular, aún cuando diga “mucho fruto”. No dice “muchos frutos”. Lo que Jesús nos dice es que si permanecemos unidos a Él, llevaremos mucho fruto: MUCHO AMOR. 

Y esta es una marca por la que la gente debe reconocer a los discípulos de Jesús: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35). ¿Qué tal? 

Lo que Pablo le dice a los legalistas de Gálatas es que deben aprender a vivir siendo guiados por el Espíritu Santo, deben vivir en amor. La clave del Espíritu Santo en la vida de un creyente es el amor. Amor a Dios y a nuestros prójimos. Es preocupante que haya cristianos y adventistas que dicen que viven en el Espíritu Santo, pero ofenden, critican, acusan y reflejan una vida tan seca, dura y hasta aburrida… el cristianismo es amor, porque Dios es amor. 

Sin embargo, Pablo también deja en claro que el amor, por más lindo, ideal y sublime que sea, es un amor recto, justo y santo, porque Dios es santo. Y así como habla del amor que debe tener alguien guiado por el Espíritu Santo, también dice: 

“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios (Gálatas 5:19-21).

El hecho de que prediquemos del amor de Dios y del amor que deben reflejar aquellos que son guiados por Él y él Espíritu Santo, no indica que seamos permisibles con el pecado. No. Claramente en esta lista de “obras de la carne”, hay pecados que algunos “cristianos”, no consideran grabes. Pero estas obras son tan delicadas y graves que ponen en “juego” la salvación: “los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. No lo digo yo, lo dice la Biblia.

Vivamos siendo guiados por el Espíritu Santo cada día, que el fruto del Espíritu Santo sea visible en los demás, y que el “gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” se reflejen en cada palabra, acto y pensamiento. ¿Amén?

Feliz día.

Pr. Heyssen Cordero Maraví 

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