Johann Wolfgang von Goethe escribió: "No basta saber, sino también aplicar el saber; no basta querer, es preciso obrar". Y es que nuestra sociedad es teórica y no práctica. Presentadores de TV que dirigen programa sobre educación de los hijos, cuando sus propios hijos son "mal educados", o los gurús en negocios y familia cuando están en la banca rota y divorciados. Y es que el problema no es saber, sino hacer. No está en leer la Biblia, sino en obedecerla.
¿De qué sirve leer la Biblia y no obedecerla? ¿Qué mérito hay en saber y no hacer la voluntad de Dios a través de Su Palabra? Puedes leer la Biblia todos los días, incluso como yo, escribir meditaciones, sermones y reflexiones sobre lo que lees, pero ello no garantiza que seas un hacedor. Ya lo dijo Jesús: Los que oyen las Palabras y las hacen, son como los que construyen su casa sobre la roca, pero los que oyen las Palabras y no la hacen, son como los que construyen su casa sobre la arena (Mateo 7:24-29). Y tristemente el final de ambos es distinto. El oidor y hacedor tiene un final feliz, pero el oidor y no hacedor, tiene un final trágico.
Sedequías había escuchado muchas veces la Palabra de Dios a través de Jeremías, pero su problema está descrito de la siguiente manera: "Pero no obedeció él ni sus siervos ni el pueblo de la tierra a las palabras de Jehová, las cuales dijo por medio de su profeta Jeremías" (Jeremías 37:2). Pero, ¿porqué pedía que el profeta hablase las Palabras de Jehová, sino estaba dispuesto a obedecer, y por el contrario se enojaba a tal punto de castigar y encarcelar al mensajero? Porque no le gustaba el mensaje. Y como no le gustaba, no obedecía.
Hoy es un nuevo día, es probable que tú seas como Sedequías, lees, sabes, vas a la iglesia, tienes un cargo; sabes todo lo que tienes y debes hacer, pero no lo haces. Sigues viviendo muy lejano a la Biblia. Sigues haciendo las cosas que sabes que está mal. Recuerda, si Sedequías habría obedecido a Dios, no solo él habría terminado bien, sino también su familia y todo el pueblo; pero no fue así, y por ello sufrió trágicamente él (le sacaron los ojos), sus hijos (fueron degollados delante de Sedequías) y el pueblo (fueron llevados cautivos a Babilonia). Eso es lo que sucede cuando desobedecemos a Dios. No solo sufrimos nosotros, sino nuestros hijos y familia, también la iglesia. LA BIBLIA NO SOLO SE LEE, TAMBIÉN SE OBEDECE.
- Jeremías 37:2 -
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